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El lado B del cucurucho: top 10 de las heladerías barriales de Buenoss Aires

Todos sabemos que Freddo, Persicco, Chungo, Volta y Munchis tienen helados muy, muy, muy ricos. Y además los mandan a todos lados y están en todos los shoppings. Pero dicho esto, queda un mundo por descubrir fuera de las grandes cadenas. Hay paladares negros que son capaces de combinar tren y colectivo con tal de acceder a cierta tramontana afrodisíaca escondida en una esquina de barrio.

Es así: las grandes cadenas de heladerias son como los River y Boca de los glotones veraniegos, mientras que, con un perfil más bajo, los equipos chicos juegan bien (a veces mejor) y atraen multitudes. Heladerías artesanales, de barrio, a veces sin sucursales, a veces sin delivery. Helados que, por comodidad o por pereza, muchos se pierden de probar. Este es nuestro top 10 de heladerías barriales.

1. Scannapieco. Esta gente va camino a la canonización. No, no tienen sucursales. Sí, están ahí desde antes que de que esto fuese Palermo Queseyó (mucho antes: desde 1938). Y su delivery es un decir: apenas unas cuadras de distancia, a ciertas horas. Así que mejor acercarse hasta allá y, como dicen ahora los marketineros, vivir la experiencia. El salón es precioso, con mesitas y banquito afuera. Atrás del mostrador hay entre tres y cinco señores de por lo menos sesenta años con cara de ser todos hermanos o primos; los Scannapieco, de cuerpo presente, artistas con sus obras en las paredes. Ellos saben qué recomendar. Superlativos el Sambayón y la Crema armenia, con damascos secos y anís, en honor a la colectividad que puebla la zona.
Av. Córdoba 4826, Palermo / T. 4773-1829

2. Lado Bueno. Un experto pasó el dato: “El Chocolate con almendras tiene dos o tres almendras por bocado”. Con apenas doce añitos, esta heladería pinta para leyenda. El secreto de su éxito: los extras, como nueces, frutillas, merengues o Rocklets, que se siembran muy generosamente al momento de servir. Las almendras, acarameladas y tostadas. Ni hablar del Maracuyá, el Dulce de leche bombón o la Tarta de manzana. De Paternal se expandió a Villa del Parque y Belgrano. Está para conquistar el mundo.
Artigas 1802 (Paternal) y sucursales / T. 4585-5050

3. Monte Olivia. ¡Qué esquina! Dan ganas de tener toda la vida para sentarse y probar sus más de sesenta sabores mirando la plaza de Villa Devoto. Con 43 años en el barrio, Monte Olivia tiene la vaca atada, a tal punto que cuando Freddo se instaló a pocos metros, tuvo que irse silbando bajito un par de meses después. Difícil competir contra ese cucurucho de Chocolate amargo y Mousse de limón. O contra el encanto de ese local en forma de U donde en verano la gente espera hasta 50 minutos sin chistar.
Fernández de Enciso 3999, Villa Devoto / T. 4504-4050

4. El Piave. Los vecinos de Wilde lo saben desde 1955: El Piave la rompe. También lo supieron (tiempo más tarde) en Pinamar y en Villa Gesell. Locales grandes, hermosos, con patios para pasarse la tarde entera. Helados de delirio. Los de siempre y también de Kiwi, Ananá al champagne, Arroz con leche, Mousse de frambuesa, Lemoncello… y el Dulce de leche della nonna, con brownies bañados en Tía María y dulce de leche casero. Los chocolates son 16; el Véneto, por decir uno, sale con garrapiñadas de almendras, entre otras delicias.
Av. Mitre 6282 (Wilde) y sucursales / T. 4207-3971

5. Daniel. Daniel Paradiso es un innovador. Se ve que siempre fue un adicto al quiosco, y lo llevó a sus helados, donde patentó los de alfajor de chocolate (por no decir alfajor Havanna… es igualito, igualito), Bananita (¡Dolca!), Danicol (Mantecol, en términos egocéntricos). La gente del Norte jura que fue el primero en ofrecer estas fusiones de golosina con helado. Daniel es también un megalómano: la cadena cumple 30 años y festeja con ¡30! sabores nuevos. Cada semana, uno diferente, de edición limitada. En la lista permanente hay Strudel, Selva Negra y el insólito Delicias de la isla, con salsa de ciruelas y nueces pecan del Delta. Los doce locales ya llegaron desde el norte hasta Núñez, pero el posta, posta, está en Victoria. Es el orgullo de Daniel y tiene hasta juegos para chicos. Y de paso: precios muy competitivos, eh.
Pte. Perón 3374 (Victoria) y sucursales / T. 4746-6006

