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La crisis pone a prueba a los trabajadores de la Generación Y

La Generación Y sólo ha conocido momentos de bonanza y desarrollo económico. La situación de recesión actual es una novedad para esta mano de obra que empieza a ser el sostén de muchas empresas y que nunca ha sufrido grandes presiones. Están, pues, ante una prueba de fuego, ya que les está tocando vivir por primera vez y, en sus propias carnes, momento difíciles. Una encuesta llevada a cabo por la AGR, del Reino Unido, ha revelado que la mitad de los trabajadores de esta generación se queja de que sus jefes ponen sobre ellos más presión y les piden más dedicación.

La Generación Y es la sucesora la Generación X. Son los trabajadores nacidos a partir de 1982. Cuando el término se acuñó, se refería a personas nacidas entre 1982 y 1992, aunque actualmente se ha extendido ese rango para abarcar desde principios de los ochenta hasta el año 2000. También se usan otros términos, como “Generación Why”, “Millenials”, “Internet Generation” y otros términos similares relacionados con tecnologías, muy unidas a esta generación: Google Generation, iGeneration, etc.

La mayor presión sobre la Generación Y está repercutiendo en el equilibrio entre su vida familiar y su vida laboral y, pese al mal momento que vive el mercado laboral en casi todo el mundo, muchos de ellos están pensando en dejar su puesto de trabajo para mejorar esas condiciones.

El informe derivado de la encuesta urge a los directivos a no ceder a la tentación de crear lo que llaman “cultura de miseria” dentro de sus organizaciones, ya que a largo plazo esto se traduce en que los trabajadores empezarán a buscar un lugar en el que sentirse mejor, en el que olvidarse de esa “cultura de la miseria”.

“Cuando las empresas están bajo la presión financiera, existe la tentación de dejar a un lado las políticas de equilibrio vida-trabajo”, comenta Carl Gilleard, director ejecutivo de AGR, a Management Issues.

Menos compromiso
Las implicaciones de tensar la cuerda por parte de las empresas son grandes. Otra de las cosas que están sucediendo es que los trabajadores, en lugar de acrecentar su compromiso y sus ganas de sacar adelante la situación, han bajado su nivel de compromiso e implicación.

Muchas horas de trabajo, más ansiedad, la incertidumbre, el estrés son los grandes enemigos de los directivos a la hora de mantener ese compromiso entre sus trabajadores. La encuesta de AGR ha puesto de manifiesto que el compromiso, una vez perdido, es muy complicado de recuperar.

“En cualquier caso, los trabajadores también tendrán que hacer algunos ajustes para afrontar este periodo de recesión que nunca habían vivido antes. Encontrar un equilibrio en la corriente económica actual requerirá movimientos por parte de ambos lados”, comenta Gilleard.

El informe identifica tres tipos distintos de trabajadores de esta Generación Y. En primer lugar habla del grupo al que define como “trabaja duro, juega duro”. Según AGR, este grupo ve una clara separación entre su trabajo y sus vidas fuera del trabajo. Por ello, son los que más luchan porque esa separación siga siendo meridiana y clara.

El segundo grupo lo llaman “preocupados y cansados”. Se trata de trabajadores que no trabajan necesariamente muchas horas, pero que consideran que el estrés del trabajo les afecta en su vida fuera de éste, dejándoles agotados y faltos de energía. La mayor parte de los empleados de este grupo son mujeres.

Adictos al trabajo
El tercer grupo es el más característico de la Generación Y, dice AGR. Los llama “Workaholics” (un juego de palabras con “trabajo” y “alcohólicos”)

Estos trabajadores no tienen ningún problema en trabajar las horas que sean necesarias, siempre que tengan el control a la hora de tomar decisiones sobre cómo dividir su tiempo. Este grupo tiende también a sentirse feliz de eliminar las fronteras entre su trabajo y su vida.

El estudio advierte, en cualquier caso, que los empleados que sienten que el equilibrio entre su vida privada y su vida laboral es pobre, trabajan más horas, descansan menos, viajan más por trabajo y se forman también más para cualificarse mejor.

Todo ello tiene sus repercusiones en otros ámbitos, ya que quienes se engloban en este grupo sienten su trabajo como algo menos placentero, pierden fácilmente su círculo de amistades, deterioran su vida en casa y tienen más problemas de salud.

Aunque son capaces de tolerar esta situación a corto plazo con el afán de mejorar profesional o económicamente (o por miedo a un mercado laboral muy duro), lo cierto es que muchos terminan buscando un trabajo mejor.