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Autoestima y confianza personal, elementos diferenciales en tiempos de crisis

¿Cuántas veces se encontró en una situación social en la que le gustaría poder manejarse de manera diferente? ¿Cuántas veces se vio recordando una escena, volviéndola a ver una y otra vez en su mente y diciéndose si hubiese dicho esto, o hubiese hecho esto otro? Corrigiendo mentalmente lo que no pudo hacer de otro modo en el momento en que lo vivió.

¿Cuántas posibles oportunidades se pierden por no contar con la suficiente autoconfianza o la habilidad necesaria para ponerse en una mejor posición en situaciones, aún en las de crisis?

Todos hemos transitado algunas veces por esas experiencias, pero qué es lo que diferencia a aquellas personas que las viven eventualmente de aquellos que la pasan mal, quienes no viven la vida que les gustaría. Fundamentalmente la diferencia radica en la autoconfianza, la autovaloración y la capacidad de relacionarse con los otros de manera satisfactoria.

A lo largo de la historia de la humanidad ha habido tiempos de bonanza, de crisis, de miseria, de cambios lentos y otros abruptos. Las personas mejor equipadas para adaptarse a su tiempo histórico, las más flexibles, las que conservan la confianza, la esperanza, y la capacidad para vincularse con los otros son las que sobreviven emocionalmente a los desastres naturales, económicos o políticos del momento, y pueden construir un nuevo lugar en su vida desde el que proyectarse y realizarse, templando su carácter luego de la crisis.

Pero qué sucede con aquellas personas que se paralizan, aquellos a los que el miedo los angustia y se quedan mirando lo que falta, se sienten incapaces de relacionarse con otros de manera satisfactoria. Son muchos los que se reconocen como inhibidos, faltos de fuerza, incapaces de poner límites claros, abusables, frustrados, con baja autoestima. Sufren y sufren, y suelen estar donde la vida los ponen, no donde ellos quisieran.

Afortunadamente en la actualidad hay técnicas psicológicas que enseñan a las personas a descubrir sus recursos y a desarrollar habilidades para optimizar su capacidad de relacionarse con los demás. También hay maneras específicas de mejorar la autopercepción y el reconocimiento de las fortalezas y vulnerabilidades para de este modo reforzar la autoestima y caminar por la vida de un modo más satisfactorio, menos hostil, con más esperanza, ya que de transitar el camino que toca y modificar de manera constructiva lo que se puede.

Por ejemplo, para mejorar la autoestima es necesario conocer cuáles son las fortalezas y aspectos positivos y cuáles las propias limitaciones. A partir de esta valoración, se decidirá qué aspectos se desean mejorar y cuáles reforzar. El plan de acción para cambiar determinadas características debe ser realista y alcanzable en el tiempo. Es decir, hay características que habrá que aceptar y con las que convivir, intentando sacar partido y ver su aspecto positivo.

Características de las personas con alta autoestima:

* Superan sus problemas o dificultades personales.
* Afrontan los nuevos retos con optimismo, intentando superar el miedo y asumiendo responsabilidades.
* Se comunican con facilidad y les satisfacen las relaciones sociales, valoran la amistad y tiene iniciativa para dirigirse a la gente.
* No necesitan de la aprobación de los demás, no se cree ni mejor ni peor que nadie.

Característica de las personas con baja autoestima:

* Falta de credibilidad en sí mismo, inseguridad.
* Atribuir a causas internas las dificultades, incrementando las justificaciones personales.
* Descenso del rendimiento.
* Incumplimiento de las metas propuestas.
* Falta de habilidades sociales adecuadas para resolver situaciones conflictivas (personas sumisas o muy agresivas).
* Incremento de los temores y del rechazo social, y, por lo tanto, inhibición para participar activamente en las situaciones.

Consejos prácticos para mejorar la autoestima:

* Quererse más y mejor. Intentar cambiar nuestro autoconcepto.
* Aceptarse tal cual se es, con sus cualidades y defectos.
* Desarrollar el sentido del humor, no darle tanta importancia a cosas que no la tienen, ni a los posibles comentarios de los demás.
* Prestarse más atención, dedicarse tiempo a hacer aquello que lo hace feliz y lo satisfaga.
* No temer a las responsabilidades o a tomar decisiones.