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Dirección de personas: sobre la comunicación y la confianza

Presentar la acción directiva con fundamento antropológico y hacer reflexionar sobre las vías de solución a los problemas prácticos de la empresa no suele verse con frecuencia en las revistas especializadas en negocios o en los libros de los “grandes de la administración”.

En contraste, el libro “Antropología de la Acción Directiva”, desde su mismo nombre, presenta una propuesta atractiva: la dirección debe contribuir ante todo al mejoramiento de los colaboradores que participan en la empresa, a través de la comunicación y la confianza.

Presentar la acción directiva con fundamento antropológico y hacer reflexionar sobre las vías de solución a los problemas prácticos de la empresa, primero humanos y luego económicos y políticos, no suele verse con frecuencia en las revistas especializadas en negocios o en los libros de los “grandes de la administración”. En contraste, el libro “Antropología de la Acción Directiva” , desde su mismo nombre, presenta una propuesta atractiva: la dirección debe contribuir ante todo al mejoramiento de los colaboradores que participan en la empresa, a través de la comunicación y la confianza.

La más alta forma de comunicación y conexión entre los hombres reside en el lenguaje. Un directivo debe tener presente que trabaja con personas, y para facilitar el logro de su objetivo conviene conocerlas y comprenderlas. En su interacción con ellas se incorpora el lenguaje para beneficiar la conexión entre los miembros de la organización, para comunicar la racionalidad del directivo y la iniciativa del dirigido, y para “cambiar la conducta de otros de manera que hagan lo que [él] quier[e]” y que quieran lo que él quiere.

En la doble vía de la comunicación, directivo – dirigido, el lenguaje puede enriquecerlos, maltratarlos o entorpecerlos. Lo que se digan y hagan dejará alguna huella en los interlocutores. Adicionalmente es interesante ver cómo se destaca un elemento que muchos directivos utilizan cuando están a cargo de un grupo de empleados: el miedo; pensando que es la consecuencia lógica del poder que gozan por su posición en la empresa. Con respecto a esto, Polo demuestra que no es posible dirigir hombres utilizando el miedo puesto que impide la comunicación, el compromiso y el esfuerzo del trabajador e incluso del directivo, al anular el ambiente de confianza.

El miedo suele generar algo igual de temible: la mentira. “Las relaciones humanas comienzan a enviciarse hasta tal grado que la dirección se hace imposible” porque se merma la comunicación y se destruye la confianza.

Cuando el directivo basa su actuar en el miedo y la mentira, no queda otro remedio que asumir la robotización de los empleados que callan y ceden ante la autocracia del jefe.

La relación directivo – dirigido parte del principio de la confianza en la persona como un ser en condición permanente de aprender. Entonces, puede considerarse que para contrarrestar el efecto de los directivos autoritarios podría iniciarse una cruzada de humanización de la acción directiva para concientizar, a quienes llevan las riendas de la empresa, que la misma podrá ser productiva e innovadora si aumenta significativamente los niveles de confianza en su gente y se les otorga la oportunidad de asumir nuevas responsabilidades y ejercer el liderazgo y la inteligencia colectiva con el fin de lograr mayor compromiso y lealtad. Siguiendo el principio de la confianza, los dirigidos deben encontrar en el directivo la motivación para trabajar y para mejorar como personas; “si por sí mismos buscan ser más eficaces, entonces el directivo ha acertado al comprender en su totalidad que su empleado, lejos de ser alguien que le ayuda y trabaja para él, es una persona, con la misma dignidad y capacidad racional que él”.

Finalmente, se concluye que es a través de la comunicación y la confianza que la acción directiva contribuye al mejoramiento de los empleados. Es así como la “antropología de la dirección” se abre paso en los capítulos de la administración.