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Los industriales festejan la disparada del dólar pero miran de reojo al real

Los tiempos cambian y las recetas también. Basta recordar lo que sucedió a mediados de septiembre, cuando la presidenta Cristina Fernández de Kirchner “retó” en público a la cúpula de la Unión Industrial Argentina (UIA) que bregaba por un tipo de cambio alto.

Durante el festejo del Día de la Industria, la Presidenta habló sobre el desafío de mantener el tipo de cambio competitivo y abordar el tema del costo de vida.

Con la mirada puesta en Lascurain, Cristina pronunció una frase lapidaria y que diseminó el mal humor entre empresarios, incluso entre aquellos más afectos a la política oficial: “Si nosotros tenemos un tipo de cambio demasiado alto, es inconsistente con una verdadera lucha contra la inflación”.

De este modo, la Presidenta llamó a debatir un modelo de país nuevo y a discutir el tema de la competitividad de un modo menos reduccionista, es decir, más allá del valor del dólar.

Así, intentó cerrar un capítulo y poner freno a uno de los más tradicionales y polémicos reclamos que se escuchan desde el sector fabril.

Sin embargo, un mes y un puñado de días después, la historia vuelve a reescribirse y el “libro de quejas” que se había inaugurado con un dólar a $3,05 ya resulta una imagen del pasado: de hecho, este martes, en la city porteña la divisa volvió a dar un nuevo paso en lo que hasta hace escasos meses era una impensada carrera alcista.

La fortaleza de la demanda quedó plasmada en su nuevo techo: $3,36, unos cinco centavos por encima del lunes, lo que significa su máximo valor en casi cinco años.

En este contexto, desde un amplio abanico de sectores industriales consultados hay un cierto alivio: lo que hace cinco semanas les había sido negado por la propia Presidenta, hoy comienza a ser una realidad que ayuda a compensar el derrumbe de la competitividad por la suba de costos –sobre todo durante el primer semestre del año- y la devaluación de los principales socios comerciales de la Argentina, principalmente Brasil.

Al respecto, en diálogo con iProfesional.com, Sergio Vacca, en ejercicio de la presidencia de la Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina (ADIMRA), sostuvo que “el último año se nos hizo cada vez más difícil competir contra las importaciones y en los mercados internacionales. Por eso, obviamente estamos más aliviados desde el punto de vista de la competitividad con este movimiento del dólar. Una divisa cercana a los $3,40 nos brinda un panorama mucho más alentador que cuando estaba en $3”.

Por su parte, Juan Cantarella, gerente de AFAC, entidad que representa a los fabricantes de autopartes en el país, explicó a este medio que, si bien el tipo de cambio no es una respuesta a la caída de la actividad que sufrió la industria automotriz, sí se torna efectivo para contener posibles avalanchas desde el exterior que pongan en riesgo el mercado interno.

“Con un dólar en estos niveles disminuyen los riesgos de mayores importaciones de productos brasileños y del sudeste asiático, ya que compensa las devaluaciones de esos países y los mayores excedentes por la caída de la demanda mundial”, explicó el directivo.

En la misma línea, Ramiro Prodan, presidente de la Cámara Argentina de Industrias Electrónicas, Electromecánicas y Luminotécnicas (Cadieel), aseguró a iProfesional.com que esta evolución del dólar “nos causa alivio y nos mejora la posición en los mercados internos y externos. Ahora, esperamos que siga evolucionando y mejorando de esta manera, lentamente. No estamos pidiendo un shock devaluatorio”.

¿Qué exigen los industriales?
El jueves pasado, cuando el dólar en la city porteña había cerrado a $3,26, la UIA salió con los tapones de punta y advirtió que si no mejoraba el tipo de cambio, el nivel de actividad, las exportaciones y el empleo se verán impactados.

En su tercer comunicado en esa semana, la entidad alertó que “la depreciación de las principales monedas frente al dólar está afectando notoriamente la competitividad de nuestro país”.

Y si bien frente a los micrófonos Lascurain aseguró que “no se está hablando particularmente de devaluación, estamos pidiendo medidas, como ajustar los derechos de importación”, por lo bajo otros representantes de la entidad pusieron precio a la “cabeza” del dólar: entre $3,50 y 4 pesos.

Apenas días después de este desafío al Gobierno, con esta marcada tendencia que muestra el dólar, el discurso de los industriales perdió el nivel de dramatismo que mostraba una semana atrás.

Sin embargo, todavía no están conformes.

Brasil, el espejo donde mirarse
En este creciente debate sobre el futuro del dólar en la Argentina, hay un “ingrediente” clave y que no es pasado por alto por ningún analista: Brasil.

El miedo que le tienen los empresarios al principal socio comercial no es injustificado:

* Según un análisis de la consultora Economatica para iProfesional.com, tomando como punto de partida el 1 de agosto, cuando el dólar cotizaba a 1,55 reales, Brasil devaluó un 44,5%.

* Como contrapartida, la Argentina lo hizo en un 8,2%.

* Si se toma como punto de partida el lunes 17 de octubre, es decir la última semana, el real se devaluó un 7,16%.

* Por su parte, el peso apenas lo hizo en un 2,5%.

