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La Hipertensión arterial en el adulto mayor: Un enfermedad silenciosa y frecuente que hoy en día puede controlarse

Una característica central es que la elevación de la presión arterial máxima (sistólica), se acompaña de una reducción de la presión arterial mínima (diastólica), de manera que la diferencia entre una y otra aumenta significativamente. Por ejemplo, a los 70 años es frecuente que la persona tenga una presión de 170 /70 milímetros de mercurio (mm Hg), (17 de máxima y 7 de mínima como se dice popularmente). Es interesante que la diferencia entre la máxima y mínima denominada “presión de pulso”, es un importante marcador de riesgo cardiovascular. Todo aumento de la presión máxima se asocia a mayor riesgo, pero en paralelo cuanto más baja sea la presión mínima en el adulto mayor, también aumenta el riesgo cardiovascular.

Por ello, debe entenderse que en estas personas se debe ser cuidadoso al indicar medicación que baje la presión máxima ya que si en forma paralela se reduce mucho la mínima, el beneficio de reducir la máxima puede ser anulado por el perjuicio de alcanzar una mínima muy baja.

Hoy en día se considera como normal una presión arterial máxima menor a 140 mm Hg y una presión arterial mínima menor a 90 mm Hg. Para personas jóvenes la presión óptima es menor a 120/80 mm Hg, pero para personas de más de 80 años se recomienda una presión máxima no mayor a 150 mm Hg con una mínima no menor a 70 mm Hg.

Para tener en cuenta:
La hipertensión arterial no es una enfermedad inocua, ya que luego de varios años sin tratamiento puede producir importantes complicaciones, que pueden ser causa de diversas enfermedades, muchas de ellas invalidantes e incluso fatales.

Las complicaciones más frecuentes e importantes de la hipertensión son:

• Agrandamiento del corazón, particularmente engrosamiento de sus paredes (hipertrofia ventricular), que puede reducir la eficiencia del corazón, generar arritmias y, a largo plazo, conducir a la insuficiencia cardíaca.

• El corazón pierde capacidad de bombear la sangre que necesita el organismo, el paciente se encuentra en insuficiencia cardíaca. En estos casos el corazón se dilata y comienzan a aparecer síntomas como fatiga e hinchazón de pies.

• Otra complicación cada vez más frecuente, es el deterioro de la función del riñón, que puede llevar a la necesidad de tratamientos como la diálisis o el transplante renal.

• Probablemente el infarto cerebral y la hemorragia intracerebral sean las complicaciones más temidas de la hipertensión arterial. Si el déficit neurológico dura menos de 24 hs se lo denomina “accidente isquémico transitorio” y son situaciones que duran menos de 60 minutos en la mitad de los casos, pero son predictores de accidente cerebro vascular definitivo. De hecho el 30% de los eventos cerebro vasculares agudos son precedidos por accidente transitorio. Una de cada 30 o 40 personas mayores de 75 años padecen esta enfermedad, y entre ellos los hipertensos tienen de 2 a 4 veces más posibilidad de desarrollarla.

• Menos conocido es el hecho que por la edad, y acentuado por la hipertensión arterial, muchas personas sufren pequeñas lesiones cerebrales y degeneración de las fibras del cerebro, que hoy pueden ser detectadas por la Resonancia Magnética Nuclear. Estas lesiones son muchas veces asintomáticas pero su acumulación puede llevar a alteraciones cognitivas importantes. Técnicamente se denominan “infarto lacunar” y “leucoaraiosis”.

Buenas noticias para el control de la enfermedad
“Sin embrago, hoy en día, podemos lograr un buen control de la presión arterial (menos de 140/90 mm Hg), en casi el 70% de los pacientes, de acuerdo a datos propios del ICBA (Instituto Cardiovascular de Buenos Aires) asegura el Dr. Alberto Villamil, Jefe Sección Hipertensión Arterial del ICBA.

“Para ello es fundamental la consulta al médico y que el paciente cumpla con las indicaciones de cuidado personal (dieta, ejercicio, moderación en el consumo de alcohol y no fumar), así como en el cumplimiento de la toma de la medicación indicada” concluye el profesional.

En el 30% de los pacientes, ya sea por tratarse de hipertensión más severa, intolerancia a la medicación, u otras causas, no se puede alcanzar una presión arterial normal (menos de 140/90 mmHg). En estos casos, cabe recordar que toda reducción de la presión arterial brinda beneficios y que cuanto más cerca de la normalidad se esté, mayor será el mismo.