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La importancia del mundo emotivo en la organización

Cuando se encara una tarea de coaching organizacional, resulta vital para el éxito del trabajo observar el estado de ánimo que circula en la empresa.

De no hacerlo, estaremos pasando por alto una información importante para el desarrollo y el aprendizaje de las personas que lo componen. Por ejemplo, si los miembros de un grupo de trabajo tienen una actitud de resignación o de rencor que los predispone en contra de la tarea, habrá que trabajar para abrir un espacio de cambio y poder generar acciones diferentes.

Esto ocurre porque en una organización, asi como en todos los órdenes de la vida, las emociones y nuestros estados de ánimo nos inducen de distintas maneras para encarar aquellas cosas que nos pasan. Mientras las emociones aparecen cuando nos sucede algo nuevo, el estadio de ánimo ya nos es conocido, y responde a situaciones que quizá nos acompañan desde hace largo tiempo.

Por caso; la rabia es una emoción válida y necesaria para nuestra existencia, pero si la sentimos en forma cotidiana puede bloquearnos en la vida diria.

Al igual que en las emociones, en el estado de ánimo hay un juicio, pero que quizá no responde a un evento concreto: si todo el tiempo estoy pensando que el mundo es peligroso viviré en el estado anímico del miedo.

Haciendo foco en lo organizacional, muchos equipos tienen una actitud de frustración: una emoción que indica un juicio previo de impotencia, de injusticia en la vida, ya que se ha determinado que “no se puede hacer nada”.

En otros grupos de trabajo se evidencia una forma de resignación, lo cual indica sin palabras una sensación generalizada de que la acción es inútil porque no va a cambiar nada.

Otro sentimiento que tiene mucho poder negativo en las organizaciones es el cinismo: se trata de una resignación “inteligente”, que descalifica cualquier acción posible para solucionar dificultades. Para el cínico, quienes creen que es posible un cambio son tontos e ingenuos, y el peligro es que arrastren en la actitud a otras personas del mismo equipo, arrastrando a todo el grupo a la parálisis y la actitud negativa.

Y finalmente, en algunas ocasiones aparece el sentimiento de desquite; la disposición a la acción desde el resentimiento, que se basa en el silencio y la revancha.

Desde el coaching ontologico creemos que para que pueda tener lugar un cambio positivo, es fundamental modificar previamente estos estados de ánimo mediante diferentes estrategias.

Si podemos generar comunicaciones afectivas y reconstruir en forma verbal lo que está pasando, la emoción podrá dejar paso a la razón colectiva, abriendo opciones para que la organización recorra otros caminos.