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La preparación física en los deportes de montaña

Los beneficios de la actividad física son evidentes. Sin embargo, en el montañismo y la exploración es imprescindible una buena condición física si es que se desea llegar al objetivo y disfrutar la experiencia.

Antes de iniciarse en la actividad física, siempre es recomendable consultar al médico para que realice un chequeo general o, de preferencia, un examen especializado para deportistas, especialmente si se trata de una persona que suma algunos factores de riesgo como sedentarismo, tabaquismo, obesidad, colesterol o triglicéridos altos.

Aunado a este examen se pueden realizar pruebas de campo, a través de las cuales se lleve un control durante el ciclo de preparación sobre los avances físicos. A partir de sus resultados los programas de entrenamiento se planean con mayor precisión y personalización.

Una vez evaluado el estado de salud general y la condición física, lo ideal sería que cada deportista tuviese un entrenamiento individualizado a sus características morfo-fisiológicas, a sus objetivos, a los medios materiales y al tiempo de que dispone.

Para el esquí en particular, un programa adecuado de preparación debería incluir:

Resistencia: este tipo de ejercicios ayudarán a que pueda esquiar con una mínima fatiga. La ejercitación de tipo aeróbica durante 30 minutos de tres a cinco veces por semana es una buena preparación. La utilización de la bicicleta, cinta o escalador son alternativas a considerar.

Fortaleza: aumentar la exigencia muscular permite fortalecer los músculos. Deberá tener en cuenta el fortalecimiento de cadera, pantorrillas y espalda. Es aconsejable consultar con un entrenador las series más adecuadas para cada uno.

Elongación: los ejercicios de elongación y entrada en calor siempre son importantes en toda actividad deportiva y contribuyen a reducir los riesgos de lesión. Para el esquí en particular, se debería elongar la parte baja de al pierna, cuadriceps, parte posterior del muslo, cadera y hombros.

Esquiadores temerosos y esquiadores intrépidos
Pese a que los equipos para esquiar son cada vez más seguros, los esquiadores siguen sufriendo lesiones que muchas veces son previsibles.

A menudo, es la actitud del esquiador la que determina el tipo de lesión. Los más intrépidos suelen arriesgarse frente a la ilusión de la omnipotencia y cuando sobreviene la lesión, no pueden más que sorprenderse. Por lejos, este tipo de actitudes, genera las más severas lesiones.

Pero el esquiador asustado, temeroso en exceso e inseguro, no puede relajarse. Entonces se cae con mucha frecuencia, incluso a baja velocidad. El riesgo más grave en estos casos es que las fijaciones no siempre saltan a bajas velocidades y consecuentemente, se producen frecuentes esguinces.

En síntesis, el esquiador debería desarrollar un sentido común que le permita alcanzar un equilibro adecuado entre el auténtico peligro y la inseguridad. Esto es, evitar lo que es riesgoso pudiéndolo identificar con anticipación. Esto supone tener conciencia del nivel de esquí, las condiciones de la nieve, la dificultad de la pista, y la responsabilidad frente a los otros esquiadores. De ahí la necesidad de realizar un entrenamiento previo.

Causas de lesiones frecuentes y cómo evitarlas
No son pocas las personas que, durante el año, aguardan impacientemente el comienzo de la temporada de esquí. Es lógico, ya que este deporte permite a quienes lo practican experimentar un vértigo inusual, al tiempo que se disfrutan de los más bellos paisajes de la tierra.

Si bien el esquí es muy popular y relativamente sencillo de practicar, tiene también su costado peligroso. Cada temporada, se producen diversas lesiones en la gente que lo práctica, que pueden ser muy severas.

Algunas de las causas que generan estas lesiones y cómo prevenirlas:

– Tensión en las rodillas: lo conveniente es mantener las rodillas relajadas, con las tablas en paralelo y buscar una posición de equilibro hacia delante ya que al caer hacia atrás, aumenta el riesgo de una lesión en las rodillas.
– Imprudencia: es de vital importancia reconocer situaciones de riesgo y no sobrestimar la capacidad para controlar el esquí.
– Inseguridad: es fundamental relajarse para dominar la técnica con confianza.
– Cansancio: cuando se siente mucho cansancio evitar practicar el esquí porque bajan los reflejos y la capacidad de reacción y se incrementa el riesgo de lesión.
– Condiciones de la nieve: es necesario reconocer los tipos de nieve y esquiar adecuadamente.
– Equipo inadecuado: antes de comenzar el esquí, hay que revisar el equipamiento. Probar las botas y simular previamente los movimientos del esquí.

Preferir tablas cortas para principiantes y esquíes parabólicos. Hacer revisar las fijaciones a un experto y constatar un uso adecuado de los bastones.

Efectivamente, tomando algunas precauciones, los esquiadores pueden bajar en gran medida las probabilidades de sufrir accidentes durante la práctica de este deporte. De hecho, el número de lesiones a causa de la práctica del esquí, parece estar bajando, debido a las posibilidades de contar con un equipamiento superior, así como la concientización de realizar un apropiado entrenamiento previo.