El estrés puede ser una de las consecuencias y, en algunos casos, con su empeño en querer hacerlo todo puedes ganarse la enemistad de algún compañero y, también la del jefe si observa que su disposición no siempre se traduce en hechos.
Saber cómo y cuándo decir “no” puede ser la mejor medicina para prevenir estos males. A continuación, algunos consejos publicados por Montse Mateos en el diario Expansión que pueden ayudarlo a conseguirlo sin renunciar a ser eficiente en el trabajo:
• Organice su jornada laboral de manera que pueda hacer todas las actividades a las que se ha comprometido. Si a lo largo del día surge una tarea extra realmente importante, renuncie a alguna de las programadas o pásesela a otro colega. Recuerde que usted no tiene que hacerlo todo.
• Su eficiencia puede ser el mejor salvavidas para los quejosos, aquellos compañeros que siempre se quejan de que tienen mucho trabajo. Si se ofrece a darles una mano y observa que mientras usted hace sus tareas ellos pierden el tiempo charlando o realizando otras no urgentes, ya tiene un par de motivos para decir “no” la siguiente vez que pidan ayuda.
• Analice si realmente es necesario para su equipo o para usted mismo hacer un sobreesfuerzo que suponga prolongar su jornada. Algunas tareas pueden esperar al día siguiente. Recuerde que si hace todo de forma inmediata, sus jefes y compañeros no dudarán en abusar de su eficiencia, aun cuando no sea imprescindible.
• Rompa el tabú de la productividad. Si está demasiado ocupado en realizar el mayor número de actividades en el menor tiempo posible, la calidad del resultado puede verse afectada; además pone en riesgo su propia felicidad en el trabajo por intentar abarcar más tareas de las que es capaz de resolver. Recuerde que decir “no” a los demás es una forma de decir ‘sí’ a uno mismo.
