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Primicias, vinos y polo

En las antiguas fincas mendocinas, solía haber viñas y olivos o frutales que crecían juntos. Del mismo modo, por los años veinte, en La Chamiza se criaban caballos de polo en el stud de Martín Alsina. Allí reposa hoy el vino más encumbrado de la finca: un malbec 2004 con doce meses en roble francés ($ 220), de guarda. Pero atinadamente se producen dos líneas más accesibles, con variedad de cepajes: Polo Amateur (18) y Polo Reserva Profesional (42). La bodega actual funciona en un château espectacular, inaugurado en 2002 en Barrancas, Maipú. Tienen viñedos allí y también en Luján de Cuyo y Tupungato. La primera cosecha de uvas propias fue en 2003. Fuertes exportadores –un joint venture de Concha y Toro con canadienses acaudalados– proveen al Club de Polo de la Casa Real de Inglaterra. Los vinos de la línea Amateur no pasan por madera, jovenes e informales. El chardonnay 2005 es veraniego, para beber frío, con mariscos intensos y hasta marinadas y escabeches; el malbec 2006, frutado, en su final muestra la nota rústica de la variedad, que el tiempo redondeará. El merlot y el syrah son tintos ricos para beber naturales, como el cabernet sauvignon, más sobrio. En la línea Reserve Profesional, se destaca el Cab 2005, con buena relación calidad-precio, seis meses de madera y alcohol en 14,2º; tienen más carácter varietal que los amateurs, para guardarlos o beberlos de inmediato.