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¿Es Telegram el sustituto definitivo de WhatsApp?

Telegram es una aplicación relativamente nueva en el mundo de la telefonía móvil -se estrenó en la segunda mitad del 2013-, sin embargo, últimamente se encuentra en boca de todos y el debate no se ha hecho esperar. ¿Es esta solución la candidata perfecta para sustituir a WhatsApp? Si andas algo perdido, te ponemos en situación. Telegram Messenger ha sido desarrollada por Telegram LLC y viene a ofrecer un servicio de mensajería instantánea similar a que puedes encontrar en WhatsApp, aunque con ciertas cualidades diferentes que lo hacen un tanto especial -hablaremos de ellas un poco más adelante, descuida.

La aplicación está de momento disponible para iOS y Android -llegará a Windows Phone el 1 de febrero- y permite el intercambio de mensajes, fotos, vídeos y documentos con personas que se encuentren en tu lista de contactos y tengan instalada la aplicación, claro. Pero, ¿qué es lo que le hace diferente a WhatsApp? Y sobre todo, ¿lo hacen estas prestaciones una mejor opción a la famosa plataforma?

Seguridad y sincronización en la nube, sus elementos clave
Telegram basa parte de su atractivo en dos funciones esenciales. La primera de ellas es sin duda llamativa y todo un gancho para los más celosos de su información: la privacidad. Telegram utiliza MTProto, un protocolo propio desarrollado por uno de sus fundadores, Nikolai Durov, que se encarga de cifrar la información para convertir la aplicación en el servicio más seguro de su categoría. De hecho, la propia web de la app no se corta un pelo a la hora de mencionar a la competencia y afirma ser más segura que la gran mayoría de aplicaciones similares, “incluyendo WhatsApp y Line”.

La obsesión por la seguridad no acaba aquí -la NSA ha hecho mucho daño, para qué negarlo. Telegram ofrece además la posibilidad de mantener chats secretos. Tal como lo lees. Se trata de conversaciones entre emisor y receptor con cifrado de fin-a-fin, de forma que solo tú y tu receptor podrán leer los mensajes -nadie puede descifrarlo, ni tan siquiera Telegram. Estos mensajes enviados pueden además ser configurados para su autodestrucción, estableciendo el tiempo que quieres que se tarde hasta que desaparezcan sin dejar rastro. Tan seguros están los desarrolladores de la plataforma, que incluso invitan a los hackers a que intenten romper esta súper burbuja, ofreciendo a quien lo logre un premio de 200.000 dólares por la hazaña.

No es la única cualidad interesante de Telegram. El servicio de mensajería también cuenta con un importante apoyo de la sincronización en la nube. Todos tus archivos estarán almacenados en la nube -dicen que de forma ilimitada-, de manera que podrás acceder a ellos siempre, desde cualquier dispositivo y no solo desde tu smartphone. Porque sí, Telegram ofrece la posibilidad de acceder simultáneamente a su plataforma también desde una tablet (de forma simultánea y aunque esta no cuente con soporte de red) y cuenta incluso con soporte para escritorio. Esta segunda opción “no oficial” se encuentra por el momento en modo beta y ha sido desarrollada de forma externa, gracias a la apertura de su API, disponible (al igual que su protocolo) para todo aquel que quiera aportar su granito de arena.

Y hablando de archivos, no hay que dejar de mencionar el tamaño de los mismos. Con Telegram vas a poder intercambiar cualquier tipo de archivo que ocupe como máximo 1 GB, otra importante ventaja en especial a los que gusten de intercambiar documentos que ocupan más espacio de lo habitual (por ejemplo vídeos).

Más seguro, con nube… ¿y lo demás?

Por lo demás Telegram viene a ser una versión algo más depurada y refinada que WhatsApp o Line. La interfaz (al menos en lo que a iOS se refiere) es más limpia que la de sus competidores, con colores más suaves y un aspecto en definitiva más maduro. Empezar a utilizarlo no tiene ninguna complicación, dado que el entorno es realmente similar, y solo se ve aderezado básicamente por las opciones de seguridad que comentábamos. Incluso muestra el popular tick cuando se envían mensajes (uno para indicar el envío, dos para señalar que el receptor lo ha leído).

Sí, ya sabemos que WhatsApp cuenta con cifrado de datos desde hace ya unas cuantas actualizaciones -no se nos ha olvidado-, pero también estamos convencidos de que tú igualmente tienes conocimiento sobre lo relativamente fácil que puede ser para una persona experta el descifrar sus mensajes. Es entonces cuando surge la pregunta clave, ¿cuánto nos importa la privacidad de los mensajes que intercambiamos en este tipo de servicios?

Sinceramente nunca me he preocupado en exceso por esta cuestión. Soy usuaria habitual de WhatsApp pero lo utilizo en el ámbito puramente personal sin desvelar tampoco datos sumamente importantes. No se me ocurriría nunca pasar una contraseña o un número clave a través de WA o Line (son los dos servicios que tengo actualmente instalados, aunque el segundo lo utilizo un 2% de las veces y casi más por la tontería de usar sus pegatinas que por otra cosa). El tema es si me atrevería a hacerlo con Telegram, y la respuesta probablemente, y en estos momentos, es que no -menos aún existiendo por ahí una oferta con una buena cantidad de dinero a quién consiga corromper el sistema.

No es por tanto la prestación que más me llama para utilizar Telegram. Eso no quita por supuesto que valore su seguridad, pero no voy a dejar de usar el servicio que utiliza todo mi círculo por eso. Porque ahí está el principal problema con el que se topan todos estos nuevos servicios: WhatsApp alcanzó este mes de enero la cifra de 430 millones de usuarios activos, un número, bastante imponente para la competencia, que ha sido capaz de rebasar a la propia Facebook Messenger. En el momento en que escribo estas líneas tengo 9 (nueve) contactos de toda mi agenda que está utilizando Telegram, y curiosamente todos están relacionados con el mundo de la tecnología, por lo que podría decir que son poco “representativos”. En WhatsApp tengo 681 contactos.

Será por tanto una cuestión de difusión que un servicio así llegue a cuajar. Telegram ofrece más ventajas a nivel de prestaciones que WhatsApp, es software libre y además no supone ningún gasto (sin que eso conlleve publicidad). Sin embargo, la red que ha llegado a montar la compañía con sede en Silicon Valley es lo suficientemente grande como para que estas cuestiones ni tan siquiera le perturben. Al menos de momento.

Y es que a veces lo mejor de lo mejor no es lo que siempre triunfa.