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Liquidación fin de temporada: empresas líderes del país valen 65% menos que hace un año

En medio de la crisis financiera global, la caída de las bolsas en Estados Unidos, Europa, Asia y América latina se ha convertido en una noticia cotidiana.

Ante esta realidad, muchos se preguntan, con mucha razón, si el desplome de los mercados bursátiles impacta en la economía argentina de la misma manera que lo hace en las del mundo desarrollado.

La respuesta no es sencilla. ¿Es lo mismo la caída de un mercado de valores en Estados Unidos que en nuestro país? ¿Impacta del mismo modo en las economías de los países industrializados que en las de naciones emergentes?

Para Juan Southall, de De Bary Sociedad de Bolsa, “una caída pronunciada de los mercados genera consecuencias que a la larga son negativas para la economía, pero son indudablemente menores que las que se producen en otras latitudes”.

En tanto, Agustín Cramo tiene una visión parecida: “las consecuencias directas de una baja de las cotizaciones son:

* Un menor crédito disponible,
* Una reducción del flujo de inversiones hacia las empresas, y lo más grave,
* Una fuga de capitales hacia el exterior.”

Southall agrega que en estos mercados, “los consumidores no sufren tanto como los de Estados Unidos, donde mucha gente tiene ahorros en acciones”.

De sus palabras surge que un derrumbe bursátil en el primer mundo tiene consecuencias mucho más graves que si ocurriera por estas latitudes. Y ello se relaciona con el funcionamiento real de la mayoría de los mercados de valores en América Latina.

“Cuando Wall Street, Francfort o Hong Kong caen, su impacto es mucho más agudo, porque esos mercados concentran un mayor número de compañías, que obtienen fondos en esos mercados y operan con inmensos volúmenes de dinero”, agrega Cramo.

Pero según el analista de De Bary, “un afecto adicional lo da el hecho que estos mercados operan con inversiones que llegan de todas partes del mundo, bajo la forma de fondos de inversión. Entonces, una caída de esas bolsas, repercute indirectamente en el resto de la economía global”.

“Cuando vemos los volúmenes negociados en Buenos Aires, lo primero que llama la atención es el escaso nivel que se opera a diario. Ello se debe por una parte a que sólo cotiza un muy reducido número de empresas y por otro, a la escasa cantidad de inversores que participan en el mismo.

La inmensa mayoría de las pequeñas y medianas empresas no negocian acciones”, concluye Cramo.

Otro rasgo distintivo del mercado local es que, a diferencia de lo que ocurre en países vecinos, como Brasil y Chile, las empresas locales no suelen acudir al mercado de capitales para obtener financiación, o al menos no lo considera como su principal fuente de obtención de fondos.

Sólo basta analizar la aparición de nuevas emisiones de acciones en la plaza local, para corroborar esta apreciación.

Pero quizás uno de los rasgos más importantes del mercado accionario argentino y que limita considerablemente su desarrollo es que debe competir con otros instrumentos financieros mucho más arraigados en el público.

Por un lado, los tradicionales plazos fijos, aún con tasas de interés por debajo de la inflación y contra el dólar, especialmente, en épocas agitadas, que suelen coincidir con los desplomes bursátiles.

Basta comparar los volúmenes que opera la bolsa porteña, que rondan con mucha suerte los u$s30 millones diarios con el movimiento que registra el mercado cambiario, que suele triplicar esa cifra en días normales.

En este contexto, es razonable que las empresas que operan en el mercado local muestren niveles de capitalización de mercado lejanos a los que se observan en otras latitudes. Sin ir más lejos Brasil.

Una forma de comparación: la capitalización bursátil
Esta expresa el valor global de todas las acciones comunes, cotizables o puestas en la bolsa por una compañía. El valor total surge de multiplicar la cantidad total de acciones comunes en el mercado por el precio al momento de la cotización de la misma.

Esta capitalización nos dice cuánto patrimonio de una empresa está disponible para la compra y venta activa en la bolsa. También refleja el grado de éxito de la compañía. Cuanto mayor sea la capitalización, tendrá más capital con que trabajar.

La crisis global pulverizó la capitalización de las empresas
Entre octubre de 2007 y estos días, las quince primeras empresas argentina que componen el Merval redujeron su capitalización bursátil en un 65%. En el período, este conjunto de empresas disminuyó su acumulado de u$s24.556 millones a apenas u$s8.715 millones.

Las bajas más pronunciadas se observan en bancos, ya que Francés y Grupo Galicia cayeron poco más del 77%, Macro, que bajó un 75,3% y Banco Patagonia, con una pérdida del 75,1 por ciento.

