Inicio Clickeando Suicidio adolescente: algunos análisis y herramientas

Suicidio adolescente: algunos análisis y herramientas

Si bien frente a esta noticia los adultos nos vemos especialmente conmovidos, nos cuestionamos nuestra responsabilidad, retomamos antiguas preguntas, muchas veces nos encontramos con pocas herramientas para comprender las características propias de esta etapa fundamental del desarrollo. No sucede lo mismo con la niñez. Desde el nacimiento prestamos especial atención a cada detalle, contamos con mucha información, tenemos muy presente la vulnerabilidad de los bebés y cómo necesitan adultos referentes para un crecimiento saludable.

Sin embargo podemos decir que el adolescente presenta una fragilidad similar a la del recién nacido, para ambos todas las palabras y las miradas que se emplean son importantes, suelen tomar las palabras al pie de la letra y pueden éstas comprometer de por vida sus relaciones y posiciones.

F. Dolto en su libro “La causa de los adolescentes” propone pensar la adolescencia como una etapa de mutación…en la que su prolongación depende de las proyecciones que los jóvenes reciben de los adultos y los límites que la sociedad les exige.

Por eso es importante que los adultos ayuden a los jóvenes a entrar en responsabilidades, pero no subestimando, agrediendo, criticando, sino acompañando, intentando comprender y poniendo límites.

En ello el lugar de los padres es fundamental, atravesando

diferentes etapas: en primer lugar, los padres son referentes, siendo lo único importante su entorno familiar.

Con la salida al exterior, comienzan las contradicciones con sus referentes y aparecen las peleas como modalidad vincular, para dar lugar al siguiente paso en el que lo exterior es lo más importante, en paralelo a la desvalorización de los padres.

Es ésta la etapa de mayor vulnerabilidad de los jóvenes y tal vez la más peligrosa.

Es un momento en el que se rechaza lo conocido: la familia, sus normas y costumbres, decae la posibilidad de diálogo, de cooperación interna para idealizar lo ajeno, lo diferente, lo prohibido.

Luego, más cerca de la adultez se vuelve al compañerismo, al sentido de familia, logrando más cercanía parental. Pero a veces no se llega a esta etapa, quedando atrapado en algunos de los tantos riesgos por lo que un adolescente transita.

Según un informe elaborado por la UBA el 52% de los adolescentes fue víctima de hostigamiento, el 30% se inició en el alcohol entre los 14 y 15 años, el 40% entre los 12 y los 14 años bebe alcohol y el 53% dice haber probado droga. A estos datos falta sumarle los riesgos por sexualidad sin cuidado, los accidentes de tránsito por irresponsabilidad, entre otros.

Los riesgos son favorecidos por dos rasgos paradigmáticos de esta

etapa: la sensación de omnipotencia y de finitud que se traduce en :

“Yo sé todo”, “Yo puedo todo”, “A mí nada me va a pasar”…tal vez sean estas frases las que los vuelve más débiles frente al accionar del otro. Es por ello que caen en propuestas de hostigamiento y competencias que son de gran atracción: quién aguanta más….alcohol/ droga/ sexo/ juegos peligrosos de diferentes índoles…

La adolescencia es un período de muchos cambios: físicos, afectivos, orgánicos, emocionales y sociales. Se trata de dejar atrás la seguridad de la infancia para asistir a la construcción del propio mundo. Todos estos cambios son terreno fértil para la angustia, la incertidumbre y la ansiedad.

Una de las maneras que los jóvenes fantasean con aliviar este tipo de sentimientos son las ideas suicidas, entendidas como una opción para despejar estas sensaciones, para no sentir más o no tolerar todo lo que esta etapa incluye.

Hay rasgos característicos que favorecen a la idea suicida: la impulsividad, la baja tolerancia a la frustración, la dificultad para encontrar la solución de problemas, la toma de decisiones, problemas de autoestima. Frente a ello los jóvenes comienzan a ver la muerte como algo atractivo, un modo de escapar de algo doloroso, sumado al aislamiento y la desesperanza también características de los adolescentes.

Como vemos es una combinación de factores que hacen de los adolescentes blancos fáciles de muchos flagelos.

De allí que todos los adultos y en todos los ámbitos que los jóvenes participen, tienen el deber de prestar atención a sus necesidades y manifestaciones, asumir la responsabilidad de ser sus referentes y no delegar en otro inconsistente la autoridad que su desarrollo requiere.

Desde esta óptica la adolescencia termina cuando puede ir más allá de los padres, tomando de ellos los recursos útiles para la vida, contando con el afecto propio de lo familiar.

Es cierto, los jóvenes necesitan decir que NO a sus padres, para poder decir que SI a sí mismos, y a su futuro, pero para decir que NO y transgredir y pelear y desafiar y afianzarse, necesitan oposición, autoridad, reglas que romper.