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Trekkings, cabalgatas y canotaje en el Delta

De a poco, un nuevo delta del Paraná asoma ante los turistas desaprensivos. Ahora los viajeros quieren actividades que los movilicen y liguen con la naturaleza: surge entonces la opción de realizar trekkings, cabalgatas, canotaje u observación de la producción en una primavera que muestra oronda sus camelias, glicinas y azaleas.

Nuevas generaciones llegaron al Delta para ofrecer un turismo más descontracturado, ligado a lo natural. Tal es el caso de Rosana Di Mecola, de Bonanza Deltaventura, que recibe a los turistas los fines de semana con mucha energía, dispuesta a llevarlos a caminar, andar a caballo y remar por los cauces que rodean las 60 ha que conforman la isla. Allí también se puede pernoctar en cuartos con baño compartido en una casona de fines del siglo XIX, pero lo más usual es ir por el día.

Para dormir con más confort están La Morada (cuartos con jacuzzi, televisión y DVD en una hostería atendida por sus dueños, expertos en picadas); las cabañas del Apiario Fe y Esperanza, y las del Vivero Villa Mónica, emprendimientos que, junto con la embarcación Bruma, que realiza viajes personalizados, y la Isla Margarita, en la Segunda Sección, forman parte de Delta Natural, grupo de colaboración empresarial.

Pronto estarán listas las cabañas de Un Lugar en el Arroyo, donde se puede remar y tomar clases con el experto Juan Carlos Vázquez o probar las delicias de Marta Bourgeois, a mediodía y noche.

Marta afirma: “Hay un interés de la administración actual por apoyar la movida delteña en las ferias de turismo, apoyando emprendimientos como el Centro Cultural Caraguatá, donde expertos del INTA brindan cursos de huerta orgánica para que los habitantes del Delta puedan cultivar sus verduras y comer mejor y más variado”.

Llegar a las 11 dispuestos a moverse, ésa es la consigna de Bonanza. Rosana señala sobre un mapa los 20.000 km2 que conforman el delta del Paraná, y muestra la provincia de Entre Ríos, donde el mencionado río comienza a abrirse en infinidad de brazos como un laberinto y cuya zona núcleo, en la Segunda Sección de islas, conforma la Reserva de Biosfera.

En la Primera Sección viven actualmente 5000 habitantes; “pero hubo un tiempo lejano en el que habitaban 25.000 personas, y había plantaciones frutales, fábricas de sidra y mermelada “, informa Rosana. Asoman edificios abandonados que una vez fueron fábricas y frigoríficos en los que se acopiaba fruta; hoy se vislumbran desde las canoas, adentrándose en la laguna Idahome, los venteveos que descansan en el camalotal, entre otras aves.

A las 22, algunos sábados de buen tiempo Bonanza ofrece astroturismo: consiste en caminatas y la observación del cielo con potentes telescopios guiados por expertos, para aprender sobre constelaciones, planetas e historias de los pueblos originarios.

Patricia Juárez y Ricardo Tirri enseñan que “hay que conectarse con la noche”. De a poco, los participantes comienzan a ver mucho más, descubren que “las estrellas titilan, no así los planetas”, o se acuestan en el pasto con frazadas a mirar el cielo.

Otra experiencia distinta es realizar visitas a emprendimientos ligados con la producción como el Vivero Villa Mónica, de plantas hidropónicas, de Arturo Villahermosa y Mónica Novoa, o el Apiario Fe y Esperanza, de Marta Mattone. El primero ofrece visitas guiadas con té o almuerzo y cursos de hidroponía y el segundo, cursos de apicultura productiva.

Hace tres años, Arturo y Mónica comenzaron a hacer cursos en la UBA. Con el apoyo del ingeniero Martín Nakama, del INTA, se lanzaron a hacer hidroponía.

La semilla germina en un espuma fenólica y luego se traslada, una vez desarrollada la raíz, al caño con sistema NFT (Nutrient Film Tecknique), donde circula agua con nutrientes. “En agua lográs en 60 días lo que en tierra en 90, y en 55 ha de invernáculo se hace la misma producción que en 1200 de tierra”, explicó Arturo.

Y se entiende que sea así porque tanto la lechuga como la rúcula y el berro de tan verdes parecen fosforescentes, y contrastan con el rojo de las frutillas dispuestas en mangas verticales entre los acordes de la música, que al parecer eleva la productividad en un 30 por ciento.

Por otra parte, en el apiario Marta Mattone usa su fuerza arrolladora para levantar la tapa de la colmena y mostrar el trabajo de las abejas. También se ocupa de administrar tres casitas isleñas con todo el equipamiento en la parte más poblada del Tigre, la parada Tres Bocas.

Datos de todos los establecimientos ubicados en la Primera Sección de islas en www.deltanatural.com