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Las tasas de interés bajaron pero la sociedad sigue alejada de los créditos para el consumo

Las oportunidades de obtener una buena financiación, con plazos y tasas accesibles, no abundan.

Pero esta es sólo una cara de la moneda. A pesar de las intenciones del Gobierno de impulsar el consumo a través del otorgamiento de créditos “baratos” existe una combinación de factores que pesan en las finanzas de las familias y que dan como resultado un alto grado de prudencia a la hora de decidir tomar un préstamo.

La incertidumbre sobre el futuro de la economía local, a lo cual se suman la crisis financiera internacional, las dudas sobre la posiblidad de una mejora salarial e incluso sobre la permanencia en el empleo, ponen una valla en el camino antes de que los consumidores decidan saltarla.

“La gente está tomando menos créditos”, advirtió Marcos Bazán, socio de la consultora Deloitte. El especialista remarcó que, desde el lado de la demanda, la incertidumbre, las altas tasas de financiación y el permanente interrogante sobre si podrán cancelar las deudas contraidas alejan a quienes necesitan acudir a los mostradores de los bancos. Por otra parte, desde la óptica de la oferta, destacó que los bancos y las cadenas de retail “no los están dando o exigen más requisitos”.

En este escenario, si de consumo financiado se trata, hoy existen básicamente dos caminos:

* Por un lado, recurrir a las líneas de crédito del Gobierno: entre las opciones de compra se encuentran la financiación para acceder al “auto barato” a través de un crédito de $31.000 con un plazo mínimo de 48 meses y con una tasa de interés aproximada del 16,5%, o aquellas líneas destinadas a quienes tienen una cuenta sueldo y que con tasas del 15,4% pueden comprar bienes diversos, con un tope de $5.000 y a pagar en un plazo de 12 meses, o también el “canje” de heladeras donde el precio estipulado es de $1.440, que puede ser financiado hasta doce cuotas fijas a una tasa del 11%, entre otros casos.

# Por otro lado, están los créditos fuera de este sistema: cuyas tasas pueden llegar a valores muy diferentes, incluso hasta el 40%, dependiendo de si responden a préstamos personales, por financiación con tarjeta o créditos prendarios.

Sin embargo, aún con los planes de pago baratos, los resultados ya se dejan ver. Según datos del Banco Central de la República Argentina (BCRA) el ritmo de crecimiento del crédito al consumo cayó a la mitad del año pasado y en lo que respecta a las líneas que otorga el Gobierno -sobre la base de la utilización de fondos de la Administración Nacional de Seguridad Social (ANSES)- se advierte que todavía no despiertan la demanda esperada.

De hecho, una encuesta realizada por el consultor Ricardo Rouvier reveló que más del 61% de las 1.200 personas consultadas por su firma, en diciembre último, no compraría a crédito un electrodoméstico.

En este sentido, el titular de la Fundación Mercado, Dardo Ferrer, explicó que la tendencia de consumo con pago en cuotas de la población ha bajado y que se tradujo en “una caída abrupta del 10% en el conjunto de los planes de compra, tanto en efectivo como en mensualidades o con tarjeta de crédito, en el cuarto trimestre de 2008”. También destacó que esto coincide con el momento en que “la crisis internacional se combinó con ruidos políticos locales”.

“Salvo para el plan canje de heladeras, persiste la tónica de financiamiento de los últimos seis meses. Las familias tienen temor a endeudarse y son precavidas en cuanto a tomar decisiones de consumo que signifiquen un riesgo”, afirmó el especialista. “Hay recelo en cuanto a la evolución de la economía y endeudarse significa tomar gastos que se trasladan en el tiempo. Por ejemplo, un auto, a cinco años”, agregó.

Hoy los números confirman claramente estas afirmaciones. Mientras que el Gobierno anunció recientemente la colocación de $13.200 millones en líneas de créditos para incentivar el consumo y la compra de autos 0 km. con el objetivo de estimular el consumo, la producción y proteger el empleo, a un mes de la primera licitación de fondos de la ANSES entre los bancos, esto representa un pequeño porcentaje de los $400 millones disponibles.

Para las entidades bancarias tampoco resulta sencillo activar las líneas de financiación, pero ahora a ello suman una presión adicional: el titular de la ANSES, Amado Boudou, advirtió que les retirará los fondos que no sean prestados. “En la medida que se vayan cumpliendo los objetivos, las tasas y los tiempos, estamos contentos. En la medida que no se vayan cumpliendo, se irán quitando esos fondos”, alertó oportunamente. (Lea más: La ANSES quitará los fondos licitados a los bancos que no los presten).

De esta forma, el funcionario dejó en claro que se hará una auditoría para controlar que el dinero de la ANSES adjudicado a los bancos haya sido otorgado como crédito bajo los planes oficiales y que no esperarán a último momento para verificarlo sino que irán “haciendo un monitoreo permanente de dichos fondos”.

Números reveladores
De acuerdo con un reciente informe de la consultora D´Alessio Irol “cuatro de cada diez personas preferiría postergar los gastos relacionados con mejoras en la calidad de vida de su hogar antes de contraer algún tipo de deuda en este momento”.

