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“¡Vos si que la tenés clara!”

– “¡Vos si que la tenés clara!” – le dice Miguel a Javier, quien logró un exitoso cambio de compañía, alcanzando así mejor posición y mayor ingreso.

– ¿Sabes qué me pasó flaco?…¡estaba totalmente decidido a cambiar! – le responde eufórico Javier.

Cuando el QUÉ está, el CÓMO aparece. Cuando sabemos lo que queremos, y nuestra decisión es clara, el modo de alcanzar el objetivo va surgiendo con fluidez.

La acción es el suplemento de la decisión. A la hora de resolver un conflicto o satisfacer una necesidad individual, familiar, organizacional, lo más importante es saber qué queremos y estar plenamente decididos a lograrlo; el cómo conseguirlo aparecerá en consecuencia.

La palabra decisión viene de: desde/cisión = intervenir/hacer un corte. Implica “tomar cartas en el asunto”, elegir entre distintas opciones la que consideramos más eficaz para el resultado deseado.

Si la decisión está tomada, ya recorrimos el 70% del camino a la meta. El 30% restante, se transita desarrollando las acciones adecuadas al objetivo.

Pero si la meta no está clara, si no sabemos bien qué queremos lograr, si no nos sentimos identificados con el objetivo, corremos el riesgo de accionar en vano, de hacer y hacer sin lograr a ningún resultado; podemos poner la escalera en la pared equivocada; para luego descubrir que llegamos a donde no nos interesaba ni nos convenía llegar.

Cuando la decisión está tomada y las estrategias de acción ya elegidas, el siguiente paso en el camino es probar, poner en práctica; luego llegará el momento de evaluar los resultados de esas acciones, para corregir y volver a la acción.

Si algo no está pasando como esperamos, seguramente es porque falta la decisión de fondo. La determinación. Habrá que trabajar y reforzar la Visión, que es el alimento de la decisión y de la acción.

EL VERDADERO FRACASO ES NO DESEAR, NO INTENTAR.