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Productos, ya no se eligen por su funcionalidad sino por su cuota emocional

El 42% de los europeos consulta online las características de los productos que tiene intención de adquirir. Internet y las nuevas tecnologías han forjado un cambio inevitable en los consumidores, les han dado las herramientas necesarias para estar mejor informados y por tanto para ser más exigentes.

Estas fueron algunas ideas expuestas en el seminario organizado en Madrid “Los consumidores del siglo XXI: Cómo innovar desde el cliente” y publicadas por Expansión. En él se trazaron algunas de las características del consumidor actual y de la postura que deben de tomar las empresas para adaptarse a sus necesidades.

Más que para satisfacer necesidades, los compradores ven la actividad de compra como una forma de ocio más. Los productos ya no son escogidos por su funcionalidad sino que el componente emocional es determinante. Los jóvenes de entre 15 y 24 años son los que con más fuerza tienen en cuenta la emotividad. Noruega, Irlanda, Reino Unido y Suecia son los países en los que esta tendencia se nota con más fuerza, según un informe sobre tendencias de consumo en Europa realizado por el Grupo Experian.

Además, la exclusividad es otro de sus requisitos fundamentales a la hora de decidirse por un artículo u otro. Buscan diferenciarse mediante rasgos como el diseño y son los suecos los más preocupados por este detalle.

Pero no sólo el consumidor ha variado sino también el concepto de lujo. No en vano el 33% de los europeos consultados declaró poder permitirse algún producto lujoso de vez en cuando. Ramón Sánchez-Bayton, director general de Experian Business Strategies, explicó a Expansión cómo funciona el proceso : “El concepto de lujo ha cambiado, y ya no se refiere solamente a artículos materiales exclusivos, sino a actividades que supongan un enriquecimiento personal y un aumento de la calidad de vida. El lujo se asocia sobre todo a la experiencia”.

Otro punto interesante del que se habló fue el cada vez mayor número de consumidores que se suman a la “moda verde”. La gente apuesta por el desarrollo sostenible por lo que prefiere productos y compañías respetuosos del medio ambiente: un 10% de los consumidores estaría dispuesto a pagar más si cumplen estas características y la responsabilidad social corporativa es una demanda continua para las empresas.