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Ritmo de desarrollo in Vitro: lo último en selección de embriones

La identificación de los embriones con mayores posibilidades de implantar en el útero es fundamental en los tratamientos de Fertilización in Vitro (FIV). Reconocer con exactitud a esos embriones ayuda a minimizar los riesgos de embarazo múltiple al permitir disminuir el número de embriones transferidos, sin reducir las posibilidades de lograr un embarazo. Los embarazos múltiples están asociados a un mayor riesgo de morbilidad maternal y fetal así como a trastornos sociales y económicos.

Diversos estudios han demostrado la existencia de una relacion entre la morfología de los embriones y la tasa de implantación. Sin embargo los criterios de selección de embriones basados únicamente en rasgos morfologicos resultan insuficientes y por ellos se ha ido explorando la utilidad de otras características tales como la morfología de los pronúcleos, el ritmo de desarrollo in Vitro, los niveles de antígeno G leucocitario en el medio de cultivo y las determinaciones de biomarcadores en el líquido folicular.

El seguimiento del ritmo de desarrollo in Vitro parece ser una alternativa simple y al mismo tiempo eficaz para el propósito de identificar los embriones más adecuados para transferir.

Durante mucho tiempo la tendencia fue minimizar las observaciones del desarrollo embrionario, debido a que para realizarlas era necesario retirar los embriones de la incubadora para colocarlos en el microscopio. Esta operación implicaba exponer los embriones a condiciones desfavorables, ya que la apertura de las incubadoras generalmente utilizadas para el cultivo causa desequilibrios en su ambiente que alteran la temperatura, humedad y concentración de gases, y pueden demorar bastante en volver a la normalidad.

Para evitar esos problemas se desarrollaron distintas alternativas, una de ellas implica la instalación de sistemas de video dentro de la incubadora, para así poder controlar los embriones sin retirarlos.

Otra posibilidad es la utilización de incubadoras diseñadas especialmente para cultivo embrionario, estos equipos no sufren desequilibrios al retirar y volver a introducir los embriones para permitir su observación al microscopio, y compensan muy rápidamente cualquier alteración de las condiciones de cultivo que pudieran ocurrir durante los pocos segundos necesarios para realizar dicha observación. Utilizando cualquiera de estos recursos es ahora posible seguir el desarrollo embrionario sin temor de causar efectos adversos.

En los ovocitos fertilizados in Vitro la primera división celular normalmente ocurre entre las 25 y las 33 horas luego del contacto con los espermatozoides (inseminación). La confirmación de que el ovocito ha sido fertilizado normalmente es la aparición de los dos pronúcleos, que contienen el material genético femenino y masculino respectivamente. Posteriormente, estos dos pronúcleos desaparecen al unirse en un proceso llamado singamia, tras lo cual se producen las primeras divisiones celulares.

Se encontró que los embriones que llegan a la singamia o a la primera división luego de 25 horas tenían más posibilidades de implantar que los que todavía tenían sus pronúcleos visibles. Esto se manifiesta como mejores tasas de embarazo cuando se transfieren los embriones de desarrollo más avanzado que cuando únicamente se pueden transferir embriones que a las 25 horas aparecen como más lentos. El retraso en la división estaría asociado a deficiencias en la calidad del embrión, probablemente debidas a defectos propios de los gametos que lo formaron.

Dentro del grupo de embriones correspondientes a determinada pareja existen diferencias en capacidad evolutiva, que a veces son difíciles de evaluar. Si bien la selección apropiada del embrión a transferir puede dar un mejor resultado para esa pareja en particular, permitiendo mantener altas las tasas de éxito mientras que se minimizan las posibilidades de un embarazo múltiple, debe tenerse presente sin embargo que ningún tipo de selección será útil cuando no existan entre los embriones disponibles alguno con las características necesarias para dar lugar a un embarazo viable.