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Liberando nuestro potencial

Hace ya tiempo que se publicó una historia, en la cual el protagonista se preguntaba por qué el elefante del circo no se liberaba de su cadena.

En efecto, la cadena estaba sujetada a una pequeña estaca clavada en el suelo, y éste con un mínimo esfuerzo de su parte podría liberarse.

Y la respuesta a tal acertijo, era que el elefante lo había intentado numerosas veces cuando era pequeño, cuando todavía no tenía las suficientes fuerzas para lograrlo, y que finalmente cansado de los fracasos repetidos había desistido y nunca más lo había intentado.

En definitiva, éste había “aprendido” que liberarse de su “prisión” no estaba dentro de sus posibilidades.

Y ello, inevitablemente nos lleva al tema de los juicios. Juicios que hemos recibido de los demás a lo largo de la vida, como asimismo los juicios que nosotros “construimos” diariamente.

¿Cuán conscientes estamos del impacto de dichos juicios en la construcción de nuestra “forma de ver la vida” y en nuestra emocionalidad?

Reflexionemos un poco. Así como la repetición de acciones conforma hábitos, la repetición de juicios (sin desafiarlos) va conformando nuestras creencias.

Algunas de ellas abren posibilidades… y otras las cierran (como el ejemplo del elefante).

Y así poco a poco, nos vamos quedando “presas” de ellas. Sin desafiarlas posteriormente y adoptándolas como “verdades universales”

La emocionalidad del ejemplo es la resignación. Y el juicio que hay detrás es “no hay nada que yo pueda hacer para cambiar esta realidad”.

Revisemos por un momento esta declaración.

Primero tendríamos que preguntarnos ¿Qué es la realidad? ya que nuestra explicación no le pertenece al fenómeno que acontece y que vivimos como experiencia, sino al partícular tipo de observador que somos.

Pero analicemos especialmente la primera parte de la declaración. “No hay nada que yo pueda hacer”. Aquí lo que se esconde es un juicio de no posibilidad. Como si algo “afuera nuestro nos estuviera impidiendo” lograr el objetivo que nos fijamos.

Y se impone desafiar ese juicio ¿Qué te lo está impidiendo? Y encontraremos diversas respuestas… “miedo a fracasar” “no soy lo suficientemente bueno en este campo” “hay otros mejores que yo” “las condiciones externas no son las mejores” y podríamos construir una larga lista.

En resumen, lo que se destaca aquí es la falta de confianza. Confianza en nosotros mismos, nuestras potencialidades y fundamentalmente, en nuestra capacidad de aprendizaje.

En efecto, una cosa es declarar “no puedo” y otra muy diferente “todavía no sé cómo hacerlo”.

La primera cierra toda posibilidad de acción (lo que nos lleva a la resignación) y la segunda abre un mundo de posibilidades de aprendizaje (llevándonos al entusiasmo).

¿Y si supiéramos de antemano que no vamos a fracasar?. Las respuestas seguramente serían muy diferentes.

Expresiones como “Yo quiero, yo puedo, yo confío” abren caminos de realización.

Edison dijo que había descubierto 5.000 formas de no lograr construir una bombilla de luz, hasta que finalmente descubrió la forma correcta.

Cuando aceptamos los errores como parte de nuestro proceso de aprendizaje, éstos se transforman en una experiencia liberadora, ya que nos acercan cada vez más al momento del éxito.

Henry Ford sostenia que “los obstáculos son esas cosas aterradoras que aparecen cuando sacás la vista de tus metas”.

Tal vez debamos comenzar por revisar cuán comprometidos estamos con aquello que queremos. Recordemos que los verdaderos líderes son “personas ordinarias con una determinación extraordinaria”.

Está en vos elegir cuál es el camino que seguirás. Como dice el refrán…”no podés evitar que las preocupaciones sobrevuelen tu cabeza… pero podés prevenir que hagan nido en ella”.