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Empresas y grandes cadenas ven al país como un campo minado para seguir operando

En momentos complejos para el sector empresario, por la contracción del consumo y la fuerte incertidumbre generada por la crisis internacional, los importadores apuntan contra el Gobierno por las interminables trabas que frenan el ingreso de cientos de contenedores con bienes de consumo a través de los puertos argentinos.

Los empresarios afectados asocian la tarea de traer un producto desde el exterior con la de un partido de fútbol. La diferencia con el deporte tradicional es que el campo de juego, hoy por hoy, está minado.

Según los ejecutivos y directivos de cámaras consultados por iProfesional.com, el problema es que el sistema de licencias no automáticas, que utiliza el Gobierno para regular el flujo de importaciones, está colapsado.

Estos instrumentos funcionan como una suerte de llave de paso, que regula el ingreso de un amplio abanico de bienes, en su mayoría “sensibles”, como textiles, calzado, artículos para el hogar, neumáticos, motos, marroquinería y maquinaria agrícola.

El problema es que la Organización Mundial del Comercio (OMC) permite un plazo de aprobación no mayor a los 30 días y, además, establece que sólo sean utilizadas para administrar cupos de comercio. Sin embargo, los empresarios se quejan de su uso indiscriminado y de períodos que pueden superar los 300 días para obtener la luz verde.

Quien encendió la mecha recientemente –y se ganó la reprobación de toda la comisión directiva de la Unión Industrial Argentina (UIA)- fue el presidente de Fiat Auto, Cristiano Rattazzi, quien disparó contra estas medidas proteccionistas asegurando que “la idea de vivir con lo nuestro lo único que trajo fue pobreza y nos alejó cada vez más del mundo, por lo que es hora de pensar, de una vez por todas, en ser un país desarrollado”.

El fastidio del empresario italiano comenzó cuando partidas con autopartes importadas no podían ser sacadas del puerto por contener tornillos, un producto que el Gobierno decidió proteger de la competencia extranjera y que debía ser autorizado previamente.

La torpeza en la confección de esa barrera casi provoca un parate en las ya golpeadas líneas de producción de la industria automotriz. “Mientras Brasil demanda autos, acá estamos lidiando para poder importar algo tan básico como son los tornillos y las tuercas”, se quejó Rattazzi.

Lo cierto es que la cantidad de empresas afectadas por estas medidas es amplia. “Hay problemas en todos lados”, disparó Diego Pérez Santisteban, vicepresidente de la Cámara de Importadores (CIRA).

Empresas golpeadas
Una de las compañías que más afectada se vio por esta política es Falabella.

Una fuente consultada por iProfesional.com y que participó durante todo el año pasado en las negociaciones ante el Gobierno para liberar decenas de contenedores en el puerto reveló que “la empresa se vio seriamente perjudicada ya que compran la mayoría de sus productos en Asia y traen todo tipo de bienes. Esto les generó un gran dolor de cabeza”.

“Hubo licencias que se demoraron 300 días en ser aprobadas, una verdadera locura”, disparó.

Ernesto Taboada, director de la Cámara de la Producción, la Industria y el Comercio Argentino-China, aseguró que el panorama no cambió demasiado y que actualmente las grandes cadenas de retail -que importan electrodomésticos, textiles y otro tipo de productos, principalmente desde China-, “están totalmente complicadas” y confirmó que este es el caso de Cencosud y Carrefour.

Dentro de las marcas de lujo, un ejemplo que cobró resonancia fue el de Emporio Armani, marca que llegó al país hace casi ocho años pero que debió anunciar que abandona la Argentina por las trabas burocráticas que dificultaron la normal comercialización de prendas importadas.

Rodolfo Gotlib, director general de Clothing Brands, empresa controlada por el fondo de inversión The Exxel Group y que tiene la licencia de Emporio Armani, confirmó recientemente que “estamos dentro de un proceso de reorganización de nuestro negocio, dándole mayor prioridad a la producción nacional. En el último tiempo se hizo cada vez más difícil importar ropa por las trabas al ingreso de productos desde el exterior, y el problema que tenemos es que la licencia no nos permite la fabricación local”.

En tanto, una alta fuente vinculada a una de las empresas de indumentaria deportiva de origen estadounidense más importantes del mundo -y que pidió absoluta reserva por temor a algún tipo de represalia comercial-, se quejó de que “las licencias son un mecanismo distorsivo y sobre todo manejado de una manera no transparente”.

