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Brasil también tiene su ruta del vino

Cuando se piensa en Brasil y una bebida alcohólica, enseguida viene a la mente una cerveza helada, una caipirinha, una piña colada… Pero muy pocos conocen los vinos de Brasil, de finas castas y exquisito bouquet.

Desde hace poco, las bodegas brasileñas están dedicándose al enoturismo, tendencia que combina actividades de degustación de vinos, naturaleza, turismo aventura, alternativo y cultural en un escenario de viñedos y montañas.

El estado de Rio Grande do Sul (compuesto por las ciudades de Bento Gonçalves, Garibaldi, Farroupinha, Caxias, Flores da Cunha, Ipé, Vacaria, Gramado, Canela, Veranopolis, Cotipora, entre otras), al sur del país, es la zona vitivinícola por excelencia. Hoy se suman también las regiones de Santa Catarina, Paraná, Minas Gerais, San Pablo y Pernambuco, con potenciales productores. Entre valles, montañas y parrales se puede descansar, respirar aire puro, así como interesarse por la historia y las costumbres de los precursores de esas tierras. Algunas villas ofrecen shows folklóricos y visitas a parques temáticos, donde rememoran la llegada de los habitantes precursores (jesuitas primero, inmigrantes italianos después). Asimismo, muchas bodegas familiares ofrecen circuitos enoturísticos conformados por hoteles boutique, posadas, restaurantes y paseos. O abren sus puertas para degustar los mejores vinos en las terrazas de sus viñedos, acompañados de las delicias que los chefs regionales preparan para el turista.

Entre las principales variedades de vino blanco se destacan el Chardonnay, Riesling Itálico, Semillón y Gewûrtztraminer, y entre los tintos, el Cabernet Franc, Merlot y Cabernet Sauvignon.