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Consumir o conservar, esa es la cuestión

Una gran duda que nos atañe a todos los bebedores de vino: ¿Qué hacemos cuando nos regalan o compramos una botella de vino? ¿La consumimos o es mejor guardarla para otra ocasión? Hay vinos que conviene conservarlos, pues seguramente sigan mejorando con el tiempo, mientras que otros son para beber al instante y no vale la pena guardar.

Lo primero que hay que tener en cuenta es que los vinos que se comercializan jóvenes es porque están concebidos para ser consumidos en el momento, al comprarlos. Estos vinos tienen un año o dos y no tienen crianza pues su objetivo es ser buenos vinos en un breve lapso de tiempo. Generalmente los vinos blancos y rosados conviene abrirlos en los primeros meses, ya que luego del primer año comienzan a perder sus aromas frutales.

Otros de consumo “inmediato” son los espumantes. Sus características hacen que desde el degüelle (cuando se eliminan los posos de la fermentación dentro de la botella) se pongan rápidamente a la venta, ya que no ganan ninguna propiedad, sino que lentamente las pierden. Conviene guardarlos en la parte menos fría de la nevera (abajo) por un período no mayor a diez días.

Los vinos finos y manzanilla, a pesar de ser de larga crianza, evolucionan rápidamente y deben consumirse antes de los seis meses. Lógicamente, el vino se deteriora casi de inmediato una vez abierta la botella.

Los vinos tintos jóvenes (y los blancos de más extracto o mayor estructura) soportan mejor el paso del tiempo. Si bien se pueden atenuar sus aromas frutales, se dejan conservar si lo hacemos correctamente (además de que son más suaves en boca, bien para ciertas ocasiones). Hasta los dos años se conservan bien.

Los vinos que sí conviene guardar son los que evolucionan favorablemente y poseen cualidades para la crianza (por lo que no todos los vinos están incluidos, sino algunos). Estos son los llamados vinos de guarda, que tras llegar a una etapa de máxima calidad (unos 4 años) no mejoran ni empeoran, sino que se mantienen.

Los vinos de gran reserva mejoran más, con ocho o diez años los reserva y quince años o más para los gran reserva. Los vinos de mayor extracto, graduación alcohólica, acidez y taninos tienen una vida más larga. Lo mismo pasa con los que han permanecido durante más tiempo en barricas de madera.

Aclaremos que no es una regla inamovible, sino que hay matices, ya que influye mucho el tipo de uva y las características especiales de cada vino. Pero esta generalidad es muy útil para elegir qué vino guardar y qué vino descorchar.