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El color del vino y su edad

Todos crecemos con el tiempo y cambiamos muchos razgos, tanto en el interior como exteriormente. El vino también lo hace, cambiando tanto su sabor como su apariencia. Con los años, su evolución es contínua: aprehende mucho de su exterior, tomando características distintivas, cambiando su aspecto y color. Esto permite reconocer en la fase visual de la cata distinguir cómo ha afectado el tiempo al vino.

El cromatismo del vino es muy importante. Hay que tener en cuenta que todos los vinos tienen una base incolora y otra amarilla. La base incolora con los años tiende a ponerse amarilla, y la base amarilla pasa a ser dorada. Además, los vinos tintos y rosados tienen un componente morado y rojo que con los años decae. En función de estos cambios es que uno puede discriminar la edad de un vino con el simple examen visual.

Por lo anteriormente dicho es que resulta más fácil determinar la edad de un vino rosado o tinto que en los blancos. Eso si: en los rosados y tintos es más fácil, pero solo dentro de sus primeros cuatro años, luego se complica más.

Para determinar la edad precisa de un vino solo viéndolo es imprescindible también conocer las características de la zona en que proviene el vino, ya que hay casos en los que algunas cosechas parecen más viejas que en lo que realidad son.

Los aspectos aromáticos también ayudan a determinar la edad de un vino. Pero en su mayoría los atributos visuales son los que aportan la información necesaria.