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Los argentinos ponen fecha al fin de una crisis que cada vez los golpea más de cerca

Los argentinos saben que la crisis internacional impactará en sus bolsillos. Ya están preocupados por su futura situación laboral y piensan reducir gastos y ahorros para afrontar un año que anticipan complicado.

Los expertos respaldan esa preocupación al prever que el desempleo llegará al 11,5% en el cuarto trimestre.

Los argentinos saben que el golpe será duradero porque entienden que la crisis internacional se entremezcla con los problemas internos de un país que resuelve sus reveses económicos licuando ingresos y captando recursos del sector privado, a través de la inflación y devaluación.

A estas conclusiones llegaron en la presentación del estudio de opinión pública realizado por TNS Gallup, en la Universidad Católica Argentina (UCA), el director de Opinión Pública, Ricardo Hermelo; director de la Escuela de Economía de la UCA, Patricio Millán; el editor de Economía del diario La Nación, Jorge Oviedo; el titular de la consultora O.J.F. & Asociados, Orlando Ferreres; el presidente de la Asociación Argentina de Políticas Sociales, Eduardo Amadeo, y el profesor de la UCA-MAE, Jorge Colina.

La actividad sentirá el efecto
Los argentinos no ven la crisis financiera mundial como algo lejano: el 71% cree que como consecuencia de ella, la Argentina entrará en recesión este año.

Ferreres confirmó que la “percepción de la gente es bastante exacta”, ya que previó que este año el Producto Bruto Interno (PBI) caerá 2,6%. En tanto, detalló que la producción de maquinaria y equipos caerá un 39%; metales básicos, un 34%; plásticos, un 20%, y de soja, trigo, maíz y girasol, un 25%, a 65 millones de toneladas

Y agregó que:

* Las exportaciones agropecuarias caerán un 44% (a u$s14 mil millones)

* Las ventas al exterior totales, un 36% (a u$s45 mil millones)

* Las importaciones se derrumbarán un 30% (a u$s40 mil millones)

* El balance comercial se reducirá (a u$s4.800 millones desde los u$s13 mil millones que supo acumular el año pasado)

La percepción de los argentinos va en línea con la población del resto de los países del mundo. “A lo largo del año pasado, hubo una pérdida de confianza de la sociedad en la economía y esto es un fenómeno global”, dijo Hermelo.

Los argentinos consideran que la crisis tendrá efectos duraderos en la situación económica local. Es así como cuatro de cada diez creen que durará al menos entre uno y dos años más, según relevó Gallup. También están los más optimistas (30% de los encuestados) que sostienen que se prolongará como mucho un año, o que lo peor ya ha pasado.

A nivel mundial existe mayor consenso entre los encuestados de que la misma se extenderá hasta después de 2009. Sin embargo, a nivel local, uno de cada tres argentinos no tiene respuesta sobre cuál va a ser la duración porque, según Colina, “la crisis mundial es un condimento que se suma a los problemas locales” y tal combinación hace que realizar un pronóstico resulte más difícil.

Recuperación a fuerza de devaluación
El economista explicó que desde 2004 a 2006, la recuperación de la economía argentina se dio licuando los ingresos a través de la devaluación. En 2006, hubo un repunte de los salarios devaluados. Pero desde 2007, los precios aumentan y los salarios se recuperan, por lo que el país no cuenta con la devaluación y la inflación como motores de crecimiento.

Así, explicó, “la sociedad se pregunta cómo seguirá el país adelante y encima con el golpe de la crisis mundial. La respuesta es que, competitivamente, la economía sólo puede funcionar licuando salarios y jubilaciones, traspasando recursos del sector privado al público y con entrada de divisas, que en los 90 vinieron de las privatizaciones, en la última década del aumento de las materias primas”.

Salarios e inflación
Colina recordó que los salarios informales quedaron 30% por debajo de los niveles de 2001 y que la restricción fiscal obliga al Estado a ajustar las jubilaciones por debajo de la inflación, como en 2008, que subieron un 15% contra un alza de precios del 23 por ciento.

Gallup respaldó este análisis. Desde 2006 que las expectativas optimistas vienen retrocediendo. Bajaron a un 30% desde el 66% alcanzado en 2004. Tal optimismo siguió su carrera descendente e incluso el año pasado se alcanzó un punto de inflexión y los pesimistas (33%) ya superan a los optimistas (30% por ciento).

Para Ferreres, la inflación será más moderada este año y tocará un tope del 13%. Pero Colina estimó que los salarios informales no se van a recuperar y quedarán por debajo de la inflación. En tanto, los formales quedarán protegidos. Por eso previó dos años duros en 2009 y 2010.