Del estudio se desprende que esta misma precaución para endeudarse hace que en caso de requerir financiamiento se busque conseguirlo, en primer lugar, en el círculo íntimo: un 31% de los consultados prefiere pedirle dinero a sus familiares y amigos antes que a recurrir a los mostradores de los bancos (24%) o usar la tarjeta de crédito (8%), incluso hay quienes prefieren pedir ayuda a su empleador (10%), entre otras opciones.

Hasta las cifras oficiales dan cuenta de lo que está sucediendo y se espera que la actividad crediticia se contraiga más que el año pasado. Los últimos datos del Banco Central, al 9 de enero, marcan una caída en el ritmo de crecimiento de los créditos a los particulares:

* Préstamos personales: crecieron sólo un 28%, contra 57,35% registrado un año antes y 59% en 2006.
* Créditos prendarios: aumentaron casi 28%, lejos del 61,15% de 2007 y casi 79% de 2006.
* Financiación con tarjetas de crédito: se expandieron 35,04%, en cambio en 2007 habían crecido 46,27% y en 2006 40,8 por ciento.

Bazán explicó que estos números permiten concluir que “hoy se usa más la tarjeta de crédito respecto de otros tipos de préstamos”, justamente por las promociones vigentes en los bancos, que están focalizados en mantener activas las ventas por este medio. En cambio, los de tipo personal bajaron mucho”. Sin embargo, advirtió que “todo es muy selecto: las entidades bancarias dan crédito al cliente, al que cobra el sueldo ahi”.

Pero estos clientes son una pequeña parte de la población. A los sectores de menores recursos llegan los provenientes de las cadenas de retail o entidades financieras -que no sean bancos- y allí está parte del problema.

¿Qué pasa con las tarjetas de crédito?
Con el auge del consumo y del financiamiento barato que se vivió en los últimos años, las personas sumaron tarjetas de distintos bancos y de entidades no bancarias para aumentar su capacidad de compra y pago en cuotas. Aunque la situación cambió, según relevó la consultora D´Alessio Irol, un 52% de los 800 encuestados por la compañía en diciembre afirmaba que disminuiría las compras con su tarjeta de crédito.

Para Ferrer, se mantiene la tendencia de que un 35% de las compras se hagan en efectivo y el resto financiadas, pero sólo en el marco de los planes de compra de bienes durables, automotores y construcción. Es decir, las grandes decisiones de consumo por endeudamiento y cantidad actualmente se postergan. “Bajó la tendencia de compra, hay menos gente que quiere endeudarse por una cuestión de precaución”, puntualizó.

Así lo demuestra el índice de Confianza del Consumidor que confeccionó la Universidad Di Tella este mes que se encuentra 25,2% por debajo del valor que mostraba en enero del año pasado (41,2%), a pesar de haber recuperado 11,2% respecto de diciembre.

“La gente evita tomar créditos” en el marco de una “restricción general del consumo” por el grado de incertidumbre que hay sobre cómo afectará la economía internacional sobre la Argentina. “La gente, por precaución, baja el nivel de compra. Quien puede, lo hace al contado; quien no tiene dinero, adquiere menos bienes, y en general, prefiere no tomar crédito por ahora”, concluyó Rouvier.

Pronósticos para 2009
El panorama a futuro influye en las decisiones actuales vinculadas con tomar préstamos. Ferrer explicó que “la precaución de la gente para endeudarse se basa en la incertidumbre de ingresos y de empleo, que la lleva a retardar las decisiones de consumo”, aún ante las bajas tasas de los planes oficiales.

“La demanda se basa en las familias que tienen ingresos de asalariados, ya que el 70% de las familias tienen ingresos salariales”, indicó. En este sentido, sostuvo que el último aumento de sueldos fue en septiembre y que, en ese escenario, las familias piensan que no tienen pautado ningún aumento de sus ingresos sino en varios meses; ya que las negociaciones se abrirán en febrero o marzo”.

Así, el problema que emerge y pisa fuerte es el de poder realmente afrontar el pago de las deudas. “El consumidor mira si podrá pagar las cuotas porque tiene miedo de sus ingresos futuros, de que permanezcan estables o no aumenten en la proporción que esperan, o de perder el empleo”, agregó.

La situación podría persistir durante 2009 o al menos eso se desprende de una reciente encuesta de TNS-Gallup de la cual surge que “el 34% de los trabajadores cree que puede perder su trabajo y, en caso de perderlo, un 63% considera que le llevaría tiempo encontrar uno nuevo”.

La consultora observó que la percepción optimista para este año cae significativamente. A fines de 2007, con los resultados de las elecciones presidenciales, la encuesta arrojó una cifra positiva de 49%. En un contexto mundial de crisis, el estudio muestra a los argentinos con expectativas entre los niveles más bajos de la serie histórica: el 30% piensa que este año va a ser mejor que el anterior, un 32% dice que va a ser igual, mientras que otro 33% es pesimista.

El futuro se acerca y mostrará si los miedos se hacen realidad. El desafío es devolver la confianza a los consumidores para que con sus compras sostengan el nivel de actividad de la economía y sus propios puestos de trabajo.