6. Peppino di Napoli. Una buena al salir de la oficina: pasar por Peppino y llevarse, supongamos, un cuarto de Chocolate a la naranja para comer en el subte. Los sufridos mártires del microcentro sin duda se merecen un buen helado de Bailey´s de esta heladería chiquita, discreta, contundente, que lleva 42 años en ese local de pisos de mármol y mesitas redondas. El auténtico Peppino era José Ragozzino, otro tano, de Nápoles por supuesto. Hoy atiende su amigo Nino que, orgulloso, cuenta de un cliente de Rosario que viajaba especialmente hasta Buenos Aires para comer su helado de Dulce de leche Perugina. No es poca cosa, teniendo en cuenta que los rosarinos algo saben de todo esto. Peppino tiene también otro local en esa zona que ahora algunos llaman “altos de San Telmo”.
Carlos Pellegrini 787 y Tacuarí 1092, Centro / T. 4394-0660

7. Vía Toscana. No se trata sólo de comer helado, sino de ir a comer helado, como un plan de fin de semana. A esta perlita del Tigre no hay con qué darle. Instalada en el Paseo Victorica, frente al río Luján, y sin sucursales, ofrece un entorno tan placentero como sus helados. Bueno… no… es una exageración: ninguna vista podría ser así de buena. La cremosidad de los sabores es legendaria. Los entendidos afirman que Vía Toscana cambia el viejo concepto de “veteado” de dulce de leche por “chorreado”, y que el Tiramisú tiene grandes pedazos de bizcochuelo borracho. Además, es un placer para los aburridos: la lista de sabores no se termina nunca, con delirios como Cocktail exotique, Magnolia cheesecake o Bienmesabes (un postre canario). Una parada imprescindible antes o (mejor aún) después de navegar.
Paseo Victorica 1648, Tigre / T. 4749-2972

8. Chinchín. ¿Cómo no lo pensaron antes? Chinín es la heladería más reconocida –y recomendada – de todo el partido de San Martín y, para muchos, de todo el cercano oeste. Sus méritos son muchos: cuatro décadas de tradición italiana, sesenta sabores, un Mousse de limón único. Pero el verdadero detalle de categoría lo da el estacionamiento, con espacio para casi setenta autos. En las noches de verano, el descapotable garpa: permite sentirse en una estudiantina de Hollywood al mismo tiempo que se disfruta un incomparable cucurucho de Banana split.
Ruta 8 y Pueyrredón, San Martín / T. 4755-4964

9. Cadore. Generaciones de villadelparquenses avalan este mito. Con un precioso local histórico en Cuenca y Nazarre, a pasitos de la estación, la familia Olivotti sigue atendiendo en persona; si no pregúntenle a Edi, que hace más de cuarenta años que está al pie de los tachos. Los fanáticos mencionan el Limón y el Dulce de leche, y aseguran que los helados de Cadore no se derriten. Hay otro local en el centro, Corrientes y Rodríguez Peña, para los expatriados del barrio.
Cuenca 2977, Villa del Parque / T. 4503-4837

10. Mocambo
En una esquina perdida de Congreso, ahí por la zona de las mueblerías, espera Delicias del Sur, mousse de dulce de leche con chocolate en rama, con un precio más que alentador y una atención que invita a quedarse. El creador es Oscar Luna, tercera generación de familia de heladeros y –por una vez- no italiano sino chileno, que atiende junto a un staff panamericano de chicos artistas, todos músicos o pintores. Ofrecen delikatessen como el Limón Mocambo, una delicia con pedacitos de merengue, o el Garapino, a base de mousse de chocolate blanco con almendras garrapiñadas. Se puede elegir el helado en vasito de pasta, de plástico o de vidrio, para tomar en el salón. No hay sucursales, lo sentimos.
Pichincha 501, Congreso / T. 4941-0271