En el segundo trimestre, se registraron ingresos por u$s816 millones en concepto de inversión extranjera. Aumentó así algo más de u$s170 M respecto del trimestre precedente, impulsada por la reinversión de utilidades y los aportes de casas matrices.
En contrapartida, se verificó en el trimestre una marcada disminución del uso de financiamiento de casas matrices y filiales de las empresas radicadas en el país, aunque curiosamente la Dirección Nacional de Cuentas Internacionales no estimó el monto, repitiendo la práctica que comenzó tres meses antes.
Pero la mala noticia fue que la recuperación que se observó entre abril y junio en comparación con el monto ingresado entre enero y marzo no fue suficiente para aproximarse a los niveles de similares período del año anterior.
Incluso, en lo que respecta a los “cambios de manos”, que habían aportado u$s131 M en el primer cuarto del corriente año, se anotó una reversión levemente superior a esa cifra en los tres meses siguientes.
Atraso de precios relativos
Entre los factores que explican la cautela de los inversores del resto del mundo por mantener el ritmo de exportación de sus capitales, como lo hacen con los vecinos Chile y Brasil, por citar sólo unos casos, sobresale la persistencia de “acuerdos de precios que propone el Gobierno”, que impide proyectar una tasa de ganancia, conforme con las expectativas de evolución de los costos internos y la paridad cambiaria.
Además, observan que la alta disparidad de tasas de inflación entre la Ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires y el resto del país también determina un factor de incertidumbre que atenta contra las decisiones de inversión.
En alguna medida, este fenómeno parece congruente con el repunte que comenzó a verificarse en los activos de los residentes guardados en el exterior, aun cuando alrededor del 40% de los u$s140.088 M estimados para el segundo trimestre estarían en los “colchones”.
