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Ancla en salarios: la paradoja de ver ahora a los aumentos como “desestabilizadores” del modelo

Una paradoja más del castigado “modelo”: después de haber defendido al consumo como principal locomotora de la economía, ahora el Gobierno no disimula su temor por el hecho de que el salario finalmente se transforme en un factor desestabilizador.

Tanto es así que los funcionarios K han llegado a poner a los dirigentes sindicales casi en la misma categoría que los clásicos “villanos” del relato oficial: los banqueros, los exportadores agrícolas y los empresarios de supermercados.

Lo cierto es que en este turbulento 2014, el salario ya no sólo es una de las variables del ajuste, sino que pasó a ser la nueva “ancla” tendiente a impedir un desborde en la economía, dado el desgaste de las otras anclas, aquellas usadas anteriormente, como el dólar y las tarifas de los servicios públicos.

Es más, varios analistas interpretan que la nueva política salarial del Gobierno obedece a que sólo con una caída del poder adquisitivo -sobre todo en el sector de trabajadores estatales- se hace factible sostener al “modelo”.

Un informe de la fundación Idesa sostiene que la existencia de salarios deprimidos en 2003 fue lo que permitió sustituir importaciones y crear las bases para luego poder crecer a “tasas chinas”.

“La intención ahora sería reeditar ese ‘modelo’. Entre diciembre y enero el tipo de cambio oficial subió un 30% y se pide enfáticamente que haya ‘moderación’ en las paritarias. Esto último implica, más allá de los discursos oficiales, que los salarios crezcan menos que los precios y el dólar”, afirma.

El economista Federico Muñoz agrega que la actual política “ruborizaría hasta al FMI” por su dureza: “Se apuesta a un ajuste fiscal de mala calidad, a que los sueldos de estatales no superen el 25% y a una inflación de más del 30% que licúe el gasto en términos reales”.

No obstante, la realidad muestra que no está resultando tan fácil conducir este tipo de ajuste.

El Gobierno navega entre dos escenarios indeseados. El primero es que las paritarias se cierren por encima del 30%. El segundo, acaso es el que genera más temor: que este tipo de negociaciones pierdan su esencia.

¿Por qué? porque corren el riesgo de ser sustituidas por un esquema de indexación “de hecho”, donde a cada agravamiento inflacionario le siga una reapertura de esas negociaciones.

Es la gran pulseada que se está jugando en estas horas detrás de las paritarias de los gremios más representativos.

Patear la pelota
La pauta de que el escenario laboral está cambiando quedó en claro con las iniciativas que adoptaron algunos de los principales gremios, al reclamar sumas puente en concepto de adelanto provisorio para compensar los efectos de la inflación y pérdida del poder adquisitivo.

El primero en dar el paso fue nada menos que el titular de la CGT oficialista y líder de los metalúrgicos, Antonio Caló, quien blanqueó en una reunión con las cámaras del sector el pedido de una suma fija de $700 para febrero y otra para marzo, hasta que arranque la paritaria en abril.

Al igual que otros sectores, el gremio decidió “aguantar” el verano con un alivio para luego cerrar un aumento anual que probablemente no supere el 25%, en línea con el pedido oficial.

Aunque las cámaras del sector todavía no aceptaron el acuerdo, varias autopartistas y algunas terminales como Peugeot ya empezaron a pagarlo para “calmar” el clima laboral, según pudo saber iProfesional.

En un principio, el pedido de sumas puente había generado fuertes cortocircuitos dentro del Gobierno, por la incertidumbre que implica acortar las paritarias y reabrirlas.

Por el lado de los maestros, funcionarios como Jorge Capitanich se oponen tajantemente a fraccionar la negociación y se apunta cerrar la discusión por decreto, al igual que en los últimos dos años.

Por partir de un sueldo básico chico, los docentes exigen un aumento de hasta el 60%, mientras que la Rosada les ofrece una suba del 26% (22% de base más una suma fija de $2.000 en dos cuotas).

En lo que se refiere al sector privado, el Ejecutivo hizo la vista gorda con las sumas puente, ya que cada vez más sectores adoptan ese tipo de paliativos con tal de “patear la pelota” y aguardar un mejor panorama económico antes de darle un cierre definitivo a la discusión salarial.

Se trata de una estrategia defensiva que adoptaron a principio de año los bancarios, aceiteros, petroleros y choferes de colectivo. Ahora los ferroviarios están avanzando en este tipo de tipo de tratativas, a los que luego se sumarán empleados de comercio.

A continuación, el estado de avance de las negociaciones en los gremios más representativos.

1. Maestros: La negociación entró en la recta final y todo parece indicar que, por tercer año, será cerrada por decreto, ante lo cual los sindicatos ya definieron medidas de fuerza. El Gobierno ofreció un aumento del 26,3% en tres cuotas y una suma de $2.000 por presentismo, que llevaría el piso a $4.333 en diciembre.

Pero los líderes gremiales exigen llevar el sueldo inicial a $4.800 (CTA oficialista), $5.600 (CGT oficialista) y $8.000 (Suteba rebeldes), mientras las provincias aguardan el resultado para iniciar la discusión a nivel local.

