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¿Cómo evitar que nuestra reacción a la crisis sea peor que la crisis misma?

Toda crisis tiene una parte objetiva y real que posiblemente esté ajena a nuestra voluntad. Pero también tiene una parte subjetiva y controlable: la calidad de nuestra respuesta.

Recientemente, en la India murieron 150 personas aplastadas ante una falsa alarma de bomba. En los Estados Unidos, tres estudiantes fallecieron por un incendio que nunca existió.

Así, si hay gente que llega a morir por procesar mal una noticia, ¿cuánto del daño que nos hace una crisis económica se explica por nuestra reacción equivocada?

Cuantificar este daño no es tarea sencilla. Sin embargo, al menos podemos ensayar alguna estimación cualitativa.

¿Cuánto disminuyó la motivación de nuestros empleados, proveedores y clientes por todas las veces que les hemos hablado de los tiempos difíciles que se vienen?

Cada vez que mencionábamos la palabra “crisis”, probablemente les brindábamos un motivo para que se esforzaran menos y una excusa para justificar resultados subóptimos.

En efecto, las emociones que emergen en tiempos de crisis nos hacen más torpes e irracionales. Afectan nuestra habilidad para trabajar en equipo e infunden desaliento, desconfianza, pánico y anomia.

El resultado: incremento de la conflictividad, deterioro de la comunicación, formación de facciones, degradación de la adhesión a valores éticos, paranoia, ausentismo y estrés.

Problemas que afectarán los resultado de la empresa cuando la crisis sea sólo ilusoria y agravarán la situación cuando sea real.

Ahora bien, ¿cómo evitar los efectos negativos que surgen de nuestras respuestas equivocadas?

1) Adoptemos una actitud basada en que la crisis no es eterna

Comuniquémoslo formal e informalmente a nuestro personal, clientes y proveedores. Con esta medida, podremos cuidar relaciones y seguir trabajando para estar mejor a la salida del túnel. Por otro lado, ninguna crisis debería ser una excusa para perder el sentido del humor.

2) Recordemos que una crisis trae oportunidades y que sólo podremos aprovecharlas si estamos atentos y bien coordinados

En este aspecto, es útil consensuar internamente los riesgos y oportunidades que se vienen y realizar un plan conjunto para aprovechar la situación.

Si hay que reducir gastos, encuadremos la decisión como una oportunidad en lugar de como una mala noticia.

3)Escuchemos a la gente con más cuidado y educación que antes

4) Recordemos que la frustración, más que el exceso de trabajo, es causa del estrés. Y tengamos en cuenta que la buena comunicación reduce la frustración.

5) Nunca hablemos de los problemas sin decirle a la gente lo que esperamos que hagan al respecto, acordando con ellos el camino a seguir para lograrlo

En definitiva, el magnate automotriz Henry Ford alguna vez dijo: “tanto si piensas que puedes, como si piensas que no puedes, estás en lo cierto”.

Así, en lo más oscuro de la crisis, debemos recordar que muchos de los costos los generamos nosotros mismos a través de nuestras reacciones equivocadas que derivan en profecías pesimistas autocumplidas.