Así, entre los argentinos se advierte un mayor nivel de incertidumbre, pero anticipan dificultades económicas (52%) y conflictos sociales (39%) como consecuencia de esta crisis al prever sus efectos duraderos sobre el empleo, la inflación y la pobreza.

El futuro del empleo, comprometido
Hace un año, Gallup relevó que un 36% de los argentinos pensaba que había pocos o muy pocos empleos. Hoy, el 58% lo ve de esta manera. “La preocupación por el empleo es una demanda que está creciendo y seguramente lo seguirá haciendo”, dijo Hermelo.

La incertidumbre también está presente respecto del futuro financiero de la empresa en que trabajan: el 44% de los empleados no sabe decir qué impacto tendrá la crisis sobre la situación financiera de la empresa que los ocupa. En tanto, el 20% cree que la situación financiera de la compañía en la cual trabajan será peor y tres en diez no anticipan cambios.

Ferreres explicó cómo las expectativas de la gente reflejan sus estimaciones de desempleo:

* en el primer trimestre estará entre el 8-9%
* en mayo, 10,5%
* en el tercer trimestre, 11%
* en el cuarto trimestre, 11,5%

“Es fácil ver por qué se adelantaron las elecciones [legislativas al 28 de junio], por el efecto social que tiene un mayor desempleo y recesión”, señaló Ferreres. “Existen interacciones entre política y economía. Si la situación económica es negativa, el plano político lo refleja y paga las consecuencias.”

A Colina le resultaron conservadores esos guarismos de desempleo. “La paradoja es que el nivel de ocupación no cae, pero los que se reinsertan no lo hacen en puestos buenos”, dijo, y explicó que “el que pierda el trabajo, no va a conseguir el mismo empleo que antes y se reinsertará en un puesto más inestable y de menor remuneración o de menor calificación y en negro”.

Por eso Colina coincidió en que las expectativas sobre desempleo posiblemente empeoren.

La crisis también afectará el bolsillo propio
Como consecuencia de las dificultades que anticipan los argentinos, un 40% opina que se verá afectado en su situación personal. Entre las acciones a tomar, el 66% de los entrevistados por Gallup coincidió en que deberán recortar sus gastos.

En cuanto a los efectos de la crisis a nivel personal en términos de ingreso y ahorro, la mitad cree que deberá aumentar sus ingresos trabajando más y una proporción mayor (58%), que no tendrá capacidad de ahorro.

Aquellos de entre 35 y 64 años son quienes más creen que se verá afectada su capacidad de ahorro (63%), en especial respecto de los más jóvenes (49%) y los más mayores (50%). En tanto, si bien los sectores socioeconómicos altos son los que menos esperan ver limitada su posibilidad de ahorrar, casi la mitad de la clase alta y media alta pronostica que se verá golpeada (49% vs. 59% en los sectores medios y 57% en los bajos).

La clase más baja
En los últimos treinta años, los principales problemas que indicaron los argentinos como más preocupantes fueron la inflación (en los 80); el desempleo (en los 90); la educación y la corrupción (en la segunda presidencia de Carlos Menem), y hoy el tema dominante es la inseguridad.

Según describió Hermelo, hoy vuelve a crecer la preocupación por el empleo y la corrupción. En tanto, la educación permanece estable y la pobreza mantiene una percepción similar.

Los expertos coincidieron en que la pobreza alcanza al 30% de la sociedad, a diferencia del 18% que arrojan las estadísticas oficiales. Amadeo recordó que los pobres son las principales víctimas de la crisis porque son los primeros en perder el empleo y los últimos en recuperarlo; carecen de redes sociales, de capital humano e historia laboral, y el mercado donde trabajan es de poca productividad, el 70% está en negro y la tasa de rotación triplica la de los trabajadores formales.

Amadeo señaló, además, que la Confederación General del Trabajo no los representa en sus demandas de mayores salarios y de cobertura de las obras sociales. En tanto, el gobierno lleva adelante una política del “derrame”, a través de la cual protege a un tercio de los pobres e indigentes mientras que el resto se considera como capaz de conseguir trabajo.

Adicionalmente, el sector más vulnerable de la sociedad enfrenta esta nueva crisis con menos ahorro y mayores cargas de familia. Y Amadeo recordó que por cada punto del PBI que cae el decil más pobre en la escala de distribución del ingreso se necesitan tres puntos de crecimiento para volver a la situación en que estaba antes de la crisis.

Para Hermelo, se presenta un importante dilema de política económica: cómo lograr el crecimiento en medio del huracán con cohesión social en el marco del respeto de las instituciones.