2. Bancarios: El sindicato y las entidades financieras acordaron en enero un adelanto a cuenta de $2.200 cada mes durante el primer trimestre. El convenio venció el 31 de diciembre y ahora deberán retomar la paritaria en marzo.

3. Comercio: Armando Cavalieri evalúa la posibilidad de reclamar una suma fija antes de abril, cuando finaliza el convenio, y pedir un incremento del 25% para todo el año en cuotas.

4. Alimentación: el sindicato reclamará un aumento del 30%. Algunas fábricas negociaron sumas por fuera del gremio. En tanto, la cámara del sector (COPAL) se mostró preocupada y presionó a la UIA para que pida una audiencia con la Presidenta. El convenio vence en abril.

5. Metalmecánicos: el oficialista SMATA ratificó el esquema de negociación trimestral adoptado en los últimos años, que actualiza el salario en función de cinco índices de medición. En 2013 obtuvieron un aumento de entre el 24 y 26%. Ahora las terminales automotrices dudan de continuar manteniendo esa modalidad.

6. Metalúrgicos: el actual convenio vence a fines de marzo y se dará inicio a la paritaria en abril. Sindicatos evalúan aceptar un 25% de aumento salarial para todo el año. Para el “mientras tanto”, Caló acordó un puente de $700 por febrero y otro por marzo.

7. Ferroviarios: los cuatro gremios que integran la federación de la actividad piden una suma fija de entre $900 y $2.000 hasta junio, y luego un aumento del 30%. En tanto, los delegados rebeldes reclaman una mejora inmediata del 40% y por un año.

8. Choferes: los de larga distancia pactaron un “anticipo” de $1.200 y un incremento de $70 en el viático diario. El convenio venció el 31 de diciembre y volverán a reunirse en marzo para iniciar la paritaria.

9. Camioneros: Hugo Moyano busca un incremento del 35% por todo el año. Hasta ahora rechazó el pedido de sumas transitorias pero la semana pasada planteó la posibilidad de adelantar la paritaria.

10. Petroleros: el sindicato de Petróleo y Gas Privado, liderado por el moyanista Guillermo Pereyra, acordó una suma puente de $3.000 por el primer trimestre y pateó para adelante la paritaria. Aspira a obtener una suba del 30%.

11. Construcción: representantes del sector habían señalado inicialmente que pedirían un 25% de incremento salarial. Ahora, según trascendió, podrían elevar sus demandas.

“Salarios cuidados”
En este contexto, una de las jugadas a las que apuesta el Gobierno es que el nuevo índice de inflación pueda funcionar como un elemento moderador de las negociaciones.

El intento es que, al transmitir mayor credibilidad, el IPCNu pueda sustituir a los demás indicadores privados que los sindicatos vienen tomando como referencia y que, con una ayuda del programa “Precios Cuidados”, se pueda persuadir a los gremios para que se “cuiden” en sus reclamos.

Pero es una estrategia cuya efectividad todavía está lejos de estar garantizada. De momento, el intento oficial es que los sindicatos “amigos” ayuden a evitar una proliferación de las llamadas cláusulas gatillo.

“Las paritarias se van a desenvolver con responsabilidad y no va a existir un acortamiento”, dijo a este medio el líder del Sindicato de la Alimentación e integrante de la CGT oficialista, Rodolfo Daer.

En tanto, desde el sindicato metalmecánico (SMATA), un gremio muy cercano a la Presidenta que, pese a los cambios en el INDEC, conservará los cinco índices (Abeceb, UBA, UNC, IPC Congreso y IPC Provincias) con los que mide la inflación y actualiza cada tres meses sus convenios.

“Tenemos que ser cautos al discutir los salarios, sin que haya desfasaje pero tampoco prendernos en un golpe de hiperinflación”, dijo a iProfesional el titular de Smata Córdoba, Omar Dragún, que mantiene una buena llegada con el gobernador José Manuel De la Sota.

Con todo, el plan oficial enfrenta serios obstáculos a corto plazo. En primer lugar, la resistencia de los industriales que en los últimos días volvieron a reclamar una mayor intervención del Gobierno ante el temor de que se “desborden” los acuerdos por salarios.

Pero, por otra parte, también corre el riesgo de ser saboteado por los propios sindicatos. No sólo porque esperan una mayor inflación en marzo, sino porque además sienten las presiones de sus propios afiliados y sectores gremiales opositores.

En Córdoba, tres autopartistas fueron tomadas en los últimos días por sus trabajadores, en reclamo por despidos. Las medidas fueron resueltas en medio de la negociación salarial entre las cámaras y la UOM.

En el sector ferroviario también hay cortocircuitos. A diferencia de otros años, la Unión Ferroviaria deberá lidiar con los delegados del Sarmiento y además, con la nueva conducción rebelde de la línea Mitre. En ambos casos rechazan los montos fijos y reclaman una suba inmediata del 40% para todo el año.

Así está planteada la cuestión salarial para un Gobierno que pasó a estar más preocupado por la inestabilidad económica que por el poder adquisitivo.

Arriesgando un empeoramiento de la conflictividad social, no duda en poner la “moderación” como un objetivo prioritario.

Y para persuadir a los dirigentes sindicales, aun en contra de su propio “relato”, ha empezado a agitar el fantasma del desempleo.