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Workaholics: Adictos al trabajo

Trabajar, cumplir objetivos, avanzar, obtener mejores retribuciones económicas, son metas esperables y necesarias para cualquier profesional, sin embargo, a veces éstas se convierten en una obligación autoimpuesta y excesiva para algunas personas; volviéndose una adicción, en donde el aspecto laboral pasa a ser la prioridad en sus vidas.

Buenos Aires, 22 de julio de 2010 – El avance de las tecnologías y el ritmo de vida acelerado, lleva a la sociedad a moverse frenéticamente, intentando alcanzar la evolución vertiginosa de la economía de mercado. El deseo de ascender en la empresa y alcanzar mayores objetivos, hace que se amplíen las jornadas de trabajo y los profesionales pasen más tiempo en sus trabajos que en su propio hogar.

Frente al mencionado panorama, lo ideal es que las personas sean capaces de controlar este exceso de trabajo a tiempo. Sin embargo, algunas no pueden ponerse límites y la adicción al trabajo se hace difícil de manejar, éstos son los denominados “workaholics”, una tendencia moderna que es absolutamente perjudicial para las personas. Tanto así, que está comprobado en diversos estudios mundiales, que trabajar más de doce horas al día aumenta en un 37% la posibilidad de padecer alguna enfermedad.

Además, el exceso de trabajo, o la adicción a él, puede traer repercusiones negativas que van desde la irritabilidad, pérdida del apetito, desgaste tanto físico como psicológico, hasta una profunda depresión.

Pero esta condición no sólo trae consigo efectos a nivel personal, sino también en la relación con el entorno, particularmente con la familia, ya que los tiempos para compartir son cada vez menos, los temas en común van escaseando y peor aún, los cambios físicos y psicológicos les afectan directamente a quienes los rodean.

¿Soy un trabajólico?

Existen algunos patrones que indican cuándo una persona podría estar cayendo en una “adicción al trabajo”, como por ejemplo trabajar permanentemente mucho más tiempo de lo establecido, llevarse trabajo para la casa cotidianamente, no tener tiempo para descansar o evitar tomarse vacaciones prefiriendo trabajar, así como dejar de lado constantemente a la familia los fines de semana por asuntos laborales.

Existen casos aún más extremos en que las personas viven constantemente pensando en sus tareas pendientes y les acompaña una sensación permanente de culpa, tensión o temor si no están trabajando, incluso en sus horas de descanso.

Pese a que el panorama parece no muy auspicioso, hay ciertas herramientas que las personas pueden usar cuando sientan que pueden detener a tiempo esta nociva tendencia, por ejemplo fijar horarios establecidos para el trabajo y cumplirlos, lo mismo para los tiempos de descanso.

Además, es importante que las personas se organicen para cumplir con sus obligaciones en el trabajo, fijándose metas alcanzables, de lo contrario, y si siente que las tareas le sobrepasan, deberán permitirse contar con ayuda externa de compañeros de trabajo o superiores.

Otra buena alternativa es buscar actividades extra programáticas, ya sea sólo o acompañados para tener tiempos de diversión y descanso, de manera que el trabajo no se transforme en la única filosofía de vida.

Es de vital importancia que las personas descubran a tiempo que su vida se está desequilibrando, si ya no les es posible solucionarlo con sus propias herramientas, la mejor alternativa es buscar ayuda en un especialista, por ejemplo un psicólogo. Lo importante es tener claro que mayor tiempo de trabajo no significa necesariamente una mayor calidad en éste.

Las vacaciones de invierno pueden resultar un momento apropiado del año para hacer un paréntesis y distenderse de las exigencias cotidianas. Aprovechar que los niños no acuden a clase puede ser una excusa perfecta para idear actividades en conjunto o llevarlos a un lugar apto para que todos despejen la mente y pasen tiempo en familia.

La premisa es trabajar para vivir y no vivir para trabajar. Si el orden de estos factores es alterado, lo mismo ocurrirá con la salud física y mental de los trabajadores. La clave está en aprender a delegar y en utilizar los momentos libres para poner la mente en blanco y recobrar fuerzas para lo que queda del año.

“La motivación, y por ende la productividad, se ven directamente afectadas por el exceso o adicción al trabajo, esto trae efectos nocivos como irritabilidad, falta de concentración, estrés, entre otros factores. Son las compañías quienes deben tomar medidas preventivas y fomentar la organización de las tareas de manera adecuada entre los trabajadores, así como de promover actividades recreativas y además, respetar los horarios de descanso de éstos”, señala Pablo Molouny, gerente general de Trabajando.com Argentina.

“El trabajador debe saber cuándo detenerse y cuánta carga de trabajo es capaz de soportar, por lo tanto es necesario que aprenda a organizarse y no extralimitarse con las tareas para evitar consecuencias físicas o psicológicas”, finaliza Molouny.