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Ante la escasez de talento, los puestos de IT deben tener nombre y apellido

La globalización y la revolución tecnológica cambiaron la naturaleza de hacer negocios, le agregaron incertidumbre a la vida económica y afectaron directamente el sentido de pertenencia de los profesionales hacia la organización, lo que a su vez generó un nuevo perfil psicolaboral conocido como Generación Y: jóvenes profesionales que prefieren ser contratados para proyectos específicos y plazos fijos, quedando en libertad para vender sus servicios entre empresas, muchas veces competidoras.

Estos jóvenes están acostumbrados a la inmediatez del acceso a la información a través de Internet, a la vertiginosidad de los cambios, a vivir el presente, a un contacto más efímero y distante. No obstante, se tornan más demandantes para con las empresas y el personal directivo, necesitando desafíos constantes, ofertas de un ágil camino de ascenso hasta llegar a posiciones gerenciales o de liderazgo, programas de capacitación que los mantengan actualizados y dinámicos, políticas de compensación y premios. Esta tendencia se ve fuertemente marcada por el promedio de edad de los colaboradores: en Adonix, por ejemplo, el staff promedia los 30 años.

De esta forma, el perfil del puesto de trabajo no es uno solo, sino que se adecua a cada profesional, más allá de los conocimientos técnicos, hay que tener en cuenta otros factores y diseñar un plan de carrera personal, con nombre y apellido, para cada profesional.

Este ejercicio de propuesta “a medida” de cada profesional se vuelve aún más complicado frente a las dinámicas exigencias y cambios que va desarrollando cada una de las personas.

Ante este escenario, los directivos deben incorporar a sus tareas cotidianas, más que nunca, la responsabilidad de cuidar, motivar y potenciar el crecimiento de nuestros colaboradores.

Por este motivo, es necesario revisar y reformular permanentemente la propuesta no sólo con las nuevas incorporaciones, sino con el staff permanente de la empresa. Este factor resulta clave para combatir la inestabilidad laboral actual: las empresas muchas veces tiene una visión de carrera que no es compatible con el desarrollo personal, la experimentación y el cambio que cada persona necesita o tiene proyectado llevar a cabo dentro de una organización. Se debe concebir a cada integrante de la empresa como un ser humano único e irrepetible, singular, con necesidades, motivaciones y aspiraciones específicas que deben ser consideradas para obtener así su máximo potencial.

El valor agregado en cada organización debe estar centrado, principalmente, en fomentar un clima laboral agradable, de camaradería, en donde cada empleado encuentre un lugar de pertenencia para desarrollarse profesionalmente. La horizontalidad en las relaciones laborales es un punto clave para lograrlo, ya que genera total confianza entre directivos y consultores.

Otro tema importante, que cobra cada vez mayor relevancia, es el hecho de que la empresa promueva un equilibrio entre el trabajo y la vida personal, para evitar el stress en el trabajo y mejorar los resultados.

En la tarea de organizar, mantener y controlar los recursos humanos es necesario contar con el personal idóneo para seleccionar, reclutar, inducir, capacitar, premiar y desarrollar el personal de toda la organización, logrando que los mismos se sientan reconocidos y comprometidos con los objetivos de la empresa.

Gabriela Perret, directora General de Adonix Argentina