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¿Cómo convencer a un jefe anticuado de que lo digital es vital e imprescindible para sus negocios?

¿Por qué siguen existiendo responsables de empresas que siguen dudando del poder de internet?


Muchas veces nos cuesta entender que alguien pueda, en el mundo en el que vivimos, dudar del poder de internet. Internet está en todas partes y se ha convertido además en el elemento en el que todos acabamos cuando buscamos información, cuando queremos entretenimiento o cuando estamos investigando qué producto queremos comprar. Así pues, ¿cómo alguien puede dudar del poder y los beneficios de Internet para los negocios?

El número de internautas no para de crecer, las velocidades de conexión son cada vez superiores y el número de dispositivos conectados a la red van creciendo a la par. Internet no es simplemente un espacio de entretenimiento, no es una curiosidad. Internet no es de hecho ni siquiera solo un nuevo soporte para la comunicación. La red se ha convertido en una suerte de revolución, un elemento que está cambiándolo todo. Consumimos de forma diferente, nos comunicamos de forma diferente e incluso tenemos expectativas diferentes, todo ello gracias al poder que la red tiene en nosotros.

Entonces, ¿por qué siguen existiendo responsables de empresas que siguen dudando del poder de internet? ¿Por qué continúan existiendo directivos que ningunean el poder de la red y lo ponen en el punto más bajo de su lista de prioridades o simplemente lo consideran un punto más dentro de las curiosidades, casi tan importante como podría ser el hacer mecheros y bolis de merchandising? Lo cierto es que, aunque nos gustaría pensar que estas figuras son algo residual, muchos son los pobres trabajadores que tienen que enfrentarse a responsables de empresa que aún no tienen muy claro el poder de la red o que están convencidos (erróneamente) de que su empresa no necesita posicionarse en el mundo online. Esto no solo es un error sino también una auténtica pesadilla para el trabajador que tiene que navegar en esas aguas. ¿Cómo convencer a ese ejecutivo reluctante ante el poder de la red de que internet es casi obligatoria en los tiempos que corren? ¿Cómo convencer a ese jefe anticuado de que lo digital no es un capricho sino una realidad imprescindible?

En serio: tienes que estar en internet

Sí, puede parecer una verdad de Perogrullo y un argumento un tanto pobre para sacar en una conversación, pero lo cierto es que aquí no hay grises sino blancos y negros. O estás o no estás. Y o estás en el siglo XXI o no lo estás. Es un hecho. Las marcas tienen que estar en internet porque ahí están los consumidores y también porque ahí es donde los consumidores esperan que estés. Por si la realidad no funciona como un elemento para convencer siempre se puede echar mano a los números.

Según el último Perfil sociodemográfico del Internauta elaborado por Red.es, en España se conectan a internet 29.528.064 personas, lo que es una cifra que supera la media de la población de España. Y las cifras no son son elevadas sino que además están en constante aumento. Los números de 2014 (los últimos disponibles) son un 10% superiores a los de 2013.

No, internet no es simplemente un lugar en el que pierden el tiempo los adolescentes

Uno de los argumentos que suelen ser los favoritos de estos jefes anticuados que no acaban de entender qué es y cómo funciona internet es el de que la red es solo el lugar en el que pierden el tiempo los adolescentes, lo cual es un fallo de cálculo bastante grave. Internet no es solo el lugar en el que pierden el tiempo los adolescentes. La red es mucho más que eso. No solo internet tiene un volumen de usuarios que va mucho más allá de los adolescentes sino que además es una fuente de servicios que va más allá de lo que estos consumidores pueden querer. Sí, internet es donde los jóvenes juegan online y se conectan a las redes sociales, pero la red es también un espacio de información con influencia e importancia creciente o el lugar en el que ya muchos hacen sus compras, desde el nuevo sofá para el salón hasta la compra semanal de alimentación.

No importa lo que tú pienses que sea bonito, tienes que ajustarte a la red

Una vez que se ha visto el potencial que tiene internet y que se ha comprendido que se tiene que estar en la red, toca el nuevo punto de discusión y de dificultad. ¿Qué es lo que se va a hacer en internet? ¿Cómo se va a presentar la marca en la red? Y ahí empieza un tira y afloja entre lo que el jefe anticuado cree que es lo mejor y lo que sus sufridos empleados que conocen perfectamente cómo funcionan las cosas en internet saben que es lo mejor.

Poco importa lo que uno piense que es lo mejor. Para lanzarse a internet hay que hacer una campaña y una estrategia, al igual que se hace cuando se intenta lanzarse a otro soporte cualquiera. Nadie haría una campaña en un periódico sin analizar cómo es ese medio, qué tipo de anuncio sería el que funcionaría mejor en el mismo o qué público lector tiene esa cabecera. Lo mismo sucede en el mundo online. Hay que analizar qué es lo que está funcionando en internet, qué tipo de lectores son los que se quieren encontrar y cómo hay que presentar ese mensaje. Hay que aprender las normas de la red para salir a ella. Poco importa lo que uno piense y crea. Poco importa que se piense que un elemento es más bonito que otro. Lo que importa es lo que internet requiere.

Insistimos: internet tiene su propio lenguaje

Porque internet es un espacio con un lenguaje propio, con sus códigos, sus normas, sus costumbres y su etiqueta. No se puede entrar como un elefante en una cacharrería. Hay que tomarse el tiempo necesario para aprender esa nueva lengua y el cómo moverse por ese nuevo entorno. Para que lo entienda bien el jefe anticuado: si la empresa quisiese entrar en otro mercado distinto al propio, como pongamos por caso China, antes de lanzarse a por él estudiaría las normas de ese mercado y el cómo debe comportarse uno. Aprendería la cultura local y se ajustaría a ella. Internet es como China. También hay que aprender a moverse por ella.

No vale con salir a la amplia red. Tienes que llegar al consumidor

Se ha convencido al jefe anticuado del poder de la red y se han ajustado las cosas para que la empresa esté ya online. Pero? ¡sorpresa! (o quizás no tanta) ahora que se ha entrado en internet, el jefe no entiende cómo es que no se está consiguiendo un éxito brutal y cómo es que no entran millones de consumidores en la web de la compañía. Las estadísticas muestran que en tiempo real solo hay un par de visitantes en la web corporativa (y nadie confiesa al jefe anticuado que esos visitantes son en realidad los propios trabajadores de la empresa). ¿Qué está pasando?

Lo que está ocurriendo es que internet no es la Virgen de Lourdes ni ninguna otra entidad a la que se le quieran atribuir poderes mágicos. No es el mago Merlín. Internet es un soporte con mucho potencial, pero un potencial que obviamente hay que trabajar. No vale con poner las cosas online, hay que crear una estrategia para llegar a esos consumidores a los que se quiere convencer. En realidad, es lo mismo que ocurre en todas partes. Todos los mensajes necesitan una estrategia de emisión efectiva.

Tu sobrino no puede ser el responsable de la estrategia online

Y aquí suele venir otro punto problemático. El jefe que no conoce cómo funciona internet suele pensar que cualquiera que sea usuario de la red y que conozca más o menos cómo funciona podrá servir para gestionar esto. Aquí entra en juego el sempiterno sobrino, joven y que pasa mucho tiempo en internet y en ‘eso del Facebook’ y que por tanto parece la persona adecuada para gestionar la presencia en la red. ¿Dejaría el jefe anticuado la gestión financiera en manos de aquel sobrino que sacó tan buenas notas en Bachillerato en matemáticas? Pues eso.