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Cómo lograr el bienestar en pacientes con enfermedad de Parkinson

En el marco del Día Mundial de la Enfermedad de Parkinson, la Sociedad Neurológica Argentina en conjunto con el Grupo de Movimientos Anormales promueven la concientización de esta enfermedad, bajo el lema “Cómo lograr el bienestar en pacientes con enfermedad de Parkinson y cómo convivir con ella”.

La enfermedad de Parkinson es una enfermedad crónica degenerativa que afecta gradualmente a los músculos y a la capacidad de movimiento de la persona y se calcula que afecta entre el 1 y el 2% de los mayores de 65 años. Sin embargo, no siempre se limita a personas mayores sino que también puede incidir en personas jóvenes de entre 20 y 40 años. Esta enfermedad degenerativa constituye un problema sanitario creciente dado el aumento de su incidencia en las últimas décadas. En nuestro país, se calcula que 80.000 personas padecen esta patología.

Entre los síntomas, los pacientes desarrollan problemas motores (temblor, rigidez o trastornos de la marcha) pero también sufren de síntomas no motores que afectan gradualmente su calidad de vida. Por esta razón, es necesario que tanto la persona que padece Parkinson como su entorno familiar reciban un conjunto de conocimientos dirigidos a mejorar su calidad de vida.

Mejorando la calidad de vida
En primer lugar, es esencial una buena educación que ayude a aprender a convivir y sobrellevar la enfermedad para evitar el aislamiento. El impacto emocional de la enfermedad es muy fuerte y pueden presentarse casos de depresión. En este sentido, existen una gran prevalencia de casos de depresión en pacientes con esta patología (entre el 50 al 70% de los casos), que puede manifestarse como falta de concentración, fatiga, insomnio, ansiedad, irritabilidad, pesimismo, tristeza, y en otras ocasiones vincularse con una menor adherencia de los pacientes al tratamiento o abandono del mismo.

Además, es común que aparezcan trastornos del sueño en los pacientes que se vinculan con el compromiso de neuronas dopaminérgicas y no dopaminérgicas. Dentro de los trastornos más comunes se encuentra la fragmentación del sueño, en el cual la persona concilia fácilmente el sueño, pero a las 2 o 3 horas se despierta, para luego volver a dormirse y así sucesivamente. En muchas ocasiones los pacientes lo relacionan con rigidez o dolor nocturno.

Uno de los aspectos relevantes que contribuyen a mejorar la calidad de vida es el tema de los ejercicios físicos, puesto que con los años la enfermedad de Parkinson lleva a trastornos de la marcha y del equilibrio. En este sentido, está comprobado que el ejercicio en la enfermedad de Parkinson mejora la marcha, el equilibrio y la calidad de vida de los pacientes[i]. Los ejercicios físicos son muy importantes porque en estadios avanzados, se asocia a la enfermedad de Parkinson a fallos posturales y tendencia a las caídas, registrándose que los pacientes con esta patología tienen 3 veces más posibilidades de caerse y sufrir una fractura de cadera[ii].

Entre las múltiples terapias de rehabilitación propuestas para aliviar estos síntomas se encuentra la danza. Diversos estudios han demostrado beneficios a nivel motor en los pacientes que bailan tango, así es que se ha comprobado que durante las lecciones de tango los participantes presentan un aumento de la activación en áreas premotoras y área motora suplementaria[iii]. El tango se caracteriza por emplear frecuentes movimientos de iniciación y cese del movimiento, reiterados cambios de dirección y un amplio rango de velocidad de movimiento. Todo esto, sumado al aspecto lúdico que implica el baile, hace de este tipo de actividad un recurso de sumo valor en la rehabilitación motora de los pacientes con enfermedad de Parkinson.

Otro de los aspectos esenciales en la calidad de vida de la persona es la alimentación dado que la dieta podría influir en el riesgo de padecer la enfermedad de Parkinson, así como también la alimentación podría aliviar la enfermedad o repercutir en la eficacia de ciertos tratamientos. En este sentido, recientes estudios muestran una asociación entre la dieta mediterránea y el riesgo de padecer Parkinson, como el realizado por Alcalay y col., en la Universidad de Columbia, New York. En dicha investigación se analizó la ingesta promedio de nutrientes realizada en el año anterior y los resultados evidenciaron que a mayor adherencia a la dieta mediterránea, menor riesgo de padecer Parkinson, y a menor adherencia a la misma, mayor riesgo de presentar un inicio temprano del mismo. De esta manera, se demostró por primera vez una asociación entre los hábitos dietarios y la edad de comienzo de la patología[iv].

La enfermedad afecta emocional y socialmente a la persona que la sufre, pero a través de la educación de nuevos hábitos y el conocimiento de la enfermedad tanto del paciente como de su entorno se puede mejorar el bienestar y la calidad de vida de los mismos.