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¿Qué patrimonio debemos recuperar?

La arquitectura es, sin dudas, una de las manifestaciones culturales más llamativas de una ciudad, pues le dan identidad, un perfil que es como la puerta de entrada para los visitantes. Las construcciones pueden adaptarse a la zona o también transformarla, contar la historia del desarrollo, dar cuenta de qué nacionalidades han pasado por el territorio y más. Por todo esto es importante tener políticas claras de intervención por parte de las administraciones públicas.

Sin embargo, hay que aclarar que no todo edificio viejo debe ser considerado como patrimonio por su simple cualidad de añoso, esto no lo hace valioso en sí. ¿Cuáles sí hay que anotar en la lista de los inmuebles a cuidar y preservar? Aquellos que siguen siendo aptos para la ciudad actual y que son posibles de recuperar pues muchos ya están demasiado descuidados.

La legislación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires establece que todo lo que se demuele de antes de 1941 debe pasar por una comisión que decide si ese edificio tiene consecuencias patrimoniales, si es recuperable o intocable. Esta norma les pide a los arquitectos que busquen la manera de conservar las fachadas para no modificar el perfil urbano. Por eso, lograr una demolición aprobada por un organismo como la comisión de patrimonio es lo mejor para todos.

Hay ejemplos muy valiosos por su experiencia que refieren a esto. Uno de ellos es el de un edificio antiguo sobra la calle Paraguay, entre Paraná y Montevideo. Este fue reciclado pero su fachada se conservó y hasta se recuperó. Y en su interior la propiedad fue modernizada dejándola ideal para su función actual. Por este trabajo obtuvo el premio por conservación de patrimonio.

Otro modelo de cómo trabajar es el edificio de la Fundación PROA en La Boca, a la vera del Riachuelo, zona turística y además de grandes edificaciones. Este inmueble fue remodelado años atrás, conservando sus atributos de calidad y el perfil del entorno, pero ganó en funcionalidad y ahora es más atractivo para sus visitantes.

Así se trabaja en las grandes ciudades del mundo, apuntalando las fachadas y rediseñando los interiores. Algunas urbes no pueden darse el privilegio de demoler, como en el caso de Italia que sin su patrimonio arquitectónico perdería el gran caudal de turistas que recibe al año. ¿Quién demolería algo en Roma porque está en ruinas?

Claro que nadie, pero allí no se dejan de construir edificios modernos en las afuera de la ciudad. Y, también, detrás de muchos frentes antiguos se despliegan adentro ambientes muy modernos con todas las practicidades actuales.
El punto problemático está en que todavía no está resuelta la pérdida monetaria de los edificios que se catalogan como importantes para conservar el aspecto de la ciudad. Nuestro estudio está en un edificio construido en 1943 por el arquitecto Antonio Vilar. El ha desarrollado el racionalismo arquitectónico de Buenos Aires y es autor, entre otros, del histórico edificio del Automóvil Club Argentino. Me parece bien que no se pueda construir una torre en este terreno, porque es una obra valiosa de la arquitectura porteña. Ahora bien, se debería buscar una legislación que subsidie una diferencia de valor en los edificios catalogados. Si desde el punto de vista del código se pueden construir 3mil metros cuadrados pero resulta que uno tiene la “suerte” o la “desgracia” de tener un edificio catalogado que no puede tocarse, el estado debería otorgar algún tipo de subsidio que equilibre la situación.
Detalles que deberían comenzar a tenerse en cuenta.