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Acerca de la exportación de Aceite de soja a China

La cadena de valor de la soja en Argentina es una de las más dinámicas y competitivas del país. Está integrada por múltiples eslabones dentro del entramado productivo y se encuentra compuesta- entre otros- por productores agropecuarios de todos los tamaños y características, empresas proveedoras de transportes, servicios e insumos, industrias procesadoras y exportadores, generando recursos para todos sus actores y toda la economía nacional.

La importancia de la cadena en términos fiscales, de valor agregado, de empleo y de generación de divisas, es indiscutible. Un reciente trabajo del Instituto de Estudios Económicos de la Bolsa de Cereales da cuenta de que la cadena de la soja representa el 5,4% del valor agregado de Argentina, y el 8,6% del total de la recaudación fiscal. En cuanto a la generación de divisas, las exportaciones del complejo sojero generaron ingresos por 14.014 millones de dólares, representando el 25% del total exportado, según cifras del INDEC para el año 2009.

Argentina posee uno de los clusters de molienda de soja más eficientes del mundo, fruto de inversiones en industrias de molienda y en complejos portuarios. Esta infraestructura permitió reducir los costos de comercialización lo que finalmente se refleja en los precios, que reciben los productores.
Argentina es el principal exportador mundial de aceite de soja, con más del 50% del mercado. China, por su parte, es el principal importador del mundo de este aceite. No resulta sorprendente que Argentina y China hayan sido en los últimos años los principales socios comerciales en este producto. El 75% de las exportaciones de soja y el 31% de las de aceite de soja de Argentina tienen como destino a China (promedio último quinquenio). Por otro lado, el 78% de las importaciones de aceite, y el 22% de las de grano de soja de China, tienen como origen a nuestro país. Esta estrecha relación comercial permite inferir la importancia estratégica entre ambos países en el comercio sojero.

La dinámica comercial entre los actores más importantes del mercado de aceite de soja: Argentina y China, se ve opacada por un conflicto que comenzó a fines de marzo y a la fecha no se vislumbra una solución. El país asiático ha discontinuado sus compras de aceite de soja argentino. A pesar de la restricción impuesta por China, el aceite argentino que debía dirigirse a ese mercado logró venderse fundamentalmente a la India, Bangladesh e Irán, entre otros.

Pero esto se logró a expensas del propio precio el cual registró importantes descuentos y al alto valor relativo del aceite de palma. La conjunción de estos dos factores coyunturales provocó el interés de la demanda de este tipo de países por el aceite argentino, pero con un alto costo en términos de valor para la cadena de soja local. Cabe destacar que esos países son destinos tradicionales para el aceite de soja argentino.

Al respecto vale destacar que la India representa, en promedio, el 12% de las compras mundiales de aceite de soja. Sin embargo, según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, India disminuirá sus importaciones en un 21% para la campaña 2010/11, con respecto a la campaña anterior -mientras que China las incrementará en un 34%-. En cuanto al consumo mundial, para la campaña 2010/11, India representará sólo el 7% del total consumido en el mundo (China el 29%). En los últimos cinco años el consumo de soja de India se mantuvo relativamente estable mientras que el de China se incrementó un 34%. La potencialidad y la importancia de un mercado como el chino son contundentes.

En términos de impacto en los precios, a partir del conflicto, la cotización del aceite de soja argentino sufrió un descuento con respecto a mercados como el de Brasil de hasta U$D 75,5 por tonelada. Considerando un promedio ponderado de los precios, para las fechas que efectivamente hubo comercio, este diferencial asciende estimativamente a U$D 50/tn. Estas cifras afectan los casi 6 millones de toneladas de aceite de soja que Argentina exportaría en la presente campaña.

Este descuento representa un costo de oportunidad, esto es, lo que dejan de percibir los productores argentinos con respecto a los productores de países competidores, como consecuencia del conflicto. En este contexto, la industria argentina de la molienda se encuentra en una posición desfavorable ya que opera en un nivel subóptimo respecto de su capacidad instalada. Esto se debe a que si el precio del aceite no tuviera mermas se podrían utilizar más intensivamente las plantas de crushing, beneficiando a toda la cadena con mejores precios.

Como consecuencia de una disminución en la capacidad de pago por parte de las industrias, el precio percibido por el productor es menor que el que recibiría si no existiera el conflicto. Estas pérdidas incluyen también al estado nacional quien no capta los mejores precios vía la recaudación por derechos de exportación y otros impuestos como, por ejemplo, ganancias.

Paradójicamente esta negativa situación para nuestro país genera oportunidades a nuestros competidores. Por un lado, los productores brasileros y norteamericanos reciben un mejor precio por sus granos. Por otro, se benefician los industriales competidores ya que se incentiva la molienda fuera de nuestro país, como por ejemplo en China donde existe una capacidad instalada ociosa del orden del 65% que se tradujo en un incremento de las importaciones de poroto de soja desde Argentina de más del 40% de lo originalmente proyectado para esta campaña, situación ésta que se traduce en una mayor capacidad ociosa de la industria aceitera argentina.

El cierre de mercados a productos argentinos impacta en todos los eslabones de la cadena de la soja. Resulta fundamental resolver el conflicto comercial entre Argentina y China, dos socios estratégicos, para beneficio del país en su conjunto.