Viendo estos valores, es evidente que con alrededor de unos u$s 250 millones, un inversor del exterior puede ingresar en el control de empresas de las más diversas actividades, cuando hace un año, se debía multiplicar esa cifra por cuatro o más. Y se está hablando de empresas de primer nivel, en sectores estratégicos como la banca, energía, etc.

Ello es posible dado que el índice de acciones Merval lleva perdido en el año más del 55%, mientras que el Bovespa del mercado de Sao Paulo acumula un retroceso del 45 por ciento.

La razón básica de esta caída en la capitalización bursátil es la venta masiva de activos que disparó la crisis financiera global nacida en Estados Unidos. Pero el caso argentino, se debe sumar los efectos negativos de la prolongada crisis política que vivió el país entre marzo y julio por el conflicto entre el campo y el Gobierno.

Una vez superado el conflicto, y sin descanso, se desató la etapa más dramática de la crisis de crédito en Estados Unidos, que se coronó con la decisión del gobierno de estatizar el sistema de jubilaciones privadas, que complicó aún más el clima del mercado interno.

Analistas consultados por iProfesional.com, aseguraron que los inversores están atentos y ven con buenos ojos determinos papeles, pero por el momento prefieren esperar el desenlace de la crisis internacional y local.

“Es indudable que el precio de las acciones argentinas está por el piso. La debacle bursátil de las últimas semanas puede generar las condiciones para realizar excelentes negocios, pero todo dependerá de los resultados que se comenzarán a conocer en poco tiempo”, opina Southall.

Un atajo que crece: la recompra de acciones
En un contexto de fuerte deterioro de las cotizaciones, diversas empresas concretaron programas de recompra de acciones, atento a la débil situación del mercado accionario, con el fin de evitar que el valor de sus papeles se acerque a cero.

En la búsqueda de ayudar e incentivar las recompras, el jueves pasado el regulador del mercado de capitales suspendió transitoriamente una norma que impedía que empresas tengan más del 10 por ciento de su capital social en acciones propias.

Uno de los casos que más llamó la atención de operadores fue el de Molinos, que el viernes pasado sorprendió con una oferta de recompra de hasta 51,8 millones de acciones -cerca del 20 por ciento del capital social-, con un precio casi un 17 por ciento sobre el valor del papel de ese día.

En el otro extremo, la energética Pampa Holding recalculó rápidamente el precio que ofrecía para recomprar sus papeles ante una fuerte caída en su valor desde el día que hizo el anuncio hasta que fue aprobado por los reguladores. A estas iniciativas se suma la del Banco Macro, que anunció que continuará con su plan de recompra.

Por último, la energética argentina Edenor fijó el viernes en 0,65 pesos el precio por acción para su operación de recompra de acciones por hasta el 7,17 por ciento de su capital social, con lo que busca contrarrestar la fuerte pérdida del valor bursátil.

En un nota enviada a la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, la compañía dijo que la oferta regirá entre el viernes y el 6 de noviembre, aunque podría adelantarse, si capta anticipadamente las 65 millones de acciones que busca colocar, o postergarse si fuera necesario.

Las acciones de Edenor, la mayor distribuidora de electricidad de Argentina por cantidad de clientes y controlada por el grupo Pampa Energía, cerraron el jueves a 0,65 pesos, frente a los 3,45 pesos de finales del 2007.

El Merval y su comparación con el Bovespa y el Dow Jones
Las primeras quince empresas que componen el Merval, como se ha dicho, poseen una capitalización bursátil de u$s8.715 millones. Si se compara este valor con el que corresponde a un igual número de empresas que cotizan en la Bolsa de San Paulo, las diferencias son evidentes.

Los “top fifteen” del Bovespa tienen una capitalización de u$s348.000 millones, es decir, nada menos que cuarenta veces más. Si se compara la primera empresa de cada ranking, las diferencias también son notorias. Petrobras tiene una capitalización de u$s 99.000 millones, frente a los u$s1.737 millones de Siderar. Es decir que es 57 veces más grande.

Para hacer una última comparación, Siderar ocuparía en el ranking el puesto número 19, muy lejos de los primeros lugares.

En cuanto a las empresas que cotizan en el Dow Jones, el primer lugar lo ocupa en estos días Exxon Mobile, con una capitalización de u$s388.000 millones, es decir un 10% más que las quince primeras empresas del Bovespa.

Para tener una idea de magnitud, las empresas líderes del principal mercado de Wall Street acumulan una capitalización de casi u$s2 billones, una cifra muy lejana para cualquier mercado de América latina. Conocidas las diferencias de comportamiento de inversores y empresas, estas cifras eximen de cualquier comentario, y ponen en claro el escaso desarrollo del mercado porteño.