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ACV y factores de riesgo, en alerta

El 29 de octubre se conmemora el Día Mundial del Accidente Cerebrovascular (ACV), una fecha que motiva la toma de conciencia sobre esta enfermedad que en Argentina afecta a una persona cada cuatro minutos. Más de 18.000 personas mueren al año por esta causa y se trata, nada menos, de la primera causa de discapacidad y la segunda causa de muerte en nuestro país.

Esta situación se vuelve aún más preocupante porque tampoco desciende la incidencia de los principales factores de riesgo. La Tercera Encuesta Nacional de Factores de Riesgo del año 2013, expuso algunas cifras que resultan alarmantes. La incidencia del sobrepeso y obesidad se encuentra en el 37.1% y el 20.8% respectivamente. El tabaquismo por su parte está presente en el 25.1% de la población, y la hipertensión arterial en el 34.1%. La prevalencia de colesterol elevado es del 29.8%, y de todos estos factores sólo el tabaquismo presentó una discreta reducción respecto a la encuesta anterior del año 2009.

Asimismo, los resultados preliminares del estudio INTERSTROKE, presentado por primera vez en el Congreso Mundial de Cardiología 2014 de la Federación Mundial del Corazón, informaron nuevos resultados para reflexionar: el 90% de los ACV se encuentran asociados a los 10 principales factores de riesgo:

  • · La hipertensión arterial es el factor de riesgo más frecuente, y está presente en casi el 80% de los pacientes que sufren un ataque cerebral en la Argentina.
  • · La dislipemia o colesterol elevado aumenta el riesgo de que se tapen las arterias, entre ellas las que llegan al cerebro.
  • El tabaquismo aumenta el riesgo de sufrir un ataque cerebral entre un 50% y un 70%, mientras que el impacto es mayor en las mujeres.
  • El sedentarismo o inactividad física aumenta el riesgo de padecerlo.
  • La obesidad abdominal también se asocia a una mayor incidencia.
  • Las causas cardíacas (tromboembólicas), entre las cuales la principal es la arritmia o fibrilación auricular la que quintuplica el riesgo de padecer un ACV.
  • El consumo excesivo de sal aumenta el riesgo de ACV, por lo que la dieta debería considerar bajo contenido de sodio, adecuada cantidad de frutas y verduras, carnes magras y pescado, e idealmente la menor cantidad posible de alimentos procesados.
  • El consumo excesivo de alcohol tiene una estrecha relación con el riesgo de sufrir hemorragias cerebrales.
  • El control de la diabetes es esencial, dado que en nuestro país el 22% de los pacientes que sufre un ataque cerebral es diabético.
  • Los factores psicosociales constituyen otro factor de riesgo altamente preocupante.
  • Pero, además de los factores de riesgo tradicionales, en los últimos años diversos estudios han puesto de manifiesto algunas vinculaciones de la enfermedad cerebrovascular que no estaban claramente demostradas: el estrés y la depresión duplican el riesgo de sufrir un ACV. ¿Cuál sería el mecanismo en este caso? Por un lado, cuando uno está estresado o deprimido hace menos ejercicio, canaliza la angustia comiendo o fumando, y la falta de deporte potencia el estrés porque no hay forma de canalizar la energía.

Por otro lado, el estrés actúa aumentando la liberación de corticoides y adrenalina que produce el propio organismo, y el único modo de contrarrestarlo es usando técnicas para poner las cosas en perspectiva, darse cuenta de qué es realmente importante y qué no lo es, hacer relajación, meditación, respirar y encontrar actividades placenteras a través de las cuales canalizar el exceso de energía.

Síntomas y prevención

Siempre es importante recordar los síntomas que presenta esta enfermedad para poder actuar a tiempo. Solo uno de cada cuatro pacientes que sufre un ACV llega a tiempo al hospital, y únicamente dentro de las primeras seis horas aproximadamente de producido un ACV isquémico puede aplicarse el tratamiento específico que permita revertir o minimizar los daños.

Generalmente, la enfermedad se caracteriza por presentar debilidad o adormecimiento de la cara, brazo o pierna, usualmente de un lado del cuerpo. También, por presentar dificultad para hablar, comprender o tragar; dificultad para ver con uno o ambos ojos; visión doble; pérdida del equilibrio o coordinación; vértigo; dolor de cabeza súbito y de máxima intensidad, sin causa aparente.

En el caso de los accidentes isquémicos, puede presentarse como aviso determinado tipo de manifestaciones leves consideradas “accidente isquémico transitorio” (AIT). Éste se trata de un déficit neurológico pasajero, de pocos minutos de duración, que revierte espontáneamente. Este aviso es importantísimo porque está dando evidencia de un territorio vascular amenazado que por alguna razón de suerte se destapó y pudo seguir funcionando. Es importante saber que la persona que lo padece se encuentra ante una emergencia médica, y debe concurrir a un centro especializado a realizarse los estudios porque todavía no se produjo ningún déficit.

Por eso, la prevención es crucial y desde la Fundación Cardiológica Argentina destacamos la importancia no sólo de la indicación de determinados fármacos, sino también de la adopción de estilos de vida más saludables. Si conseguimos que una persona deje de fumar, haga actividad física, mantenga un peso adecuado y disminuya el consumo de sal estaríamos descendiendo en más de la mitad el riesgo de padecer eventos cerebrovasculares.

La prevención debe ser antes y después. Son igual de importantes la prevención primaria (para evitar el ataque cerebral) y la secundaria (recomendada luego de un evento para minimizar el riesgo de padecer uno nuevo en el futuro). Si una persona no modifica sus factores de riesgo luego de haber padecido un ACV, las posibilidades de repetir la experiencia se incrementan en más del triple.