* Esto impactó en el tipo de cambio real bilateral del peso argentino con respecto al real: según la consultora Prefinex, mientras que en julio la relación era de $2,70 por real, la ecuación se modificó dramáticamente y pasó a $2,07 por cada unidad de moneda brasileña.

De este modo, los fuertes movimientos devaluatorios del país vecino modificaron el punto de vista de los industriales.

Así, mientras que hace meses la consigna era mejorar el tipo de cambio y punto, ahora los empresarios argentinos sienten la urgencia de acompañar la política monetaria del gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva.

Es decir que la consigna pasó a ser “devaluemos, pero con un ojo puesto en el real”.

En otras palabras, los empresarios argentinos piden que se “ate” el peso a la política monetaria brasileña: “Tenemos que mirarnos en el espejo brasileño, lamentablemente. Si ellos devaluaron un 40% entonces nosotros tendríamos que devaluar en la misma magnitud. Acá no es cuestión de ponerle un valor al dólar. Podemos pedir que esté a $4, pero si Brasil continúa con su carrera de devaluación del real entonces no alcanza”, disparó Vacca.

“Como mínimo tenemos que acompañar esa devaluación, como mínimo, porque ya teníamos problemas de competitividad antes de la crisis”, añadió.

Acto seguido, Vacca se quejó de los que economistas que argumentan que no se puede atar el futuro del peso al real: “Bueno, entonces directamente anulemos el Mercosur, anulemos el acuerdo de libre comercio que tenemos con Brasil. Es como si a los españoles ahora se les dijera que no pueden atar su economía al euro”.

En la misma línea, Pedro Bergaglio, presidente de Pro Tejer, la mayor entidad gremial empresaria del sector textil, aseguró que “el tipo de cambio tiene que acompañar la devaluación del real”.

“Podemos tener mucha protección arancelaria, pero lo único que sirve para desalentar el negocio importador indudablemente es si el número no les cierra, y para que el número no les cierre definitivamente tienen que tener un costo alto y el costo a la mercadería importada se lo pone el tipo de cambio”, agregó.

Inflación: ¿la contracara?
Por otra parte, cuando un industrial sale a pedir una mejora de este tipo, desde la vereda de enfrente, los analistas constantemente alertan por el riesgo que esto genera a nivel inflacionario, tal como advirtió la propia Presidenta.

Sin embargo, así como antes nadie preveía un dólar cercano a los $3,40, el escenario de hoy no es el mismo que el de un año atrás.

En diálogo con iProfesional.com, Osvaldo Cado, economista de la consultora Prefinex, sostuvo que “este movimiento del tipo de cambio es necesario para conservar el empleo. Hoy cualquier economista va a privilegiar el empleo por sobre la inflación, que pasó a quedar en segundo plano”.

Además, “con una devaluación paulatina, el impacto hoy en día va a ser mucho menor al que hubiésemos tenido el año pasado, porque ahora estamos frente a una demanda que se está contrayendo”, agregó el especialista.

A esto, según Cado, se suma que “en un contexto recesivo y ante el aliento que recibe el modelo de sustitución de importaciones, los propios importadores van a tener que resignar precio para mantener cuota de mercado. De este modo no se puede prever que haya un traspaso ´uno a uno´ de la devaluación a los precios”.

En la misma línea, Gabriel Caamaño Gómez, economista de Joaquín Ledesma & Asociados, consideró que los movimientos del dólar están compensados por el actual contexto: “Con los factores externos y la decisión de estatizar los fondos provisionales, están dadas las condiciones necesarias para que se produzca un proceso recesivo. El fantasma de la inflación queda bastante atrás”.

Del mismo modo, Ramiro Castiñeira, de la consultora Econométrica, sostuvo que “los índices inflacionarios ya se estaban desacelerando antes de la crisis”

El nivel de equilibrio
A pesar de esto, los especialistas destacaron que un shock devaluatorio o un tipo de cambio “demasiado alto”, sí tendría efectos negativos sobre la economía.

Según Caamaño Gómez, “un dólar a $4 sí sería peligroso porque ahí se estarían convalidando expectativas negativas y además generaría un impacto en la deuda del sector publico, que está nominada en dólares”.

De este modo, “tendríamos presiones inflacionarias y se convalidarían expectativas negativas y la señal de que hay una crisis en proceso de gestación, de inconsistencias que están por explotar”.

En tanto, para el economista Ramiro Castiñeira, “si se llevara el dólar a $4 de golpe, habría una fuerte salida de capitales, y la volatilidad del Merval se terminaría trasladado al tipo de cambio y todo el mundo irá al dólar”.

Entonces, ¿cuál sería el dólar de equilibrio? Desde Joaquín Ledesma & Asociados fueron claros: “Un dólar entre $3,40 y $3,50, metería en caja al mercado de divisas, lo equilibraría y mejoraría los alicaídos márgenes de rentabilidad de los sectores exportadores, a un nivel de rentabilidad razonable. Por ejemplo, hoy siembran la soja a pérdida, pero con una divisa en esos niveles podría llevarlos a una situación de equilibrio, con rentabilidad chica pero positiva”.

Además, en ese valor, “el Central deja de perder reservas por una demanda menos dinámica y es lógico también para la industria porque le da más espacio para volver a sustituir importaciones”, concluyeron.