La posibilidad de tener la oficina en casa ha recorrido un largo camino.
Actualmente, lo que se ha dado en llamar teletrabajo, es una realidad para 2 millones de personas en la Argentina, el 12,5% de nuestra fuerza laboral.
Pero trabajar desde el hogar, manejando el tiempo propio sin cumplir horarios fijos, no es lo que algunos imaginan. Viviana Laura Díaz es pionera en la modalidad de teletrabajo y desde 1999 podría decirse que trotó una maratón para lograr que se adopte en el sector público.
Díaz sostiene que implica una mejora para la vida, que facilita la conciliación de lo laboral y lo personal, permite ahorrar en gastos y en los tiempos muertos que implican los traslados, según una nota publicada por Clarín.
Desde el punto de vista de las empresas, asegura que pueden disminuir costos, mejorar la productividad y el clima laboral. “Es un cambio cultural, un nuevo paradigma que requiere adaptarse a la tecnología desde su lado más humano”, enfatiza esta abogada presidenta del grupo de teletrabajo de la CEPAL.
Como entusiasta del sistema, Díaz logró que el teletrabajo sea incorporado en las negociaciones salariales. Cuando se le advierte que Marissa Mayer, jefa global de Yahoo decidió que los empleados abandonen el trabajo a distancia porque había caído la creatividad, Díaz afirma que Mayer trataba de ocultar un ajuste monumental dejando afuera a los que se desempeñaban en sus hogares.
Argentina no tiene una ley que regule la actividad, aunque el Ministerio de Trabajo fijó normas que dan certeza jurídica a quienes contratan teletrabajadores. “Para los empleados es un paraguas protector”, dice.
Desde 2011, el teletrabajo se aplica en la Sindicatura de Empresas Públicas, el INTI, y en los Ministerios de Agricultura, Economía y Trabajo. En el sector privado es masivo en las firmas de tecnología, las áreas administrativas, y se expande a repositores de supermercados y a posiciones en varias industrias. Por ejemplo, el sector petrolero: muchos de los que analizan los stocks, hoy lo hacen desde sus casas.