También zapatillas deportivas top
El directivo aseguró que esto provocó que “se hayan frenado inversiones, porque uno no sabe si después de abrir un local va a tener la mercadería para abastecerlo. La verdad que hay que tener bastante coraje para tomar decisiones de inversión en este contexto”. Además, se quejó de que “hay productos que no se fabrican en el país y que no tiene sentido que se elaboren acá”, como sucede con ciertas zapatillas deportivas. Por lo tanto el Gobierno está privando a los consumidores argentinos y muchas veces a los propios fabricantes que complementan sus líneas con bienes de mayor sofisticación importados y que arrastran sus ventas”.

En Zara le dicen adiós a los proveedores uruguayos
Por su parte, la filial argentina de tiendas de ropa Zara dejó de comprarle a fabricantes de Uruguay para abastecer sus locales y ahora enfrenta sobrecostos. A raíz de las licencias no automáticas, la compañía de capitales españoles, según el diario El País, canceló los pedidos de pantalones, trajes y abrigos a las dos principales textiles ubicadas al otro lado del charco.

Pablo Rother, director de Carlos Rother y Compañía, una de las empresas afectadas, destacó que desde Zara les adelantaron que anulaban “todos los pedidos para la Argentina” y que las tiendas se veían obligadas a comprar mercadería en el mercado local y a un precio más elevado.

En diálogo con iProfesional.com, Rother explicó que “ni Brasil ni Chile pone trabas, el único lugar donde tenemos problemas es en su país”, disparó, en referencia a la Argentina.

Además de Zara, “tenemos diez importadores y muchos son clientes desde hace 40 años. Sin embargo, algunos se vieron forzados a dejar de comprarnos ciertos artículos porque no podían ingresarlos”, se quejó.

El directivo aseguró que “tratamos de seguir vendiendo a la Argentina, que representa más de la mitad de nuestras exportaciones, pero los volúmenes nos cayeron muchísimo en los últimos meses, más de un 50 por ciento”.

Todo esto generó un impacto negativo en el empleo: “Redujimos la cantidad de horas por mes”, se lamentó Rother.

Sin embargo, para el empresario, lo más grave “no es la demora en la aprobación de las licencias, sino la incertidumbre que genera el Gobierno argentino al momento de la compra. Mis clientes no saben si van a contar con la mercadería o no”.

Causas de las demoras
A la hora de explicar las razones de la dilatación de los plazos, Santisteban apuntó a que “hay un problema fenomenal por el enorme stock de pedidos de licencias” que heredó el Ministerio de la Producción de la Secretaría de Industria, cartera que antes tenía a su cargo la administración del comercio con estas herramientas.

En otras palabras, lo que se produjo fue un “efecto dominó”: las licencias comenzaron a frenarse en 2008 por temor a una avalancha importadora por efecto de la crisis internacional. Esto llevó a que cada vez más importadores solicitaran más que las que realmente necesitaban.

Es decir, quienes querían obtener al menos dos licencias, pedían diez “por si las dudas”, según Santisteban.

Como conclusión, esos pedidos causaron una sensación de alarma que contribuyó aún más a colapsar el sistema.

Desde el Gobierno, Eduardo Bianchi, subsecretario de Política y Gestión Comercial de la Nación, aseguró que se está cumpliendo con el plazo previsto y que si algunas solicitudes exceden ese plazo “es absolutamente involuntario” y hasta aseguró que las demoras se deben a que los expedientes no se completaron de manera correcta.

Sin embargo, Santisteban fue contundente: “Los plazos no se están cumpliendo y estamos recibiendo muchas quejas de los importadores”.

En la misma línea, Rubén García, secretario de la CIRA, aseguró que “sería injusto decir que en el Ministerio no están trabajando. Hay voluntad de resolverlo, pero lo cierto es que en la práctica se complica porque el trabajo los sobrepasa”.

Por su parte, Taboada sostuvo que “los enunciados oficiales dicen una cosa pero la realidad es otra. Lo cierto es que se está tardando más tiempo que el que se debiera”.

Un sistema “perverso”
Más allá de la buena voluntad de limpiar el sistema de licencias, los especialistas aseguran que su implementación llegó para quedarse y su uso difundido tiene un doble objetivo: por una parte, poner trabas a importaciones a aquellos bienes que se fabrican en la Argentina.

De este modo, con una mayor presencia garantizada de productos locales, la actual administración intenta darle un poco más de aire al sector empresario y minimizar los efectos en el nivel de empleo.

Al respecto, Taboada criticó el lobby de parte del sector industrial cuando dan este argumento para frenar importaciones: “Todavía un 37% de la economía está en negro y se siguen encontrando talleres textiles clandestinos con empleados esclavizados. Después salen los dirigentes argentinos a decir que no podemos importar indumentaria de países que tienen trabajo esclavo, como China. Acá, el muerto se asusta del degollado”.

