Inicio Placeres Nuevas tendencias en el consumo de los porteños

Nuevas tendencias en el consumo de los porteños

Desde el año 2002 diversos sucesos en el entorno político, económico y social produjeron cambios significativos en la Ciudad de Buenos Aires. La devaluación del peso atrajo a mayor cantidad de turistas y nuevos habitantes del extranjero; además de alentar el crecimiento de la producción nacional sobre industrias y franquicias de otros países. Este hecho también alentó al desarrollo de nuevas empresas, provocando migraciones de jóvenes desde diversos puntos del país para trabajar en ellas. Y además se generó un importante boom inmobiliario producto de estas migraciones y de la solidez de las propiedades como inversión.

Como resultado de todo esto, la población de la ciudad creció un 4,1% (según datos del Censo 2010). Y ese incremento, que equivale a unas 115 mil personas, está compuesto en gran parte por jóvenes con una edad comprendida entre los 18 y los 35 años; la mayoría de ellos ocupando viviendas de una sola o dos personas. Estos nuevos habitantes llegaron con nuevas costumbres: mayor demanda por alimentos saludables y bajos en grasas, compras para grupos cada vez más reducidos, adquisición de comidas más elaboradas para evitar cocinar, etcétera.

Esto planteó un desafío para las confiterías tradicionales: ¿cómo satisfacer las necesidades de este nuevo público creciente y con una importante influencia sobre los habitantes de siempre? Conversando con nuestros clientes fuimos conociendo sus opiniones y logramos ir adaptando nuestra oferta gastronómica, diversificando los productos de que siempre tuvimos e incorporando algunos nuevos.

Un ejemplo de la diversificación es haber comenzado a vender nuestras tortas por porciones. Su demanda había bajado y no se debía a que ya no gustaran; sino a que muchos clientes viven solos y comprar una torta entera implicaba que se eche a perder la mayoría antes que terminen de consumirla (más aún ante la creciente importancia que se le otorga al cuidado de la figura). Al venderlas por porciones, acercamos el producto a nuestros clientes y la cantidad de tortas que se venden creció un 15% en comparación con el 2002. También incorporamos las mini-tortas, que son versiones de 1 kg (4 porciones) de todas las tortas que ofrecemos. Esta modalidad que tantas satisfacciones nos trajo la hemos extendido a los platos de comidas para llevar y postres.

En cuanto al cuidado de la salud y la figura, hemos incorporado alimentos bajos en grasas como barritas de cereal caseras (con pasas, frutas, almendras, avellanas y cajú), los biscottis (tostaditas dulces con avellanas y almendras) que son una alternativa más baja en calorías a los biscochos y cuernitos; y los tropezones de sésamo y chocolate. También la reivindicación de la comida casera y con productos naturales ha sido para las confiterías tradicionales un punto a favor en las elecciones de los nuevos consumidores, frente a los productos industrializados y la producción artesanal “en serie” de algunas franquicias.

Otro aspecto a destacar es el cambio en la forma de celebrar algunos festejos tradicionales. Años atrás, para el Día de la Madre se acostumbraba comprar entradas y postres para acompañar las comidas que las mismas festejadas elaboraban. Hoy es común que para esa fecha se lleve a las madres a comer afuera y a los sumo se acude a las confiterías para comprar algunas cosas dulces para la merienda. Mientras tanto, para el Día del Padre ha aumentado la demanda de platos elaborados para la comida principal.

Con las fiestas de fin de año se vislumbran los cambios más significativos. Se están dejando de lado los platos abundantes y ricos en calorías, propios de estas fiestas en el hemisferio norte donde las temperaturas son muy bajas, para ser reemplazadas por platos más livianos y prácticos para su consumo: vitel thonné, pavos, pavitas y lechones (filetados o trozados) y las tablas de fiambres y quesos han aumentado su demanda. Entre los platos dulces se destacan las tartas frutales y ensaladas de frutas. Los budines, turrones y panes dulces artesanales se destacan a la hora del brindis.

En más de 30 años de trayectoria hemos sido testigos de diversos cambios en la conformación de la población y, como consecuencia de ellos, de una serie de variaciones en los hábitos de consumo de los habitantes de Buenos Aires. Conocer a nuestros clientes, escucharlos y adaptarnos a sus gustos y necesidades permitió a Confitería Los Molinos adecuarse a los nuevos entornos y continuar siendo la confitería tradicional que eligen los porteños.