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Salta comienza a vivir la Fiesta del Milagro

Salta comienza a vivir una de las celebraciones más tradicionales y emblemáticas de la provincia en honor al Señor y la Virgen del Milagro, la fiesta religiosa más importante de la Provincia y una de las manifestaciones de la fe católica más popular de la Argentina. Su momento culmine será el próximo sábado 15 de septiembre con la procesión en honor a los santos patronos y la renovación del pacto de fidelidad con el Señor y la Virgen del Milagro.

La fiesta del Señor y la Virgen del Milagro se lleva a cabo en la provincia de Salta desde 1692 y todos los años convoca a fieles que se acercan para rendir homenaje, pedir y agradecer por los favores concedidos.

Los festejos comienzan hacia finales de julio, con la visita de las diferentes instituciones de la provincia a la Catedral, pero cuando inicia el mes de septiembre el Milagro se acelera. En este mes comienzan las caminatas de peregrinos de diferentes puntos del interior de la provincia, que recorren kilómetros durante días, pasando frío, calor y lluvia. Nada es impedimento para llegar a visitar a los Santos Patronos. El rezo del novenario, se inicia el 6 de septiembre y pone los relojes en cuenta regresiva para la celebración central con la procesión de las imágenes del Señor y la Virgen del Milagro por las calles de la ciudad, acompañados por cientos de miles de personas.

Primavera espiritual
Para los observadores, la primavera espiritual del Milagro se anuncia en el Valle de Lerma entre Julio y Agosto, cuando los lapachos en flor van abriendo su paleta en rosa o blanco sobre el marrón seco de las serranías chaqueñas recostadas sobre el Oeste. Aparecen luego decorando calles y avenidas, hasta llegar incluso justo en frente al lugar donde residen los santos patronos. Completan el abanico el amarillo de lapachillos, dispersos por toda la ciudad, y el rojo intenso de los ceibos que en sus copas abren la flor de la media luna. A este colorido se suman aromas de naranjos y jazmines que interactúan como un actor más dentro del gran escenario que configura el Milagro.

Cuando inicia el mes de septiembre el Milagro se acelera. Ya a ésta altura el interior de la Catedral es una cotidiana romería de gente. Los confesionarios aparecen por todos lados. Las misas aumentan en número. La pequeña sala contigua a la nave principal de la Iglesia nunca estará vacía. Muchos lo harán con un ramo de claveles que compraron en los puestos sobre calle Mitre. Y otros traerán consigo pequeños símbolos de imaginería religiosa que adquirieron en las santerías de la ciudad. Ahora, todos intentarán llegar hasta el lugar donde se encuentran las imágenes, lo más cerca posible, ya sea para dejar las flores a sus patronos, o bien para entregar esa pequeña pieza que simboliza el pedido que se realiza y la promesa a cumplir. Cura de enfermedades, buena salud, prosperidad, bienestar, matices de lo humano que resumen las necesidades de todos.

Hospitalidad
Turistas y viajeros, que llegan unos días antes, de a poco descubren todo éste cúmulo de contrastes. Lo observan cuando toman un café o algún refresco sentados en los bares alrededor a la Plaza, al charlar con los conserjes de los hoteles, al moverse en taxi o a bordo de algún tour que los trajo hasta el Norte, o al caminar admirando el casco histórico. Junto a los rutinarios habitantes son ellos quienes asisten a otro momento peculiar: la llegada de los peregrinos desde el interior provincial.

Caminando, de a caballo, con bicicletas, la entrada a la plaza mayor es todo un acontecimiento. Los ciclistas desde La Poma; los caminantes que provienen de parajes como Isonza, Iruya, Nazareno, San Antonio de Los Cobres o Cachi; los grupos que viajaron de a caballo desde el Valle de Siancas. Las radios cronican la llegada de los grupos para que la gente que se encuentra cerca de alguno de los accesos se acerque a alentarlos o bien a acompañarlos hasta las inmediaciones de la Catedral. Mientras arriban, en las afueras de la ciudad reciben agua, un poco de comida o una bebida caliente, según las condiciones climáticas de la ocasión. Ellos serán siempre los últimos en abandonar la plaza el día previo y los primeros en instalarse en ella día de la celebración.

Diversidad y encuentro
El año salteño está marcado por dos acontecimientos religiosos: Semana Santa, común a todos los habitantes del país, y la Fiesta del Milagro, común sólo a los salteños. Es el encuentro de una multitud diversa lo que hace del Milagro un acontecimiento. Si bien la Procesión de los Santos Patronos por las calles de la ciudad es un rito con más de trescientos años, hay que imaginarla en un contexto amplio: se trata de una de las procesiones más importantes del país y concentra una cifra de almas cercana al medio millón, cuando la población de toda la provincia es de un millón doscientos mil y la de la capital alrededor de las setecientas mil.