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¿Existe un estilo femenino de liderazgo?

Tradicionalmente, la ausencia de la mujer en puestos directivos ha hecho que se prestara escasa atención al estilo femenino de liderazgo.

En efecto, había poco fenómeno por explicar. Y, por otro lado, la pequeña muestra disponible no parecía indicar que el estilo de liderazgo de las mujeres fuera diferente de los varones.

De hecho, las pocas mujeres en puestos directivos buscaban minimizar las diferencias y acomodarse en un mundo de hombres.

Sin embargo, ahora que las mujeres han comenzado a acceder a posiciones de responsabilidad, es relevante preguntarse si existe un modo femenino de gestionar y sus posibles diferencias con el modo masculino.

Actualmente, la mayoría sostiene que el liderazgo femenino existe y es diferente del masculino.

El liderazgo masculino se construye sobre la competitividad, la racionalidad y el uso de la jerarquía.

El estilo femenino, por el contrario, se basa en la dimensión relacional, la empatía, la emoción y la colaboración.

Vivimos en una época en que la inteligencia emocional es un concepto frecuente en las organizaciones. Una época en la que el coaching ha dejado de ser una rareza o una muestra de debilidad.

Una época en la que los diferenciales de conocimiento entre maestro y discípulo se reducen. Nuestra época, por lo tanto, implica un tipo de liderazgo diferente.

En una empresa de conocimiento distribuido, poco jerárquica y puestos menos perfilados y flexibles, ¿cabe otro tipo de liderazgo que no sea holístico?

En definitiva, hay datos relevantes que sostienen la existencia de un modo femenino de liderar.

Junto a esto, en las últimas dos décadas, las organizaciones han sufrido una serie de cambios que necesitan un liderazgo más cooperativo.

Que este modo de liderar tome muchos de sus rasgos de lo que se ha venido a llamar liderazgo femenino sólo puede ser una buena noticia.

El reto que les queda a mujeres y hombres es su ejercicio y desarrollo.