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Los ejecutivos bien controlados son beneficiosos para las empresas

En plena controversia sobre los salarios que reciben los altos ejecutivos, muchos de ellos, por cierto, responsables de las mayores quiebras de la historia, un estudio publicado por la Universidad de Michigan, en los Estados Unidos, afirma que los ejecutivos más poderosos y mejor pagados pueden ser realmente beneficiosos para un negocio.

El autor del estudio es el profesor de finanzas de la Escuela Ross de Empresas de la citada universidad, E. Han Kim. Según Kim, los ejecutivos con más poder pueden mejorar el comportamiento de una empresa y enriquecer a sus accionistas. Eso sí, siempre que sepa administrar y emplear correctamente ese poder.

“Las evidencias más recientes acerca del poder de los ejecutivos sugieren que, en general, los ejecutivos poderosos sólo traen malas noticias para los accionistas”, comenta Kim en un comunicado. “Pero en la mayoría de las empresas, la posición del ejecutivo principal está diseñada para que sea un centro de poder para la coordinación, la eficiencia y la disciplina de la organización”.

El poder concede al primer ejecutivo de una empresa la capacidad para revalorizar el valor de los accionistas o bien para revalorizar su propio patrimonio a costa de estos últimos. El poder de los ejecutivos puede ser, pues, bueno o malo, dice Kim.

En su estudio, Kim analizó la forma en que el poder del primer ejecutivo afecta al comportamiento de una empresa. Además, estudió el impacto de sus acciones sobre sus propias remuneraciones en más de dos mil empresas que cotizaban en Bolsa entre los años 1993 y 2006.

Tres dimensiones del poder
Los investigadores examinaron tres dimensiones separadas del poder del ejecutivo principal: poder estructural, un poder relacionado con la propiedad y otro poder sustentado en la capacidad. El poder estructural se sustenta en la estructura formal de la organización y en la autoridad jerárquica; el poder relacionado con la propiedad procede de los derechos de voto que surge de la posesión de acciones; y el poder sustentado en la capacidad procede de la pericia y la experiencia de un ejecutivo principal para la toma efectiva de decisiones.

El estudio pone de manifiesto que el poder estructural puede dañar seriamente a una empresa, pero sólo cuando el poder que limita al ejecutivo es débil, por lo que éste tiene libertad de acción total.

“Los ejecutivos estructuralmente poderosos a menudo se salen con la suya haciendo que los miembros de la junta directiva y que otros ejecutivos —muchos de ellos designados por ellos mismos— estén de acuerdo con sus planes”.

El poder relacionado con la propiedad, por otro lado, puede ser una espada de dos filos, dependiendo del nivel de propiedad. Cuando los niveles de propiedad son bajos, los ejecutivos principales están más cercanos a los accionistas y pueden aceptar de buen grado la vigilancia que hace el mercado del control corporativo a fin de obtener rentabilidades más altas para las acciones.

Ahora bien, cuando ese ejecutivo es dueño de un número de acciones suficientemente grande, puede buscar su propio beneficio sin que nadie pueda controlar o represaliarle dentro de la empresa. O sea, usa su poder como parapeto.

El control
El poder que se sustenta en la capacidad, sin embargo, puede ser bueno para el funcionamiento de la empresa, pero solamente cuando las organizaciones operan en el marco de una gestión corporativa fuerte, señalan. Es decir, cuando el primer ejecutivo está, digamos, controlado.

“La gestión externa que funciona bien facilita una mejor utilización de la capacidad de un ejecutivo principal”, señala Kim. “Además los ejecutivos principales más capaces no reducen la forma en que su trabajo afecta sus remuneraciones”

¿Qué determina la fortaleza de esa gestión corporativa? Por una lado, Kim habla de la vigilancia que proviene de una propiedad altamente concentrada de inversionistas institucionales, así como de la que proviene de mercados de productos altamente competitivos que no dejan de mucho lugar para el descuido gerencial.

Estos ingredientes ayudan a restringir el poder del ejecutivo principal y mejoran la buena administración de la una empresa, lo cual sugiere que otros tipos de presión externa apropiadamente estructurados para ponerle riendas al poder de los ejecutivos podrían también ser buenos para la economía.

“En cualquier caso la relación entre poder y el funcionamiento depende de cuán bien funcionen los mecanismos externos de control para mantener dentro de los límites el poder del ejecutivo principal”, dice Kim. “El funcionamiento de una empresa está relacionado significativamente con el poder estructural y con la posesión de acciones por parte del ejecutivo principal cuando el control es débil”.