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Los conflictos son inevitables

Nuestra posibilidad de tener distintos puntos de vista, se vuelve enemiga en la resolución de conflictos. A su vez, tendemos a objetar en el otro los aspectos que no tenemos resueltos, y que rechazamos en nosotros mismos. Así, la mirada sobre el otro se vuelve un cóctel de prejuicios y animosidades, que nos predispone de manera disfuncional para solucionar cualquier problema.

LA COMUNICACIÓN, EJE CENTRAL DE CONFLICTOS

Todas las áreas en las que interactuamos son fuente inagotable de conflictos. Por supuesto que se van destacando algunas sobre otras, y a veces se van obstaculizando varias a la vez, como un efecto dominó. Por ejemplo, cuando se producen conflictos en el ámbito económico, es frecuente que se propaguen al área de la familia o las amistades, e incluso a la salud.

La comunicación es un eje central de conflictos, dado que hablamos desde nuestra caja de conocimientos, y las personas nos escuchan desde la suya. Esto hace que la mayor parte de las comunicaciones sean malos entendidos. En paralelo, podemos señalar que el poder o su obtención también es un foco de problemas, porque es una fuente de deseo permanente y provoca interminables disputas.

Debemos preguntarnos si escuchamos para tener la razón y para pelearnos o, en cambio, lo hacemos para solucionar el tema, reparar los vínculos y remediar el conflicto.

Escuchar abiertamente, negociar y comprometerse son las claves para una resolución efectiva.

Hay varias formas de manejarse con los conflictos, pero ninguna nos puede garantizar el éxito de antemano. Aunque nos preparemos para ello, siempre existe la posibilidad de salir mal parados de tales situaciones. Para alcanzar cierto grado de acierto, es esencial transitar los conflictos desde el “ganar-ganar”, sorteando el paradigma que determina que si alguien gana, otro inexorablemente deberá perder.

Si a esto le sumamos no jugar con expectativas de éxito en el conflicto, estaremos evitando enojarnos mucho más cuando no estemos logrando lo que queremos. También es fundamental escuchar comprometidamente, indagando y entendiendo el otro punto de vista. Eso nos dará la posibilidad de tener acceso a alternativas válidas para ambas partes.

Enfrentar el problema, sin rodeos, puede abrirnos o cerrarnos oportunidades según el contexto donde se lo aplique. Como táctica sola resulta poco atractiva, porque puede ocurrir que la solución de hoy sea el problema de mañana. Por lo tanto, si no legitimamos al otro y le permitimos un espacio para negociar, es posible que ganemos un adversario que, en futuros conflictos, no nos permitirá mejores tratos. De esta forma, entraremos en territorios de “perder-perder” que no conducirán a resultados efectivos para ninguna de las partes. Combatir, luchar o pelear producen contextos muy poco propicios para llegar a un acuerdo, y mucho menos para negociar, porque instalan un ambiente hostil. A veces, ceder significa avanzar, y en este aspecto es fundamental que apliquemos nuestra inteligencia emocional.

LÍDERES CONFLICTIVOS Y CONFLICTUADOS

Un líder, para desarrollar, facilitar y predisponer necesita comunicarse responsablemente y estar comprometido con quienes lidera. Esta es una manera de promover la visión compartida, para reducir al mínimo la conflictividad y poder seguir con la visión.

Cuando nos encontramos con un líder enfocado solo en resultados, dejando de lado a sus seguidores o alejado de la visión que lo motiva, podemos observar conflictividad. Esto produce carencia de espíritu de equipo, y se puede traducir en cansancio, desmotivación, falta de rumbo y compromiso con la visión.

Estos síntomas son el resultado no haber tenido un compromiso que unifique al líder con el grupo, pagando el costo que significa trabajar y, al mismo tiempo, mantener conflictos con quienes coordina acciones. Existen líderes conflictivos y conflictuados por las circunstancias. Y si bien todo líder se enfrenta a conflictos, no se comporta como tal si los mantiene en el tiempo, y tampoco si se enreda con ellos. Se le podrá llamar líder por el lugar que le ha tocado ocupar, pero no será un líder eficaz. Actitudes como mandar, controlar o presionar, alejan las posibilidades de liderar con baja conflictividad.

¿GRUPOS DE PERSONAS O EQUIPOS DE TRABAJO?

Los equipos de trabajo enfrentan y resuelven permanentemente conflictos, y de estos resultados depende la efectividad y la existencia de estos grupos. La diferencia entre un grupo de personas que pueden estar tratando de resolver conflictos y un equipo de trabajo, es el tiempo que tardan en diluir dichos conflictos. Si los desafíos no son resueltos en un tiempo determinado, el concepto de equipo se disuelve, y la vida del mismo puede concluir. Podrá llamarse equipo, pero en realidad son un grupo de personas tratando de lidiar con diversas cuestiones.

Lo que facilita resolver los conflictos, es que la suma del trabajo en equipo es mayor que la sumatoria del trabajo individual. Por lo tanto, se potencia la coordinación de acciones, hay una sinergia producida por una visión compartida, y se da la posibilidad de trabajar en una misma dirección y con el mismo compromiso.