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El 89 % de las empresas argentinas considera que puede ser víctima de un fraude

La consultora Ernst & Young presentó la cuarta edición de la encuesta que se realiza en la Argentina sobre el impacto del fraude en las organizaciones, en el último año el 20,5% de las empresas relevadas fue víctima de un fraude, el 88,9% considera que su empresa está expuesta a un ilícito y el 65,1% no cuenta con una metodología específica que permita realizar una prevención en forma sistemática durante todo el año.

Comparando los resultados actuales con los de la encuesta anterior, se observa que ha aumentado la cantidad de empresas que sufrieron algún tipo de fraude en el último año y sigue siendo la colusión entre empleados y terceros uno de los tipos de fraude más perpetrados (66,6%). Paralelamente, también se puede destacar que las compañías han reforzado sus procesos de auditoría interna y controles internos junto con la implementación de canales anónimos de denuncias ya que la identificación de los hechos de fraude mencionados, fue logrado principalmente por estas vías. Por otra parte se mantiene la tendencia preocupante de años anteriores, en donde los montos involucrados de acuerdo a la percepción de los encuestados, estaría alcanzando el 5% del total de su facturación.

Como se expone anteriormente, la mayor cantidad de hechos de tipo delictivo, es cometido por medio de la colusión de empleados y terceros, en donde se destaca la participación del personal con antigüedad en la compañía (el 44% tienen más de 5 años), lo que refleja que el conocimiento sobre los negocios, estructura, relaciones informales, procesos y controles de la empresa, permiten la existencia de fraude con mayor facilidad. El área de Compras sigue siendo el sector mas débil y susceptible de sufrir fraudes, seguido por Depósito, Logística y Almacenes y en tercer lugar el área de Finanzas. Uno de los resultados para destacar con optimismo, es que ha aumentado significativamente el porcentaje de aquellos casos en donde se llevó a juicio a el/los autores del fraude, pasando de un 17% de la encuesta anterior a un 33% en la actualidad.

También se menciona, no con poca preocupación, que casi el 90% de los encuestados considera que existe una alta probabilidad de que ocurra un nuevo fraude, lo que evidencia la falta de confianza en el ambiente de control de sus compañías. Si bien se va incrementando las discusiones en las empresas sobre riesgos de fraude y controles anti-fraude, no existe una claridad en las mismas respecto de cómo avanzar en estos temas, ni la importancia relativa que tienen a nivel de la entidad.

Al respecto, Aldo Pelesson, Socio de la división Advisory Services de Ernst & Young, señala que: “Compañías que no mejoran sus controles internos direccionados a los fraudes ocurridos, más probablemente sufran la posibilidad del mismo fraude en el futuro. La determinación de un programa Anti-fraude les permitirá no solamente evaluar el riesgo de fraude, sino también analizar la estructura de control en relación con estos riesgos específicos. Claramente al no existir un esquema definido como un programa anti-fraude, tampoco se cuenta con herramientas en las compañías que permitan la identificación y prevención por medio de analíticos de posibles hechos de fraude. Se tiene una falsa creencia, que el fraude sólo puede ser detectado por medio de investigaciones de hechos ya sucedidos (planes de tipo “reactivo”), sin considerar la posibilidad de brindar un marco preventivo, por medio de la identificación de alertas tempranas de fraude al realizar pruebas específicas con herramientas tecnológicas”.

Un alto porcentaje de los procedimientos utilizados por las empresas encuestadas para combatir el fraude (casi el 80%) se centran en la Auditoría Interna y Externa, (procesos convencionales). Sin embargo, también agrega Alejandro Menzani, Gerente de la misma división, “El desarrollo de un proceso de Prevención de Fraudes, que sería el más acertado para detección de fraudes, dista bastante de los criterios utilizados para una Auditoría Interna y/o Externa. Este tipo de auditorías implica la familiarización con muchos elementos: el humano, el comportamiento organizacional, el conocimiento de planes de fraude comunes, la evidencia y sus fuentes, los estándares de prueba, y la sensibilidad en la identificación y determinación de alertas”.

“Mas allá de la implementación de controles anti-fraude, un sistema efectivo de prevención también requiere de sistemas y procedimientos específicamente establecidos y operados para prevenir y detectar posibles fraudes. Estos procesos van más allá del control interno y están enfocados primordialmente a identificar alertas lo antes posible para mitigar el efecto de un posible fraude sobre la Compañía. Estos pueden incluir, entre otros y a modo ejemplificativo, los siguientes: líneas de denuncias anónimas; desarrollo, monitoreo, y análisis de indicadores de fraude; análisis de datos; desarrollo y monitoreo de reportes de excepción; monitoreo de cambios a sistemas y accesos; entrevistas con empleados clientes, y proveedores; monitoreo de Comunicaciones Internas”, señala finalmente Aldo Pelesson.

Más del la mitad de los encuestados (52%) expresaron que no existen políticas de concientización de fraude dentro de la organización, por lo cual se puede observar que el concepto de concientización de políticas de fraude se encuentra muy polarizado. Asimismo, desde el punto de vista de aquellas que sí tienen desarrolladas este tipo de políticas (48%), se observa una buena implementación tanto de planes de tipo “proactivo” como de tipo “reactivo”, ya que ellas consideran que la implementación de un plan de prevención de fraudes y de respuesta frente éstos, son las acciones con las cuales mejores resultados se obtienen. Este tema cobra significativa relevancia si se analiza que el 95% de los encuestados creen que la regulación y leyes vigentes no ayudan a combatir el fraude, o solamente son una relativa barrera de disuasión, por lo que la “ecuación costo beneficio” sigue a favor del perpetrador.

Casi el 85% de las compañías no cuenta con especialistas en revisión de fraudes ni con metodologías específicas que permitan realizar una prevención en forma sistemática (65%), por lo que siguen atadas al desarrollo de controles tradicionales, debiendo acudir a profesionales entrenados cada vez que los necesitan.

La encuesta fue realizada entre más de 160 CEO’s, Gerentes de Marketing/Comercial, CFO, Gerentes Generales, de Riesgo y otras posiciones. El 32,1% de las empresas consultadas corresponden al área de servicios informáticos y consultoría, 17,9% de consumo masivo, 17,9% al sector financiero y asegurador, 10,7% inmobiliarias y constructoras, 7,1% energéticas, químicas y de servicios públicos, 7,1% áreas de gobierno, 3,6% telecomunicaciones y 3,6% agro.

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