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La culpa, alcance, repercusiones

La culpa es frecuentemente la respuesta adecuada ha algo que se ha hecho mal, pero el castigo impide el desarrollo de la conciencia. – Nancy Samalin.

Todos hemos afrontado la culpa y ya habremos aprendido lo que ello ha generado en nuestras emociones, sentimientos, conductas, ya habremos ahondado en lo que ha significado en nuestro crecimiento personal, comportamiento. Habremos evaluado y experimentado su alcance.

Cada uno de nosotros como se sabe y así comentan quienes les interesa el tema como granadablogs.com/ayudapsicologica quien nos recuerda que todos tenemos nuestro código personal que vamos alimentando, evaluado a través de nuestro crecimiento, acciones, este código es el conjunto de normas que organizan nuestro comportamiento. Esas normas pueden enunciarse, por ejemplo, como” no frustrarás a los otros “, ” no dañaras a tus padres”. Una vez que el contenido del código se estableció un proceso largo que se realiza a través de los años, empieza a funcionar un sistema que garantiza su cumplimiento.

Este sistema que se “llama el guardián del código” hace que cada vez que uno transgrede una norma o alguna de las pautas del código, se encienda una señal informando que el código se ha transgredido. Se trata de una suerte de avisador interno que cumple funciones de autoinculpación con el consiguiente malestar.

Desde luego, la culpa se manifiesta cuando originamos una situación que desequilibra a otra persona, nos desequilibra, causa afectaciones muchas veces físicas, psíquicas negativas, pero que también de ella se pueden tomar acciones para adentrarnos el por qué de su manifestación, en que fallamos, en que no estamos atento para que se presente y origine conflictos a otros y a nosotros mismos.

Por tanto no nos sorprende que se comente, que la culpa en sus muchas variantes ha sido en general mal vista, pero los psicólogos siguen encontrando evidencia de su utilidad. Tener demasiado, poca culpa, es malo: se ve claramente en los sociópatas que no sienten remordimiento, pero también en los niños que pegan y quitan los juguetes a sus compañeros de jardín.

Desde luego es un termómetro que mide la temperatura de nuestras acciones, más cuando estas en lo personal no logran el objetivo ha alcanzar o que afecta a personas que no logren sus objetivos, o simplemente que las relaciones con los otros conlleven a situaciones conflictivas.

Cuando la culpa se manifiesta y empieza acosar del por qué no se midieron las consecuencias de las acciones que realizamos, por qué no hemos estado atento, por qué no reflexionamos, evaluamos lo que pensamos realizar, es cuando nos enfrentamos a ella y empezamos a determinar su alcance, lo que ello ha originado. Si no sabemos enfrentar la situación ello pueda dar paso a serios problemas que van afectar lo físico, psíquico, salud, hasta muchas veces dependiendo del rol que estamos desempeñando en el momento que aflora, dándole cabida a conflictos personales en las interrelaciones que pueden dar paso a situaciones muy serias hasta llegar a demandas legales, debidamente imputadas y señaladas en los código penales.

Al respecto del tema nos aporta, granadablogs.com, que Cuando sucede algo negativo, tendemos a buscar culpables. Hasta tal punto se da esa tendencia que se puede reaccionar de dos formas ante las frustraciones: quienes sistemáticamente se autoinculpan de lo que sucede (soy el culpable), quienes piensan que la culpa siempre la tienen los demás y, por último, quienes no echan la culpa a nadie, bien porque no entran a juzgar o porque no le otorgan excesiva importancia a los contratiempos que la vida nos depara.

La culpabilidad, es la emoción que despilfarra mayor cantidad de energía emocional. ¿Por qué?. Porque por definición, uno se siente inmovilizado o en el presente por algo que ya paso, Y no existe culpabilidad por grande que sea, que pueda cambiar la historia. El grado de inmovilización puede abarcar desde una pequeña incomodidad hasta una severa depresión. Se hace hincapié en señalar, que, se esta aprendiendo lecciones del pasado, y prometiéndonos evitar la repetición de algún comportamiento especifico, justamente a eso no se llama culpa.

Se agrega, que se considere, que las reacciones de autoinculpación provocan en el individuo un estado de ansiedad cuyo origen podemos encontrarlo en sistemas de educación rígidos. La familia, la escuela o el medio social han estado tradicionalmente cargados de leyes y normas de conducta regidas por el miedo al castigo. Así, hemos ido interiorizando paulatinamente este catálogo represivo hasta que terminan constituyendo parte de nuestra personalidad. Es como un juez o policía que llevamos dentro y que actúa imponiéndose a la espontaneidad de la acción y del pensamiento. Las personas con este sentimiento de culpa se llenan de obligaciones aunque éstas no les correspondan. Son extremadamente escrupulosos y exigentes a la hora de enjuiciarse y viven pendientes de que el castigo o la sanción pueda caer sobre ellos. Las pautas educativas más represivas o las que se derivan de comportamientos ligados a creencias religiosas hacen más frecuente la aparición de estas culpabilidades. Una autoinculpación puede ocasionar episodios depresivos recurrentes y hasta graves.

Definitivamente no hay que olvidar que como lo indica la referencia señalada, una de las consecuencias mas comunes del sentimiento de culpa es el remordimiento. Clínicamente se define como el pesar interno que produce en forma de sentimiento cuando enjuiciamos nuestras acciones y pensamos que hemos realizado una mala acción. Es la inquietud que despierta la memoria de una culpa, que va creciendo imperceptible dentro de uno. La vivencia del remordimiento es como tener un objeto intragable atravesado en la garganta, que finalmente se volverá contra uno mismo. El problema principal del remordimiento es que muchas veces se desconoce su origen. Se experimenta como una sensación que esta continuamente presente pero no se sabe exactamente cual es la culpa que está escondida detrás originando este malestar.

Esta también el que las reacciones que sistemáticamente inculpan a otros de todo lo negativo que sucede se deben a que el individuo no soporta la carga de la propia responsabilidad cuando surgen las frustraciones, y dirige a los demás la sensación de culpa. Reaccionan de forma que lo primero es buscar un culpable fuera de si misma. Es una forma de liberación que los demás perciben como una conducta.

¿Como enfrentar esta realidad, salir de ello?. Por supuesto, uno debe estar más atento en la forma en como actuamos, evaluar nuestras acciones, nuestros pensamientos, la manera de comportarnos, determinar en donde están nuestra debilidades, irlas corrigiendo, ser menos impulsivos, más meticulosos en nuestro proceder, no dejarnos atrapar por los efecto de la culpa, saber que podemos subsanarla de ser posible, pero no dejar atormentarnos por ella.

Considerar lo que también se señala, que hay que cultivar el sentido de la realidad, que supone aceptar, aunque resulte doloroso, qué y quién es cada uno. Para ello, es necesario trabajar la autocrítica mediante la reflexión y tomando en consideración las observaciones que nos hacen las personas que nos manifiestan más afecto y confianza. Determinaremos así las causas de las situaciones conflictivas para aprender de los fracasos y no volver a cometer esos o similares errores.