Por otra parte, considerando que las exportaciones se encaminan a cerrar 2009 con una caída del 20%, el Gobierno también le apunta a las importaciones para intentar sostener al saldo de la balanza comercial, que el año pasado fue superior a los u$s13.000 M y este año cerraría con una caída no menor al 30%, según marca el consenso entre los analistas.

García confirmó que el objetivo del Gobierno es desalentar las compras desde el exterior: “Es un sistema perverso. Cada importador tiene que presentar un plan para 2009 basado en datos de 2008 y el empresario tiene que adecuarse a la política de Estado”.

Según trascendió, el Gobierno aprobaría entre un 10 y un 30% menos de las importaciones que se les autorizaron el año pasado. Sin embargo, en algunos sectores las aprobaciones brillarían por su ausencia, tal como alertaron a este medio.

En diálogo con iProfesional.com, Raúl Ochoa, ex subsecretario de Comercio Internacional confirmó que “las quejas están en todos lados. Hay problemas serios para traer bienes de consumo” y estimó que cerca del 10% de la caída de las exportaciones en el primer cuatrimestre –que registraron una baja global del 38%- respondió a la aplicación de licencias.

“La política es aplastar lo que se pueda las importaciones, no importa con qué consecuencia”, se quejó Taboada.

Uruguay, en alerta
En tanto, Teresa Aishemberg, directora ejecutiva de la Unión de Exportadores del Uruguay, aseguró a iProfesional.com que “el caso de Zara va a provocar un efecto irreparable en la producción uruguaya”.

Lejos de quedar en esa única empresa, aseguró que “nosotros agrupamos al 83% de los exportadores del país y todos los días tenemos empresarios que denuncian más problemas”.

De hecho, mencionó el caso de la única empresa que fabrica muebles de plástico en Uruguay y a la que “se le cerró totalmente el mercado argentino. No están pudiendo vender absolutamente nada”.

A fines de abril, el director de Asuntos Económicos, Integración y Mercosur de la Cancillería, Walter Cancela, había mantenido un encuentro con el secretario de Relaciones Económicas Internacionales, Alfredo Chiaradía. El funcionario uruguayo aseguró que, en esa reunión, “la Argentina se comprometió a levantar barreras y restricciones”.

Sin embargo, a un mes de la reunión, Aishemberg aseguró que “no se cumplió el acuerdo. Esto hace daño, el mundo está en crisis y lo que menos tendríamos que hacer es no ponernos trabas en el Mercosur”.

Las barreras “não tem fin”
Los problemas por las barreras no son patrimonio exclusivo de Uruguay. Por el contrario, los exportadores brasileños también se ven obligados a redireccionar sus negocios ante las trabas argentinas.

Según Ochoa, “hay empresas textiles grandes en Brasil que están buscando reemplazar el mercado argentino porque no les sale una sola licencia. Esto es grave porque nosotros somos, en algunos casos, su principal mercado y no están pudiendo colocar nada”.

En este sentido, en un artículo del diario brasileño Valor Economico publicado el 15 de mayo, se destaca que desde que en marzo se incluyeron productos textiles de cama, mesa y baño bajo el sistema de licencias no automáticas, las exportaciones se desplomaron.

“Las industrias están realizando visitas a los clientes argentinos para entender mejor la situación y verificar las perspectivas para los próximos meses. Al mismo tiempo, estudian países de África como alternativa para colocar parte de ese volumen”, agrega el artículo.

Marcello Stewers, director de exportación de la empresa Teka, sostuvo que “del 25 de marzo hasta ahora sólo conseguimos realizar un único embarque, para un cliente pequeño en la Argentina. Las ventas hacia ese mercado cayeron 90% en el último mes”.

Según el directivo, la compañía perderá u$s10 millones si las trabas se mantienen en los próximos meses.

Por su parte, desde la textil Karsten planean abrirse paso en países africanos, dado que las exportaciones hacia el mercado argentino caerían un 25% en volúmenes durante 2009.

Fiesta de precios
En este contexto, una particularidad que destacaron desde el Sindicato de Industrias Textiles (Sintex) es que “Brasil está perdiendo mercado” y, gracias a estas restricciones, “el productor argentino aumentó los precios y está felicísimo”.

Desde el lado argentino, Ochoa coincidió en que “los productores nacionales han podido subir los precios con toda tranquilidad, porque no hay competencia externa. Al demorar las licencias estamos matando al importador, con efectos negativos en el mercado interno: escasez e inflación”.

Por su parte, Santisteban se sumó a las voces que disparan contra el sector industrial local al asegurar que “lo que aumentó la ropa es una cosa fenomenal. Las subas en las últimas ocho semanas son impresionantes”.