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Cómo manejar la comunicación durante la crisis

Evidentemente, Pitágoras es Pitágoras, Arquímedes es Arquímedes, y la imagen y la comunicación no son matemáticas ni física, pero podemos aplicar sus métodos de análisis científico para intentar alcanzar algunos conocimientos útiles.

Como seguramente recordamos, el método para lograr este conocimiento parte de unos axiomas, compartidos por la comunidad científica, para, mediante una deducción lógica y rigurosa, llegar a la conclusión o teorema que pueden confirmar o no nuestra hipótesis inicial.

Pues bien, vayamos con los datos incuestionables de la realidad, que son auténticos axiomas:

1.- Estamos en un momento de crisis económica que está afectando todos los sectores, desde el financiero e inmobiliario hasta el turístico, publicitario y automovilístico.

2.- La crisis es mundial y, por lo tanto, no cabe esperar ayudas de otros países más fuertes que tiren de nuestra economía. ¡Bastante tienen con ocuparse de lo suyo!

3.- La situación afecta a todos los públicos de las empresas: a los accionistas, que ven caer el valor de sus acciones; a los clientes, que consumen menos productos; a los trabajadores, afectados por cierres masivos, y a los proveedores, que son arrastrados por sus clientes a reestructuraciones también traumáticas.

4.- El momento es de vida o muerte para muchas compañías y la competencia se endurece. Hoy, más que nunca, es necesario vender mayor eficacia, lograr la diferenciación de los productos y hacer llegar mejor el mensaje a los clientes.

5.- Los ajustes necesarios afectarán al plantel de muchas empresas. Habrá trabajadores a los que se necesitará explicar por qué se marchan, y los que se quedan, motivarlos con más fuerza.

A partir de estas realidades, que hoy nadie discute, cabe hacer la siguiente deducción o desarrollo:

* Nadie compra lo que no conoce y, en momentos de crisis, los consumidores seleccionan exhaustivamente los productos y servicios que consumen. Por lo que es necesario diseñar una política de comunicación comercial activa, basada en la imaginación y no en el gasto: que haga llegar a los clientes, con la mayor nitidez, mensajes eficaces y les explique las ventajas de los productos.

* Nadie es capaz de llegar a la meta si no sabe dónde se encuentra ésta, y las empresas necesitan que los empleados produzcan más y mejor, por lo que tienen que establecer una política de comunicación interna activa para explicarles adónde van, porqué se toman las medidas que se toman y qué espera el empresario de ellos.

* Ningún accionista va a confiar ahora en un valor, en medio del pánico general, si no tiene el convencimiento de que su dinero está seguro, en buenas manos, y que su inversión acabará siendo rentable. Por ello, es necesario gestionar una comunicación transparente y permanente con los accionistas actuales y potenciales, que fidelice a los que se quedan y abra el camino a nuevos inversores.

* La comunicación con los diferentes públicos es hoy más necesaria y valiosa que nunca. Sólo si se logra optimizar esa comunicación estará garantizado el futuro de la empresa. O lo que es lo mismo, cuanto más capaces seamos de atraer a nuestros clientes, motivar a nuestros trabajadores y generar confianza entre nuestros accionistas, más cerca estaremos de garantizar el futuro.

Después de estos considerandos llegamos, por fin, a nuestro teorema de la comunicación de crisis , que podría enunciarse así: “Toda empresa sumergida en una crisis experimenta un empuje hacia su futuro, proporcional a la intensidad y calidad de la comunicación que realiza con sus públicos”.

Es un buen momento para reflexionar sobre la comunicación de crisis. Seguramente no se llegarán a descubrir teoremas tan celebrados como el de Arquímedes, pero creo que todos estaremos de acuerdo en que, aunque la comunicación no es la única solución para la crisis, sí puede ser un instrumento de gestión decisivo para enfrentarse a los problemas actuales, que son muchos y de gran magnitud.