Inicio Empresas y Negocios Para volver a crecer, apelar a los clásicos

Para volver a crecer, apelar a los clásicos

Aun cuando la salida de la actual crisis internacional no será lineal y las turbulencias subsistirán, para la Argentina pueden verse más oportunidades que amenazas. Esta es una diferencia crucial con los 30, que dieron lugar al enfoque del “deterioro de los términos de intercambio”, justificando una política de economía cerrada. En esta última crisis, los precios de las materias primas y la velocidad de recuperación de los principales socios comerciales marcan un escenario más alentador.

Ahora bien, lo preocupante en la Argentina ha sido la falta de instrumentos para enfrentar la crisis, que derivó en una rápida involución de indicadores sociales y de inversión. A su vez, la política de separar mercado interno y externo para evitar presiones inflacionarias tampoco ha sido exitosa: desde fin de 2006, mientras en Brasil los precios de los alimentos subieron 26%, en la Argentina lo hicieron un 76%. Para la inflación deberían aplicarse los instrumentos habituales (monetarios, fiscales, política de ingresos), para no entorpecer la trayectoria de crecimiento.

Para subrayar este último punto, vale la pena recurrir al historiador Joel Mokyr (“La palanca de la riqueza”). Hay tres fuentes de crecimiento que se complementan, y fueron destacas por los clásicos: a) ahorro e inversión, incluida la inversión en capital humano, aspectos destacados por Robert Solow; b) suficiente escala de producción, lo que requiere mercados abiertos para países pequeños o medianos (Adam Smith); c) el progreso tecnológico y la aplicación del conocimiento al proceso de producción (Joseph Schumpeter).

Con este enfoque de largo plazo, el apoyo a los clusters y cadenas productivas de la Argentina puede tener un norte. Cuatro sectores, a título de ejemplo, sirven para ver el potencial existente:

* La industria del vino, tan exitosa, está ahora amenazada por la inestable relación Brasil-Argentina, que ha derivado en restricciones para acceder a ese país. Asimismo, por cada 100 dólares que se exportan se requieren 70 dólares de nuevo capital de trabajo, y eso desnuda la necesidad de recrear el crédito en nuestro país.

* En el sector automotor, todavía se importan 130 dólares por cada 100 que se exportan. Con una relación 1 a 1 habría 2000 millones más de exportaciones, pero para ello se requiere el fortalecimiento de las autopartistas locales, que entre otras cosas pagan elevados impuestos al trabajo.

* En la cadena agropecuaria, una reducción gradual de retenciones y la normalización de sus principales mercados podría permitir duplicar la facturación en un quinquenio. Para ello, debería comenzar a verse al campo no como una fuente de problemas, sino de soluciones. Esto incluye agregar valor aguas arriba y abajo de la cadena. En el segundo caso, vale destacar que, del grano a la góndola, la facturación puede multiplicarse por entre 3 y 9 veces.

* En el complejo madero-forestal hacen falta dos plantas como Botnia para potenciar a todo el sector. Para ello hay que revisar muchos prejuicios. Pero si se lograra, se vería un crecimiento vertical de productividad y calidad. Con 1,2 millones de hectáreas de bosques de cultivo se podrían exportar US$ 3000 millones/año en lugar de los 1000 millones actuales.