Inicio Placeres Con Finca Atos, Calamuchita mostró que también puede producir vinos

Con Finca Atos, Calamuchita mostró que también puede producir vinos

Calamuchita. Hace dos años, en un pequeño campo serrano de Calamuchita, entre los parajes Atos Pampa e Intiyaco, una familia riotercerense inauguraba un sueño, más que un emprendimiento. Nacía entonces Finca Atos, la primera bodega con viñedos propios en Calamuchita.

El desafío de la familia Astesano era poder demostrar que ese lugar no sólo era apto para producir vinos, sino que además podían ser de calidad, comparables a los que dan las tierras cordilleranas de Cuyo. A dos años de iniciado ese desafío –que este diario graficó por aquellos días de 2005– los hechos demuestran que fue posible.

Hoy, con dos vendimias ya cosechadas y esperando la tercera para marzo–abril, la única bodega con viñedos propios de Calamuchita es una realidad consolidada, que ya suma nuevos proyectos de ampliación y desarrollo.

El éxito de este esforzado emprendimiento familiar ha llevado a que otros estén imaginando en esta región dar similares pasos.

Tercera vendimia. En 2003 los Astesano plantaron las primeras vides, que ocuparon una hectárea. En 2005 se inauguró el emprendimiento, ya con la bodega lista. En 2006 fue la primera cosecha y en 2007 la segunda. En un par de meses se hará la tercera vendimia, que les dejará unos siete mil kilos de uva.

“Con esa primera hectárea, el primer año hicimos dos mil kilos de uva; el segundo cuatro mil y ahora estimamos llegar a siete mil. La planta al crecer permite una mayor carga de uvas, pero la idea es no pasar nunca de ocho mil kilos por hectárea. Es que si se la deja, puede dar hasta 20 mil, pero en esa cantidad se conspira contra la calidad. Nosotros no pasaremos de sacar ocho mil kilos por hectárea para privilegiar calidad a cantidad”, señala Eduardo Astesano, el hombre de la casa.

Hace un año, el viñedo sumó dos hectáreas más, en desarrollo ahora con nuevas plantaciones. Ya son tres las hectáreas y está a punto de agregarse otra media. En un par de años esperan llegar a cuatro en total. “Pero no más de eso, para seguir siendo una bodega boutique, que sea familiarmente manejable y que preserve la calidad”, remarca Astesano. Con cuatro hectáreas en producción, lograrán de 20 mil a 25 mil botellas por año.

Desde el inicio, el proyecto contó con el asesoramiento de los agrónomos y enólogos del Inta de Luján de Cuyo (Mendoza), que siguen haciendo el seguimiento del emprendimiento.

En el vistoso viñedo, con fondo de sierras y pinares, se sembraron vides de variedades cabernet sauvignon, malbec, syrah y merlot entre las tintas, y chardonay, sauvignon blanc y ahora también pinot noir, entre las blancas, todas traídas de Mendoza.

“Hay un poco de cada una, porque en esta primera fase se experimentó, por consejo de la gente del Inta, con distintas cepas para comprobar cuál daba mejor en esta zona y luego dedicarse a ella. Pero nos sorprendió que todas anduvieron bien, o que ninguna anduvo mal. Entonces la idea es esperar la evolución unos años más, manteniendo varias hasta definir alguna especialización y quedarnos con cuatro o cinco”, acota Astesano.

La bodega boutique. El viñedo es la mitad. La otra parte es la bodega, donde se desarrolla todo el proceso de vitivinificación, desde la maceración hasta el embotellado y etiquetado. La bodega tiene todo el equipamiento de las grandes, pero a escala pequeña. Hasta con laboratorio propio cuenta. En el último tiempo, incorporó además varias barricas de roble americano, para darle más calidad al vino, haciéndolo más complejo y acabado.

Hoy, Finca Atos produce varietales puros, sin paso por barrica, y otros tipo reserva, con pasaje por madera.

La idea –plantea Astesano– es en un par de años sumar también equipamiento para incorporar una línea artesanal de espumantes (champañas), en base a los vinos blancos del propio viñedo, con el método champenoise (el más reconocido, pero que demanda menor producción y más tiempo de elaboración que otros).

