Inicio Empresas y Negocios Cargos gerenciales, se regalan. No se apretujen, hay para todos

Cargos gerenciales, se regalan. No se apretujen, hay para todos

Hace unos años, el título de “gerente” llenaba de prestigio a una tarjeta de presentación. Y ni hablar del título de “presidente”. El feliz poseedor de esta tarjeta podía alardear de su altísimo cargo en la organización.

Sin embargo, si usted asiste hoy en día a cualquier evento de networking, seguramente se encontrará con muchachos que ni siquiera llegan a los treinta años pero que tienen cargos como “gerente de área”, “sales managers” o “regional vice president” (siempre quedan bien los títulos en inglés).

En efecto, los cargos parecen haber perdido gran parte de su significado en la vida corporativa de nuestro tiempo. Casi cualquiera, sin importar cuál sea su función real en la empresa, hoy puede imprimir con orgullo el título de “gerente” en su tarjeta corporativa.

En los Estados Unidos, por ejemplo, muchas organizaciones han llegado a la exageración de abrir puestos gerenciales como Chief Reputation Officer (encargado de responder a las difamaciones contra la empresa), Chief Privacy Officer (encargado de asegurar que los datos privados de los clientes estén a resguardo), Chief Apology Officer (encargado de pedir disculpas en nombre de la organización) y Chief Receptionist Officer (el nombre lo dice todo).

¿A qué se debe el fenómeno? ¿Por qué el otrora preciado título de “gerente” hoy se ha convertido casi en una trivialidad?

Estos son los interrogantes que pretende resolver el artículo Title Inflation Hits the C-Suite de la prestigiosa Wharton Business School.

Según la profesora Betsey Stevenson, la proliferación de títulos pomposos para cargos de baja responsabilidad es un reflejo del achatamiento de las compañías. Veinte años atrás, en las tradicionales organizaciones piramidales, el título de “gerente” tenía un real significado. En aquellos tiempos, había una fuerte distinción entre los que mandaban y los que obedecían. Así, un gerente era alguien que tenía a su cargo a muchas otras personas.

No obstante, en los últimos años, las estructuras corporativas experimentaron un fuerte proceso de achatamiento. En comparación con veinte años atrás, hoy las empresas tienen menos cargos jerárquicos y más grupos de trabajo que tratan problemas específicos. Y, desde luego, cada uno de los líderes de estos grupos (aunque tengan sólo cinco personas a su mando) quiere poner, en su tarjeta, el título “gerente de área” o “unit manager”.

En gran medida, señala el profesor Len Lodish, los cargos “con chapa” pueden ser una excelente manera de ahorrar costos salariales. Vivimos una época donde la rotación es cada vez mayor y el trabajador promedio suele atravesar por muchas empresas a lo largo de su carrera. Entonces, el currículum se vuelve una herramienta cada vez más importante.

Entonces, para la empresa, otorgar un cargo gerencial a un empleado de baja responsabilidad equivale a realizar una oferta tácita al trabajador: “Mire, nos interesa retenerlo (pero no queremos pagarle mucho). Le pagaremos un sueldo relativamente bajo. Pero, a cambio, lo nombraremos ‘vicepresidente’ en lugar de ‘analista'”

Al trabajador, en principio, le conviene. El título de “vicepresidente” queda muy bien en cualquier CV. Entonces, trabajar algunos años como vicepresidente (de bajo costo, desde luego) podría ser la llave para lograr, en el futuro, el puesto ideal.

Esto es lo viene ocurriendo desde hace algunos años en la banca de inversión de los Estados Unidos. Si usted va a uno de estos establecimientos, tendrá buenas probabilidades de ser recibido por un vicepresidente en persona. Sin embargo, esto no significa que esté usted sentado frente a uno de los directivos top.

De hecho, en los últimos 15 años, en el sector financiero norteamericano, muchos “analistas senior” se convirtieron automáticamente en “vicepresidentes”. Su trabajo no había cambiado. En gran medida, todos seguían siendo vendedores de los servicios de la compañía. Sin embargo, los bancos creyeron que esta era una buena forma de retenerlos y motivarlos.

Según la profesora Stevenson, esta estrategia de retención sólo es viable si los empleados la aceptan. Y esto es lo que parece estar ocurriendo. Muchos están dispuestos a sacrificar ingreso en metálico a cambio de un título rimbombante. Así, señala la especialista, quizá se trate de un buen indicio de que esta generación es más vanidosa que las anteriores.