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¿Cómo elegir al ginecólogo u obstetra?

La elección del ginecólogo, cuando se realiza a conciencia, enfrenta a la mujer a una serie de interrogantes. Antes de tomar la decisión se preguntará si el médico novato tiene la experiencia suficiente para detectar enfermedades complejas, si el profesional de larga trayectoria se mantiene actualizado o si conviene elegir un ginecólogo o una ginecóloga.

Cualquiera sea la opción, lo importante es hacerlo con responsabilidad porque se trata de la elección del médico de cabecera ya que el ginecólogo es el encargado de guiar a la mujer en los controles periódicos, detectar precozmente anomalías o alternaciones, asesorarla para que pueda aprovechar las bondades de la vida sana, contenerla en las crisis que vaya atravesando, escucharla en temas relacionados con su sexualidad y derivarla a otros especialistas en el momento que crea oportuno.

Independientemente de la edad, sexo, experiencia y sistema dentro del cual ejerce el ginecólogo u obstetra, el primer criterio que deben valorar las mujeres a la hora de elegir al profesional es la idoneidad. Una forma sencilla de hacerlo es asegurarse que el médico cuenta con la acreditación expedida por la autoridad competente que lo habilita a ejercer. En la página web de nuestra sociedad (www.sogiba.org.ar) se pueden consultar los profesionales de Capital Federal y Conurbano acreditados por la entidad. A este aspecto formal se suman las características personales del médico, cuya preferencia será particular en cada mujer.

Otra alternativa válida a la hora de elegir al ginecólogo es solicitar el asesoramiento de un profesional de confianza, como puede ser el médico de familia o el pediatra de los hijos. Esta opción es menos viable en el sistema público, pero en este ámbito la mujer tiene el reaseguro de que los profesionales trabajan dentro de un servicio en el cual generalmente hay controles, reglas y normas de atención preestablecidas.

Una vez que se ha comprobado que el profesional está acreditado y se tienen referencias de su idoneidad, la mujer deberá “probar” si tiene empatía con el médico. No hay que desestimar el tan mentado: “es cuestión de piel”; a la hora de la elección es muy importante guiarse también por los sentimientos que surgen en la primera o segunda consulta.

Aunque no siempre pueden abordarse todos los temas en las primeras entrevistas, hay algunos que no se pueden pasar por alto como es el caso de las embarazadas con fechas de parto “conflictivas” (fiestas, vacaciones): la mujer debe cerciorarse si el obstetra estará presente ese día o si ha implementado una estrategia alternativa (equipo, reemplazante).

Las mujeres que requieren que el profesional esté disponible cada vez que necesitan localizarlo deben plantearlo abiertamente porque en las actuales circunstancias del ejercicio profesional, el médico no está obligado a hacerlo si la paciente cuenta con un servicio de urgencias garantizado por su sistema de salud.

Algunos mitos

Un consultorio lleno de gente donde hay esperar para ser atendido puede deberse a que el profesional es muy requerido por su idoneidad o a que el médico no sabe ordenar sus horarios.

El hecho de que el ginecólogo solicite muchos estudios –a veces a requerimiento de la paciente- no significa que sea un buen médico: puede estar desorientado o puede intentar cubrirse frente a posibles demandas legales. Un médico con experiencia pide sólo aquellos estudios que necesita para confirmar su diagnóstico.

El vínculo con el ginecólogo u obstetra, ya sea varón o mujer, joven o con experiencia, parco o expresivo debe fundarse en la confianza para que la mujer puede expresarse con comodidad y amplitud. Es importante que sepa escuchar y dar una respuesta más allá de lo estrictamente profesional. Debemos recordar que la salud femenina atraviesa diferentes etapas y crisis vitales de la mujer y es necesario que sea cuidada por una sociedad: la que establece la mujer con el o la profesional sobre la base de la honestidad, el conocimiento, y el respeto y la comprensión mutuas.