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La Pasión según Tafí del Valle

Tafí del Valle, se sabe, es esa vasta cuenca de embeleso, circundada de altas cumbres, donde la luz es más pura, el aire más tenue, las laderas más tersas, los prados más dulces. Es también la belleza estremecedora del canto de sus copleras. Es, además, la delicia de sus famosos quesos, cuyo secreto parece estar cifrado en el verde o dorado de sus pastos eternamente mecidos por la brisa. Y es, por supuesto, la imponente puerta tucumana a los Valles Calchaquíes. Por todas estas razones, miles de viajeros de todo el mundo visitan esta mágica comarca en diferentes épocas del año. Pero, desde 1992, hay una razón más para hacerlo en Semana Santa: es el lugar de una tan espectacular como conmovedora recreación de la Pasión de Jesús, que convoca multitudes y ha convertido a Tafí del Valle en uno de los principales destinos de turismo religioso del país.

La cruz y la montaña
Todo comenzó como una forma más de recaudar fondos para la cooperadora del hospital local. La idea fue de Alejandro Balzaretti, un oculista tucumano, ya fallecido, que vivía en Buenos Aires y colaboraba con el hospital. En uno de sus muchos viajes, había visto en Oberamergau, Alemania, la representación de la Pasión, que desde 1634 se lleva a cabo cada diez años en ese pueblito bávaro, en conmemoración del final de la Peste Negra. “Balzaretti me propuso hacer algo similar en Tafí, sobre la base de un grupo vocacional de teatro de la parroquia”, recuerda Ricardo Salim, actor y director de destacada trayectoria en las tablas tucumanas, a quien pertenecen el guión, el diseño integral, y la dirección de la “Pasión de Jesús en Tafí”. Salim cuenta que optó por trabajar con una mezcla de vecinos de Tafí y de actores profesionales de la capital provincial. “Me inspiré en el modelo medieval del teatro de mansiones, que recreaba historias cristianas en escenarios fijos que representaban lugares como El Infierno o El Purgatorio y que los actores o cómicos de la legua montaban en plazas u otros sitios públicos”. En la “Pasión en Tafí” esas mansiones son las Puertas de Jerusalén, el Templo, la Ultima Cena, el Jardín de los Olivos, el Palacio de Pilatos, el Poste de la Flagelación, la Crucifixión y el Sepulcro. Están situadas en un amplio predio agreste, con los majestuosos cerros como telón de fondo. En un ir y venir por ellas, y por los espacios de transición, se desarrollan numerosas escenas que cuentan la historia de Jesús desde la Entrada a Jerusalén hasta la Resurrección. Las funciones se celebran al caer la tarde, el público sigue los diálogos a través de altavoces y acompaña los desplazamientos de los actores desde cerca. “Desde un primer momento puse mucho cuidado en la grabación de la banda de sonido; busqué que la combinación de palabras, voces y efectos sonoros, lograra emocionar por sí misma, aún si uno la escuchara por la radio”, comenta Salim sobre uno de los aspectos más efectivos de la puesta. En los dieciséis años transcurridos desde la primera representación, la Pasión en Tafí creció no sólo en cantidad de espectadores (pasaron de centenares a miles) y de actores (empezó con 70, este año fueron 170). Para albergar a tanta gente hubo que mudar el espectáculo a un campo más grande, lo que volverá a ocurrir en 2009. La obra se alargó 15 minutos y ahora dura 1 hora y 5 minutos. El guión se enriqueció, los personajes y las situaciones ganaron en densidad. “Hemos trabajado más la contraposición entre el Jesús pacífico y Barrabás, el rebelde violento, la figura de María Magdalena y el tema de la discriminación o los problemas políticos entre Pilatos y el Sanedrín”, señala Salim. Quienes han visto la “Pasión en Tafí” coinciden en algo: la clave de su éxito reside en la conjunción de una historia sublime con un paisaje de extraordinaria belleza. Conjunción que alcanza su máxima intensidad cuando, en el momento de la Muerte de Jesús, el sol se pone exactamente detrás de la Cruz y de las montañas.