En 2007, este emprendimiento logró un crédito del Consejo Federal de Inversiones, gestionado a través del Ministerio de la Producción de Córdoba, que le permitió la ampliación del viñedo y la construcción de la cava (para la guarda del vino ya elaborado) que está terminada y en uso, y de una sala de degustación y visitas, que está en ejecución. Ese crédito se sumó a la inversión inicial que había hecho la propia familia.

“El desafío de la producción y de la calidad está cumplido, nos falta aceitar más el de la comercialización, sobre todo para cuando logremos ese nivel de 20 mil botellas en un par de años, que es el que nos permitirá un nivel de rentabilidad sustentable”, asegura este empresario de otro rubro, que casi como hobby se lanzó un día como pequeño bodeguero en un lugar inédito para la actividad.

El mercado. El mercado de los vinos Finca Atos es regional: se vende a quienes visitan y recorren la bodega, en algunos restaurantes y comercios de Villa General Belgrano y otras localidades. Además, el viñedo y bodega ya es un sitio de interés turístico: se hacen visitas guiadas, con degustación, diariamente.

“Hemos tenido gente que nos visitó y que nos sigue comprando, y tenemos que enviarles cajas a Córdoba o Buenos Aires, por ejemplo. Eso nos gratifica”, cuenta. “No vamos a ir a los supermercados ni a vinotecas, porque no tenemos volumen ni espaldas financieras para responder a una demanda tan grande. Esto es un microemprendimiento de pequeña escala y lo seguirá siendo”, acota Astesano.

–¿Se puede decir que con Finca Atos, Calamuchita demostró que puede ser también productora de vinos?
–Después de tanto esfuerzo y el aporte de gente de mucha experiencia podemos decir que en este terruño se logra no sólo hacer vinos, sino que además pueden ser de calidad. Hace dos o tres años esto era un “proyecto locura”. Era jugar a todo o nada en un emprendimiento en el que no había antecedentes en la zona. A partir de creer mucho en algo, y del esfuerzo de toda la familia y de gente que colaboró con la idea, se logró que esto funcionara, que ya esté en crecimiento y que el vino sea valorado por quienes saben.

–¿Siguen siendo asesorados por el Inta de Mendoza?
–Sí. Una vez por mes viene un ingeniero agrónomo del Inta de Luján de Cuyo a controlar y asesorar para cada etapa: la poda, el desbrote, el raleo de racimos, en la época del deshoje. Para la cosecha viene otro especialista. Y todo el año se hace un seguimiento, bien especializado, con muestras que enviamos cada 15 días a Mendoza.

–¿Y qué cuentan los enólogos y agrónomos mendocinos que apostaron a este desafío?, ¿están sorprendidos?
–Ellos dicen que se ha descubierto en Córdoba una nueva zona vitivinícola, de características especiales, que requiere un trabajo adicional sobre el viñedo para lograr buenos resultados. No es una zona donde la planta viene y puedo hacer vinos de calidad sin tanto esfuerzo. Acá hay que trabajar el viñedo más que en las buenas zonas mendocinas para equiparar el resultado final. Pero con ese trabajo adicional de la mano del hombre hemos comprobado que se logran buenos resultados.

–¿El vino que sale de esta finca se puede decir que es comparable con los buenos y reconocidos que salen por ejemplo de Mendoza, la provincia top en vitivinicultura?
–Sí, nos están comparando con los vinos que se logran en el valle de Uco, en Mendoza. Acá estamos en la misma latitud, aunque con más lluvias. Por ahora no llega al de la zona premium de Luján de Cuyo o Agrelo, pero el resultado que se ha logrado es un vino de alta calidad. Nos dicen que los vinos en términos de calidad y precio se catalogan de 1 a 10 y a nosotros nos ubican, con los mejores que hemos obtenido, en un 7. Estamos muy conformes, a sólo dos años de haber largado. Nuestro objetivo es que la gente valore nuestro producto por su calidad y su tipicidad regional, que es único. Que el que lo toma o regala pueda decir que además de bueno tiene la particularidad de ser de Calamuchita, o sea, distinto de cualquier otro.