Inicio Empresas y Negocios CEOs super estrellas, ¿los magos del bajo rendimiento?

CEOs super estrellas, ¿los magos del bajo rendimiento?

Muchos medios especializados en negocios entregan, periódicamente, premios a los managers que se destacan sobre el resto.

Jack Welch, el mítico líder de General Electric, fue elegido “manager del siglo” por la prestigiosa revista Fortune en 1999. Carly Fiorina, ex CEO de Hewlett-Packard, ocupó el primer lugar del ranking Fortune de las mujeres más poderosas de los negocios entre 1998 y 2004.

Desde luego, los CEOs suelen estar encantados con estos galardones. Al fin y al cabo, les permite sentirse, por algunos instantes, como auténticas estrellas del espectáculo (además de mejorar su poder de negociación para exigir mejores contratos).

Sin embargo, los accionistas no pueden decir lo mismo. En el artículo The Superstar CEO Curse del MIT, dos investigadores demuestran que las compañías al mando de CEOs super estrellas acaban exhibiendo rendimientos inferiores al promedio del mercado.

A través de una compilación de 250 CEOs premiados desde 1975, los profesores Ulrike Malmendier (MIT) y Geoffrey Alan Tate (UCLA) observan que, en última instancia, los managers premiados tienen un rendimiento inferior al de sus colegas de menor perfil.

¿Cómo se explica el fenómeno?
En principio, puede haber varias hipótesis a considerar. Sin embargo, advierten los investigadores, la más sólida parecer ser el cambio de conducta que afecta a los CEOs de alta exposición mediática.

En efecto, si usted ha ganado el premio del manager del año, es probable que lleguen representantes de editoriales para ofrecerle publicar un libro con sus experiencias. Y también es probable que usted pueda empezar a recorrer el mundo cobrando miles de dólares por conferencia.

Carly Fiorina, por ejemplo, utilizó su popularidad para codearse con estrellas de Hollywood durante su gestión en HP. De hecho, señalan los expertos, ganar un premio duplica las probabilidades de que un CEO publique un libro (tanto Fiorina como Welch lo hicieron).

Así, el aumento de las distracciones extra laborales podría resentir seriamente la performance del número uno de la organización (y, desde luego, la satisfacción de los accionistas).

El glamour de los premios puede ser muy seductor para los galardonados. Y, en este marco, puede ser bastante decepcionante para algunos regresar a sus actividades cotidianas como la lectura de análisis financieros u otras ocupaciones menos glamorosas.

En definitiva, cuando las luces del estrellato comienzan a cegar al líder, quizá sea bueno que los accionistas consideren la posibilidad de buscar una persona más apta para la gestión y menos orientada al showbiz.