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¿Qué valoran realmente los millennials de las empresas?

Joven, licenciado, con idiomas, domina la tecnología, Internet es su medio de compra, el trabajo no lo es todo en su vida ni tampoco el dinero… Este podría ser el perfil de un millennial, etiqueta para los jóvenes nacidos entre los años 1982 y 2000 y que han desembarcando en el mercado laboral recientemente.

Los millennials han llegado al mercado laboral con unas preferencias personales y profesionales muy definidas. Ya no sirve con ofrecer un puesto de trabajo, ahora, las compañías tienen que ir más allá y “adecuar los negocios a las necesidades personales y laborales de sus profesionales”, según se desprende del estudio Millennial Survey realizado por Deloitte en el que han participado cerca de 7.700 millennials de 29 países nacidos después del año 1982.

Factores como el salario ya no tienen la importancia de antaño. Los millennials españoles valoran más otros aspectos, como el impacto de la empresa en la sociedad o las medidas de conciliación de la vida familiar con la profesional. Así, el 94% de los encuestados piensa que para medir el éxito de una empresa se tendrían que tener en cuenta criterios diversos, como “la calidad de sus productos, la eficiencia de la compañía o la satisfacción de sus empleados y clientes, dejando a un lado factores exclusivamente financieros. Además, “el 74% cree que las compañías tienen un impacto positivo en la sociedad”.

Otro de los aspectos que más ha cambiado en estos años es la fidelidad a la empresa. La idea de tener un trabajo para siempre, algo que anhelaban nuestros padres, no cuaja en este segmento. Retener el talento y conseguir la fidelidad es otro de los retos que los millennials han lanzado a las compañías. Según la encuesta, la cifra entre los que se irán antes de los 2 años y los que se quedarán más de 5 años en la empresa es prácticamente igual (37% y 39% respectivamente), ambas cifras muy llamativas y de las que se desprende una falta de compromiso o fidelidad por parte del empleado. Otro de los factores que se cuestiona es la capacidad de mentoring y liderazgo. Para el 56% de los encuestados “sus capacidades de liderazgo están siendo desaprovechadas por las organizaciones”. Son las propias empresas las que tienen que poner en marcha programas para el desarrollo de las capacidades, que al mismo tiempo, estén conducidos por una persona con peso a nivel interno.

Entonces ¿qué es lo que valoran y cuáles son las características del trabajo ideal para un millennial?

La empresa perfecta para este perfil es aquella que fomente la flexibilidad y la conciliación de la vida profesional y personal y que, al mismo tiempo, le permita progresar profesionalmente. Para este grupo, los compañeros de trabajo, la variedad de experiencias y conseguir los objetivos empresariales marcados, tienen mucho peso. Además, tiene que apostar indudablemente por el liderazgo y la formación, una de las claves para que los departamentos de Recursos Humanos, consigan retener el talento y fidelizar al empleado. Y una última cosa, sus valores deben coincidir con los de la empresa.

El cambio que tienen que gestionar las empresas no está motivado solamente por la llegada de una nueva generación al mundo laboral y al mercado de consumo. Todas las generaciones hemos aportado nuevas exigencias y valores a las organizaciones a las que nos hemos incorporado. Más allá de esta evolución natural y cronológica, se trata de cubrir un gap que en los últimos años está tornándose en abismo. Se trata del espacio que separa los hábitos digitales que hemos desarrollado en el ámbito personal y la forma de hacer las cosas en el entorno laboral. Entre el individualismo, la meritocracia y la jerarquía que arrastramos en la mayoría de las empresas, y la cultura colaborativa y paritaria que se ha cultivado en internet. Entre un entorno regulado plagado de procedimientos y plazos, y un espacio de inmediatez y poder decisorio del usuario. Entre la jornada a golpe de email e impresora, y el fluir de aportaciones indiferente a dispositivos y al horarios. En definitiva, la mayoría de las empresas tienen aún pendiente el tránsito de la revolución industrial a la digital.